Zalla

lOs perros villano y villanuco, la vaca monchina, la oveja carranzana, el asno de las Encartaciones o los pottokas posiblemente se hubieran extinguido sin el afán de los propios ganaderos por apostar por su recuperación, tanto desde los caseríos como desde las ferias que componen el amplio calendario de la comarca. El esfuerzo se ha visto recompensado, ya que a día de hoy "pocas regiones de Europa reúnen la variedad de razas autóctonas que tiene Enkarterri", según expresa Mariano Gómez, veterinario del servicio de Ganadería de la Diputación Foral de Bizkaia.

Una suma de factores, "la orografía, la sensibilidad y el cariño de los ganaderos", han conseguido salvar a estos animales. Según los datos del censo correspondiente a 2008, la población de vacas monchinas se sitúa entre los 300 y los 400 ejemplares, la del burro encartado se mueve en los mismos márgenes, el villano cuenta con entre 200 y 300 cabezas, la oveja carranzana cara negra con 500 y los pottokas, entre 500 y 600, en este último caso los números son de 2007. "Ahora parece que está más de moda, pero hasta hace unos años muy poca gente les daba la importancia que merecen", recuerda Gómez.

Puntos en común

De carácter amable y tranquilo

Los entrañables burros encartados transportaban los fardos de hierba que les echaban encima. "Su facilidad para doblar las rodillas y tumbarse les convertía en perfectos para desempeñar ese trabajo", relata el veterinario de la Diputación. Sin embargo, al relegarse el modo de vida rural la función que justificaba su presencia en los caseríos también desapareció. En los años 60 y 70 la huella del pequeño asno -que no alcanza el metro y medio de altura- casi se borró del mapa de razas encartadas. En la actualidad no falta quien lo ha adoptado como mascota por su carácter dócil y cariñoso, mientras que muchos baserritarras lo utilizan para limpiar la maleza.

Como dato curioso, el Ayuntamiento de Balmaseda reinvindicó de alguna manera su figura al dedicarle una exposición hace dos años. Reproducciones de este animal transformadas en objeto artístico ocuparon durante varios meses las calles de la villa. Los asnos de carne y hueso pueden verse en la feria ganadera de San Andrés y La Inmaculada de Gordexola, que se celebra en diciembre.

La bondad de carácter también define a la vaca monchina, tan antigua que "es casi imposible precisar cuándo apareció". Lo que sí se sabe a a ciencia cierta es que salía al ruedo en los festejos taurinos que se organizaban con regularidad en Enkarterri. "Ya no embiste, se ha tranquilizado y se ha amoldado al cambio de costumbres", explica José Isusi, que cría prácticamente todas las especies encartadas en su explotación de Sodupe.

A pesar de las subvenciones que reciben, los ganaderos deben hacer malabarismos con las cuentas. Y se quejan también del peligro que representan las reses que pastan libremente por los montes públicos. "Si soltamos las vacas nos arriesgamos a que se crucen con las otras que ya tienen algo de mezcla, con lo cual se perdería la esencia de la raza. No nos queda otro remedio que mantener a las vacas encerradas", expone.

preservar la pureza

La importancia del árbol genealógico

Con ese mismo objetivo de cuidar la pureza guardan un registro exhaustivo del árbol genealógico. De esta manera les resulta más fácil comprobar que ninguno de los terneros se desvía del estándar racial. Con las hembras es bastante más sencillo llevar un control. Con los machos, en cambio, hay que tomar otras medidas: "Extraemos un pelo y lo mandamos a analizar a la Universidad de Córdoba para seguir el rastro del padre", cuenta José Isusi.

Las ferias ganaderas que abundan en Enkarterri son un punto de encuentro inmejorable para conocer a otros ganaderos que luchan por el mismo objetivo de no dejar morir a las especies autóctonas. La más cercana tendrá lugar el 1 de mayo. Las vacas monchinas volverán a pisar el ruedo de la plaza de Turtzioz en una cita que lleva el nombre de otro animal sobradamente conocido en la comarca.

Por algo esta feria se llama Pottoka Eguna, en honor al pony menudo y al mismo tiempo elegante que antaño también tuvo su cometido laboral. "Cuando la actividad minera estaba en su punto álgido, sobre todo en Sopuerta y Galdames, los pottokas se empleaban como medio de transporte de los minerales", ilustra Mariano Gómez. Hoy se han reciclado como primera montura para los niños que quieren iniciarse en la equitación.

