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ALGUNOS niños son un poco brutos. Creen que hay que apretar el botón del gatillo a tope, pero esto no es como el mando de la Play", explica Iván Rodríguez, encargado de una de las dos pistas de Scalextric instaladas en el centro comercial Artea. Hoy en día, pocos chavales saben qué se siente al montar con impaciencia un circuito en miniatura, colocar el coche en la pista y verlo correr por ella a toda velocidad. Los videojuegos han sustituido a este juguete mítico que, durante varias décadas, hizo las delicias de muchos niños y que va camino de cumplir su 50 aniversario.

Desde el día 1 de julio y hasta mañana sábado, todo el que quiera puede revivir las emociones fuertes de las carreras de Scalextric en Artea. También los mayores. "He venido a jugar con mis dos hijos, pero sé que disfruto yo más que ellos", reconoce Iñaki, un experto del Scalextric que aún conserva algunas de las pistas que montó de crío. "Este circuito está muy bien, nosotros hemos repetido, pero es demasiado rápido y a ellos les cuesta mucho controlar el coche", dice refiriéndose a sus niños.

Las carreras en Artea se organizan por parejas. Cuando se da la salida, empieza un duelo de cinco vueltas al espectacular circuito: subidas, bajadas, horquillas y muchos cruces de vía. "Estos son los puntos más calientes, donde más choques se producen. Es mejor ser prudente y no apretar a fondo el gatillo para no estar todo el tiempo fuera de la pista", advierte Iván Rodríguez, mientras vuelve a colocar en la vía el todoterreno de la pequeña Maite, que no ha podido ganar a su ama. "La verdad es que nunca había jugado a esto, hace años los coches eran cosa de chicos. Hemos venido a hacer unas compras y me he animado a probarlo con Maite -cuenta Sorkunde- nos ha parecido muy divertido".

premio Entre todas las personas que se animen a coger un mando durante estos días se sorteará un juego básico de Scalextric. "Abrir la caja, ir uniendo las piezas, oír el ruido del coche sobre la pista... sería como volver a la infancia", reconoce Iñaki, nostálgico, mientras rellena su papeleta y la de sus hijos y las deposita dentro de la urna. Pero no todos los aitas son tan valientes como Iñaki. "A muchos les da corte pasar. Les ofreces un mando y te dicen que no", dice Iván Rodríguez, quien siempre insiste e invita a jugar un par de veces a los más tímidos porque las ganas y la ilusión que tienen los mayores por volver a dirigir un coche en miniatura "se les nota en la cara".