Amorebieta-etxano. Habla tranquilo, pero sus ojos brillantes denotan la emoción que siente al hablar de su hermana Henar. "Todo lo que hago lo hago por ella", dice. Ángel López Ruiz, el hombre que le quitó la vida a Henar cuando tenía 12 años, está a punto de salir de prisión. Y Gaizka Escudero teme que vuelva a cometer algún crimen. "No quiero que nadie más pase por lo que yo estoy pasando, por eso hablo ahora", sentencia.
Después de 17 años, rompe su silencio.
Necesitaba hacerlo. Me sentía en la obligación de avisar a la gente de que el asesino de mi hermana va a salir a la calle y no está reinsertado. No se ha sometido a ninguna terapia, no ha hecho nada por cambiar. Por eso estoy seguro de que lo va a volver a hacer, y no quiero que nadie más pase por lo que yo y mi madre estamos pasando.
Su primo, Ángel López Ruiz, sale de la cárcel el próximo martes. ¿Cómo va a vivir ese día?
Es la culminación de un hecho que tenía que ocurrir. Va a ser un día complicado, pero voy a vivirlo igual que el 22 de febrero, que es el cumpleaños de mi hermana. Me acordaré de ella, no quiero pensar para nada en él.
¿Y si se lo encuentra por la calle?
Llevo tiempo pidiendo una fotografía de él a Instituciones penitenciarias. Quiero saber el aspecto que tiene ahora. Pero me lo deniegan. Yo no tengo derecho a tener su fotografía porque él tiene derecho a la intimidad. Hay más derechos para el reo que para la víctima...
Pero, aun así, le reconocería...
Por supuesto que sí. Estoy segurísimo. Y él a mí, también. Pero no le tengo miedo, me tengo miedo a mí mismo.
¿Qué haría?
Nada (rotundo). Yo no me tengo que poner a su altura, eso es lo único que tengo claro en esta vida. Aunque siempre hay unos segundos en los que la cabeza se puede ir... En los que piensas más con el corazón... Esos segundos van a ser duros, pero antes de darle a él, pego con la mano en la pared. Una mano se acaba curando... Pero tampoco me voy a cambiar de acera si le veo. Yo voy con la cabeza bien arriba, quien tiene que agacharla es él.
En realidad, Ángel no debería salir de la cárcel hasta 2023, pero le rebajaron la condena de 30 a 17 años...
Sí, eso es algo muy duro. Te indigna porque no nos dieron ninguna explicación. Cuando salió la rebaja de la condena en 1997, pedí una reunión con la jueza de Vigilancia Penitenciarias. Estamos en 2010 y aún no ha tenido la dignidad de llamarme. Hablamos con varios abogados sobre este tema y decían que la rebaja de tantos años de pena no era normal. Que no existe ninguna base jurídica para rebajarle 11 años de prisión. Además, también fuimos a Madrid e Instituciones Penitenciarias de allí nos digo que era una aberración lo que la jueza había decretado.
Y no se pudo hacer nada.
Nada. Aquí salen muy baratos los crímenes para quienes los cometen. Sin embargo, esto ha marcado mi vida y la de mi madre. Ella vive en el pasado. Tiene 60 años pero se ha quedado en los 42. Tiene una enfermedad crónica de la que no se va a recuperar nunca. Lucho por ella cada día más, y lucharé hasta que me quede una gota de sangre en el cuerpo. Encima de que matan a su hija, a ella la han dejado muerta en vida... Y lo peor es que no puedes hacer nada. Desde lo que pasó ha sonreído muy pocas veces, ni siquiera el día de mi boda... Ese día nos faltaban mi hermana y mi padre...
Y usted, ¿cómo se encuentra?
Para mí, es una herida que se abre con cualquier hecho cotidiano, que afecta a toda mi vida. Yo no me atrevo a tener hijos porque si tuviese una niña sé que iba a sufrir muchísimo. Sin embargo, sí que quiero tener familia porque no puedo dejar que esto marque mi vida ni la de mi mujer, ella no se lo merece.
¿Les ha pedido perdón en alguna ocasión?
Nunca. Nunca ha mostrado señas de arrepentimiento, y sus padres, tampoco.
¿Y ustedes llegarán a perdonarle?
Yo no, nunca. Qué va, qué va. Es imposible perdonar algo así. Puedes aprender a vivir con ello porque, de hecho, tienes que vivir. Pero el perdón es tan personal, tan interior, que yo no le perdonaré en la vida. No. Eso sí que no. Es cuestión de mantener una coherencia conmigo mismo y, sobre todo, con mi hermana. Sería como traicionarla. ¿Qué dirá mi hermana si yo le perdono? Siempre pienso en ella. Todo lo que hago es por ella.
El hecho de que el responsable sea un familiar lo hará todo mucho más difícil.
En un principio, me negué a creer que podía ser mi primo el culpable. No era comprensible que pudiera ser él. Pero cuando me dijo la Policía que en un 99% de las posibilidades podía ser él, lo asumí. Es más, yo estuve con el coche de mi primo buscándole por Bermeo, Bakio... Aunque me alegro de no haberlo encontrado porque si no, ahora, igual era yo el que estaba en la cárcel. Pero lo más duro es que no sé por qué lo hizo y eso sí que me tiene un poco marcado. El porqué. Como no hay una explicación lógica a todo esto, siempre te haces preguntas... Esa es una duda que siempre se me ha quedado ahí y que me llevaré a la tumba porque nunca lo va a contar.
¿Pediría antes una explicación que el perdón?
Sí, y luego ya el perdón. Qué menos, ¿no? Tampoco estoy pidiendo nada del otro mundo. Es que, ¿qué te ha podido hacer una cría de 12 años? Pero bueno, por desgracia, muchas familias han pasado por eso...
Y se reabre la herida cada vez que escucha un nuevo caso de un niño desparecido.
Una semana. Estás una semana hecho polvo. Es volver a revivir todo y volver a pensar... Y por muchos psicólogo y psiquiatra al que vayas eso no te lo quita nadie. Cuando me llegó el email de la desaparición de Iker lo primero que hice fue llamar a El Dueso para comprobar que el asesino de mi hermana seguía dentro. Y los padres de Marta del Castillo... Me puedo poner en su lugar entre comillas, tiene que ser durísimo porque nosotros hemos sufrido, pero hemos podido enterrarla.
¿Hay que cambiar la Ley del Menor?
Buena ley esa, cojonuda. Pueden hacer lo que les de la gana. Nueve añitos en la cárcel y venga. Yo pondría a los abogados, a los políticos, a los jueces, durante diez minutos dentro de mi cabeza, de la mi madre, de la de los padres de Marta del Castillo... Diez minutos. Eso cambiaría mucho las cosas.