Al igual que los demás, la estrategia para elevar las cifras de población ha consistido en cruzarlos con frecuencia, revela José Isusi. Para ello, mantienen a las madres recluidas y separadas de los machos. Con animales de esta envergadura es necesario disponer de unas instalaciones adecuadas. No obstante, cree que este cometido no es lo suficientemente recompensado porque "al no estar concebidos con la producción como fin prioritario, su valor de mercado es casi inexistente. Somos recuperadores y lo que estamos haciendo no tiene precio", analiza el criador.

Nuevas tendencias

El movimiento de "Slow food"

Sí existen corrientes que apoyan la promoción de las razas autóctonas. Una de ellas es el movimiento Slow Food. Begoña Isusi, la hija de José, ha heredado de su padre el amor por las especies encartadas y elabora queso con ovejas carranzanas de cara negra. Un alimento cada vez más codiciado en las buenas mesas. "Vendo todo a los restaurantes porque debido a su carácter artesanal la producción es relativamente baja", justifica.

El proceso artesanal de elaboración consiste en "prensar a mano los entre 200 y 300 gramos de leche cruda con cuajo natural y sal de las salinas de Añana". No es de extrañar que grandes nombres de la cocina se hayan interesado por este producto y que Begoña venda toda la producción casi antes de que esté lista para saltar a los manteles.

Ella ha centrado su actividad ganadera en las ovejas que, al mismo tiempo, son la debilidad de su padre. "Soy pastor de vocación y por esa razón me marché a trabajar a América. Al regresar fue cuando puse en marcha esta explotación", cuenta. También desde su regreso no se pierde una edición de la feria donde más ovejas se reúnen. Se celebra a principios de octubre, como no podía ser de otra manera, en Karrantza, que da nombre a la variedad autóctona.

La cita que inaugura el año ganadero es la feria de San José, que acoge el municipio de Güeñes el fin de semana que más se aproxime al 19 de marzo. Frente a la iglesia de Santa María se congrega una numerosa representación del perro villano, que encanta a los niños por su afabilidad. Criadores de toda la comarca compiten en el concurso por ver quién ha mantenido mejor la esencia originaria del can.

El villano tiene otro hermano que podría denominarse mellizo, el villanuco de las Encartaciones. Tal y como explica Mariano Gómez, existen varias diferencias entre ambos: "A pesar de su aspecto, el villano es muy tranquilo. Nunca se pelea, mientras que el villanuco es el perfecto guardián de la casa porque ladra en cuanto advierte cualquier ruido". Por otra parte, al villanuco se le conoce también como ratonero por su menor estatura. Según resalta José Isusi, el destino del villano ha estado ligado desde siempre al de la vaca, ya que "el perro siempre acompañaba y vigilaba a la monchina por el monte". No es lo único que comparten. También el tono atigrado de su piel delata que su relación viene de lejos.

euskal abereak

Traslado de la sede a Güeñes

Los ganaderos solicitan, asimismo, que se les potencie más en estas ferias locales que captan gran atención en las provincias limítrofes. "Hay mucha gente de fuera que viene a vender, lo cual está muy bien para promocionar los productos, pero nosotros deberíamos contar con más protagonismo", proponen. Algo ayudará a la visibilidad de Enkarterri el traslado a Güeñes de la sede de Euskal Abereak, la asociación que agrupa a los colectivos que protegen a las razas autóctonas.

Pese a la positiva evolución en las condiciones de estos animales, se atisba el mismo problema que compromete el futuro de otros sectores: la falta de relevo generacional. "Mucha gente ha crecido sin estar en contacto con ellos. Nosotros recibimos visitas de colegios y los niños se quedan muy sorprendidos al ver cómo se ordeña. Hay quien piensa que la leche proviene del tetrabrick", ironiza José Isusi.

La mudanza de los jóvenes desde los núcleos más rurales de la comarca a las localidades con mayor población es otro lastre contra el que tiene que luchar la ganadería encartada. "Habrá que hacer algo para que todo el trabajo que estamos haciendo sirva y podamos mantener esta riqueza de nuestra tierra", reflexiona Isusi.

Pero no hay que dejarse llevar por el pesimismo. Si algo caracteriza a los animales es su instinto de supervivencia. Las razas de Enkarterri han logrado sobrevivir y salir reforzadas de otras batallas, de modo que ¿por qué no también de esta?