El Observatorio de Sostenibilidad ha identificado más de 500 instalaciones críticas de Euskadi situadas en áreas con riesgo de inundación. El estudio incluye desde aeropuertos y depuradoras hasta escuelas, hospitales, industrias químicas y residencias, clasificadas en tres niveles de afección: leve, grave y muy grave.
El informe distingue además entre las dos principales demarcaciones hidrográficas de Euskadi —Cantábrico Oriental y Ebro—, trazando un mapa que revela una notable exposición industrial y urbana. Bizkaia y Gipuzkoa concentran la mayor parte de los puntos vulnerables, especialmente en las márgenes fluviales y zonas bajas, mientras que en Álava los riesgos se localizan en torno a la cuenca del Zadorra y del Ebro.
Bizkaia: concentración de industria, servicios y centros educativos en zonas de riesgo
El estudio señala a Bizkaia como el territorio más vulnerable a las inundaciones. La demarcación del Cantábrico Oriental abarca buena parte de los municipios costeros y el eje industrial del Nervión, donde se localizan decenas de instalaciones calificadas con riesgo “muy grave”.
Entre las principales áreas de riesgo se encuentran la industria pesada y química, con nombres como Petronor (Muskiz), Befesa (Erandio y Sondika), Sidenor (Basauri) o Bilbaína de Alquitranes (Barakaldo).
Entre los servicios esenciales, sobresalen las depuradoras de Gernika, Markina y Mungia, junto con los parques de bomberos de Ayala, Llodio y Zarautz.
Más de medio centenar de centros escolares figuran en la categoría de riesgo muy grave en Barakaldo, Basauri, Bilbao, Getxo y Gernika-Lumo, mientras que varias residencias de mayores —como Ribera, Fundadora Siervas de Jesús o Aitenetxe, todas en Bilbao— se ubican también en zonas críticas.
La alta densidad poblacional combinada con cursos fluviales cortos y empinados agrava la vulnerabilidad del territorio ante lluvias intensas o crecidas repentinas.
Gipuzkoa: relieve abrupto y gran concentración educativa e industrial
En Gipuzkoa, la orografía cerrada y la presencia de ríos breves y torrenciales configuran un escenario de riesgo permanente. El Observatorio ha identificado numerosas fábricas, centros escolares y residencias dentro de las áreas de afección “muy grave”.
Entre las empresas más vulnerables figuran Papresa (Errenteria), Papel Aralar (Amezketa), CAF (Beasain) o Electroquímica de Hernani.
Municipios como Tolosa, Zarautz, Hernani, Bergara o Andoain cuentan con ikastolas, institutos y haurreskolas situados en zonas inundables.
En el ámbito social, se destacan la Residencia San Cosme y San Damián y el Complejo Uzturre (Tolosa), además de la Residencia Santiago (Villabona). Las comisarías de la Ertzaintza en Donostia, Errenteria y Tolosa también se encuentran clasificadas con nivel de riesgo muy grave.
El estudio identifica la cuenca del Oria como uno de los puntos más conflictivos, junto con los valles del Deba, Urola y Oiartzun, donde confluyen zonas urbanas e industriales.
Araba: focos estratégicos en la Llanada y la cuenca del Ebro
Aunque Araba presenta un número menor de instalaciones afectadas, varias de ellas tienen relevancia estratégica para el conjunto del territorio. El riesgo se concentra principalmente en las vegas del Zadorra y en las zonas industriales de Vitoria-Gasteiz y Ribera Baja.
Entre las instalaciones más destacadas figuran el Aeropuerto de Vitoria, clasificado con afección “muy grave”; las EDAR de Agurain y Crispijana, infraestructuras esenciales para el saneamiento; y varias industrias químicas y metalúrgicas en la capital, como Industrias Galycas, Lascaray o Laminaciones Arregui.
El informe incluye asimismo instalaciones radiactivas y de riesgo químico (SEVESO), entre ellas CLH S.A. y Celsa Atlantic, que requerirían planes de contingencia específicos frente a posibles desbordamientos. En el ámbito residencial, se señalan centros como la Residencia Panticosa y Zelaizabal entre los más sensibles.
El informe del Observatorio de Sostenibilidad dibuja así un mapa de vulnerabilidad transversal que atraviesa los tres territorios vascos, poniendo de relieve la necesidad de reforzar la prevención y la planificación territorial ante episodios de lluvias intensas y crecidas que, según los expertos, podrían aumentar en frecuencia e intensidad por efecto del cambio climático.
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