Portugalete

Apunto de cumplir 90 primaveras, el médico Ángel Alday Ortiz de Zárate aún mantiene ese espíritu de servicio que le ha guiado durante tantos años en su vida personal y, sobre todo, profesional. Una vida entregada a los demás que le lleva todos los días a pasar consulta gratuita en el asilo hospital de San Juan Bautista de la villa jarrillera.

Una dedicación que le ha merecido el reconocimiento de su pueblo natal con motivo del Día Internacional del Voluntariado en homenaje a una labor altruista que le ha llevado a desarrollar, de manera desinteresada, la atención profesional durante casi medio siglo a los colectivos más desfavorecidos de la sociedad, fueran estos mineros, niños o ancianos.

Alumno de la facultad de Medicina de Zaragoza, Ángel Alday ha dedicado su prolífica vida profesional a la medicina general, "porque entonces no existían tantas especialidades y un médico tenía que saber un poco de todo", rememora este jovial portugalujo que tiene a gala ser uno de los tres vecinos de la villa que hace años que no la abandonan.

"Ahí están Víctor Chávarri, Juan Antonio Zunzunegi y yo, que no abandonamos nunca Portugalete", comenta con gracejo, este hombre dedicado en cuerpo y alma a su profesión, en referencia a las estatuas de sus ilustres paisanos emplazadas en las cercanías de su domicilio.

"Si por no parar, ni siquiera se ha puesto nunca malo", tercia su esposa desde 1951, Mari Carmen Mendizabal, sabedora de que a su médico de cabecera no le gustan los homenajes ni los reconocimientos públicos. "Nunca le parece bien que le reconozcan su mérito", apunta.

"A mí siempre me ha parecido una falta de respeto no atender a mis enfermos, fuera el día que fuera necesario", indica este jarrillero hijo del baracaldés Sotero Alday, que fuera muchos años vecino de edificio del padre del actual lehendakari, Patxi López.

Después de acabar su carrera de Medicina, para lo que tuvo que ir más de una vez al hospital de Basurto para preparar algunas materias, según recuerda su mujer, Ángel dedicó buena parte de su conocimiento a los demás.

"Estuve 32 años en el dispensario de tuberculosos de Ortuella, 47 años en el hospital de San Juan de Dios y llevo 45 años en el asilo hospital de San Juan Bautista", rememora.

Padre de cinco hijos, cuatro de ellos mujeres, Alday es consciente de que la medicina actual ha cambiado mucho respecto a la que el ha podido conocer en su vasta carrera, aunque hay cosas que a su entender no cambiarán nunca.

"Un enfermo es una persona necesitada a quien se debe escuchar; si le escuchas, al final sabrá decirte exactamente lo que le está pasando", comenta antes de asegurar que "un paciente puede perdonarte que te equivoques en el diagnóstico pero lo que nunca te perdonará es la desatención", reflexiona.

Con su dilatada experiencia, el doctor Alday no ha dudado nunca en anteponer el servicio a los demás a su propia familia que, año tras año, pasaba las vacaciones en Levante sin él. "Había que atender a mucha gente", justifica el doctor, que hoy por hoy, se siente un tanto desconcertado con la actual praxis médica. "Hoy día, tienen que ver a un paciente en 5 minutos, cuando yo he dedicado mucho tiempo a entender a los míos", asegura.