Toda una vida ligada al mundo empresarial ha llevado a Javier Agirre, conocido en el mundo literario como Xabier Agiart, a disfrutar en esta nueva etapa de su vida escribiendo sus propias novelas. Lo que comenzó como una necesidad íntima de expresar emociones se ha convertido en su gran entretenimiento. “He pasado de escribir planes estratégicos y de gestión en el mundo empresarial a estar escribiendo novela tipo thriller, romántica o psicológica. Me gusta la creación de personajes y crear una historia a través de los mismos. La verdad es que me lo paso muy bien”, reconoce el autor, nacido en Leioa y residente en Elorrio desde hace más de medio siglo.

La escritura no fue algo planificado. Surgió de forma espontánea, casi terapéutica, tras un duro golpe personal. La pérdida de su amigo Josu, en un trágico accidente de moto, lo llevó a sentarse frente al ordenador y poner por escrito sus sentimientos. “Empecé a escribir las sensaciones que tenía yo con la pérdida de este amigo tan querido; mi mejor amigo. Lo escribí, lo dejé metido en el ordenador y punto”, recuerda. Aquellos sentimientos escritos desde la emoción, fueron el inicio de un profundo interés por escribir.

Durante su etapa profesional, Agirre fue un hombre de empresa, acostumbrado a los informes, a los proyectos y a la precisión de los datos. Sin embargo, tras la jubilación, encontró un espacio nuevo donde la imaginación podía florecer sin límites. “También escribí algún cuento para mis nietos que viven en Inglaterra, pero fue después de jubilarme cuando empecé a escribir en serio”, recuerda aquellos inicios.

Así fue tomando forma su primera novela, Tan lejos y tan cerca. “La fui escribiendo pausadamente y me llevó unos tres años. La dejé en una balda de mi despacho, reposando, hasta que unos amigos, Ángel y Carolina, la leyeron y me animaron a registrarla e intentar publicarla”, repasa el proceso. Aquel impulso fue decisivo. Superó la pereza que le daba enfrentarse a la burocracia del registro de obras en el Departamento de Cultura del Gobierno vasco y presentó su publicación a la editorial Caligrama, que valoró positivamente el texto. “En mi familia les ha costado verlo. Aquí tuvieron el borrador durante mucho tiempo y nadie se atrevía a leerlo. Al final se decidieron y ellos también me animaron a intentar publicarlo”, reconoce agradecido.

Publicada en diciembre del año pasado, el primer libro son 600 páginas de una historia romántica inconclusa con trasfondo emocional que combina emoción, intriga y un estilo muy personal. “Un relato de amor, secretos y redención que desafía las fronteras del tiempo y el espacio. La historia se centra en Ibon y Miren, una pareja que, tras superar las adversidades del pasado, se encuentra disfrutando de una relación estable en la vibrante bahía de San Francisco. Sin embargo, el equilibrio que tanto les ha costado alcanzar se ve amenazado cuando un accidente inesperado saca a la luz sombras del pasado, desenterrando secretos que podrían cambiarlo todo”, reza la sinopsis. 

Su segunda publicación, Las otras miradas, acaba de ver la luz y supone el cierre de su primera bilogía. Con sus 440 páginas, la obra profundiza en los personajes y completa una historia que ha recibido muy buenas críticas por parte de los lectores. “Es el final natural de una historia que empezó de forma muy íntima y se ha hecho más grande de lo que imaginaba”, reconoce el autor.

Generador de fantasías

Con cariño también recuerda como siendo un niño dejaba volar su imaginación para vivir miles de aventuras; todo tenía cabida en su cabeza. “Recuerdo mi infancia en el caserío de mi tío Eulogio, en Las Encartaciones. Allí la vida estaba en plena ebullición y yo era muy fantasioso. Me encantaba ir; creaba mis propias aventuras. Pasaba muchas horas solo cuidando las vacas y las ovejas. Era generador de fantasías con el correr del agua por el arroyo, con las nubes o los fantasmas que me podía inventar que estaban en los hayales”, recuerda con nostalgia a sus 77 años.

Aquel niño imaginativo, que encontraba historias en los paisajes y personajes en las sombras, parece haberse reencontrado con el adulto que escribe cada tarde. Su próximo lanzamiento, El rincón de la terapia, verá la luz dentro de un mes. Se trata de un thriller psicológico de más de 300 páginas que mezcla amor, psicología y conflictos empresariales internacionales. “Roberto es un abogado mercantil atrapado en la rutina de una compañía de seguros. Todo cambia cuando una firma americana de Seattle intenta adquirir la empresa. Desde allí, pero de origen vasco, llega una experta en el mundo de los seguros. Esta mujer tan enigmática tendrá un acercamiento amoroso con Roberto… y hasta aquí puedo leer”, comenta con misterio el autor de la publicación que podrá adquirirse en el mes de diciembre.

La expectación es máxima, especialmente porque el libro cuenta con el denominado sello Talento, una distinción que la editorial Caligrama entrega a las obras más destacadas del año. El Programa Talento Caligrama 2025 busca identificar, valorar y difundir los libros sobresalientes de su catálogo, y la inclusión de El rincón de la terapia en esa lista confirma la consolidación de Agirre como una voz literaria prometedora.

En su despacho

A la hora de dejar volar su imaginación para escribir, la disciplina que marcó su vida profesional, sigue guiando su labor como autor. “Escribo todos los días, siempre a la misma hora. Es mi momento de inspiración y de concentración. Escribir me da equilibrio y satisfacción”, reconoce con sentimiento. "Después de comer y ver el telediario, me encierro en mi despacho. En ese tiempo o estoy escribiendo una novela o estoy documentándome para lo que quiero escribir. Ahora mismo, desde hace tres meses, trabajo ya en la cuarta publicación”, adelanta ilusionado Agirre.

Despacho donde Javier Agirre deja volar su imaginación para pode redactar DEIA

De los planes estratégicos a las tramas literarias, de los informes de empresa a las emociones humanas, Javier Agirre ha logrado reinventarse a través de la palabra. Lo que comenzó como terapia emocional se ha convertido en un modo de vida. En su despacho de Elorrio, entre notas, borradores y libros abiertos, se escribe cada día una nueva página de una historia que acaba de empezar.