LA cruzada contra la temida crisis se libró en Getxo en la calle, con la desconcertante sensación de que, ante tamaño enemigo, las fórmulas de siempre ya no son una garantía infalible. Los comercios locales desplegaron este fin de semana en Algorta sus mejores armas en la sexta edición del Getxo Outlet con la bandera de los superprecios para comprobar cómo los rigores económicos han convertido en añicos el romance de los descuentos.

La compra desenfadada ha dejado paso al consumismo seguro, con cinturón de castidad incluido, en la cartera. La cita mantiene imantadas a las masas, aunque las filas de mirones y paseantes aparecen más nutridas que nunca en este tipo de eventos. El buen tiempo ha asegurado una afluencia considerable, en la línea de pasadas ediciones, en las que se superaban los 30.000 visitantes.

La plaza Telletxe volvió a llenarse de una legión de getxotarras reforzados por vecinos procedentes de distintas localidades, incluso de las que están lejos de ser vecinas, como es el caso de Galdakao o Basauri.

Los impulsores, la asociación de comerciantes Getxo Empresarial y Comercial, mantenían el optimismo aferrados a la afluencia. Su gerente, Nuria Ruiz de Hilla, reiteraba la oportunidad de la feria para los clientes por la confluencia de calidad y precio: "Todo lo que quieras lo puedes encontrar y a una tarifa muy buena".

Y, sin embargo, el descontento se reflejaba claramente en el rostro de más de un comerciante. "Sí, esto es un chollo, ¿quieres algo?", contestaba una vendedora con cierta sorna recurriendo al mismo tiempo a sus artes comerciales. Así, el comercio de la diseñadora getxotarra Ian Mosh estimaba un descenso en las ventas de un tercio respecto a la feria anterior, tan sólo medio año antes.

La caída de ventas en algunos comercios resucitó la rivalidad comercial entre Areeta y Algorta, que parecía enterrada con la unificación de los mercados de rebajas. En esta ocasión, las clientelas diferenciadas, y hasta antagónicas, de cada barrio. Así, los primeros añoraban el anterior emplazamiento en la plaza de la Estación de Areeta, en las inmediaciones de la milla de oro getxotarra.

"En Algorta, hay mucho mercadillo y esto confunde a la clientela", lamentaban desde Benetton-Las Arenas. En este punto, se lamentaba el escaso entusiasmo de los clientes areneros a la hora de trasladarse. "No salen de Areeta", comentaban unos; "no nos llega nuestra clientela habitual", lamentaban otros.

De hecho, la ubicación fue uno de los consuelos para los comercios de Areeta que negaban los efectos de la coyuntura económica para atribuir el mérito al desplazamiento. "Yo no sé si hay más crisis en Algorta o menos dinero, pero sí veo más mirones", lamentaban desde Ian Mosh.

En cualquier caso, en esta circunstancia, las alegrías se repartieron de forma desigual según cada comercio. Desde Algorta algunos reconocían una mejoría de sus ventas respecto a la edición anterior y destacaban la vigencia del incentivo de los descuentos. "La gente se ha mentalizado con el chollo y con la pérdida adquisitiva pretenden comprar más por el mismo precio", señalaba una propietaria.