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Las comparsas tienen el relevo más que garantizado en Aste Nagusia

Ya sea por integrantes que inculcan a sus hijos el entusiasmo por las fiestas o por jóvenes que se acercan motivados por una afinidad ideológica, las 27 comparsas que constituyen Bilboko Konpartsak celebran nuevas incorporaciones cada año

En imágenes: Las comparsas de Bilbao tienen garantizado el relevo en Aste NagusiaMiguel Acera

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Desde primera hora de la mañana y durante toda la Aste Nagusia, Elaia azuza a todos en casa para bajar a El Arenal. Sin más tiempo que perder. Solo tiene seis años pero el jolgorio del recinto festivo no le es ajeno. “Primero habrá que desayunar, ¿no?”, le recuerda su madre, Izaskun Pinedo, comparsera de Pinpilinpauxa, donde casi medio centenar de niños visten con orgullo su camiseta amarilla. El relevo generacional está garantizado en la popular txosna de la purpurina a través de los canteranos que han mamado su filosofía, pero también en otras a las que nunca les faltan simpatizantes dispuestos a arrimar el hombro. “Siempre hay gente joven que quiere entrar”, cuenta Haizea Elorza sobre Kaskagorri, donde sus integrantes deben despedirse de la comparsa al cumplir 28 años. Así lo decretan en sus estatutos.

Mientras una muchedumbre guiada por los cantos dionisíacos coloniza cada noche El Arenal, de día se convierte en un auténtico parque temático para los más pequeños. “Suelo rellenar el pasapote –una libreta en la que tienen que colocar los sellos de las 27 comparsas– y también robamos banderas”, relata Ilargi Vega, comparsera de 10 años de Aixeberri. “Somos cuadrillas de amigos y los que estamos en edad de tener hijos transmitimos a las generaciones venideras el sentimiento”, relatan Asier Vega e Iker Mallo, comparseros que están tras la barra mientras otros compañeros preparan el pisto con la ayuda de algún chiquillo. “Siempre buscamos la forma de integrarlos, aunque sea con la decoración, pintando”, indican estos padres que aseguran que hay una programación infantil variada hasta las 20.00 horas.

En imágenes: Gastrotxiki comienza con la elaboración de ensaladas en el ArenalMiguel Acera

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Un ejemplo de ello es Gastrotxiki, el primer taller de cocina infantil con elaboración de ensaladas frescas celebrado este lunes en presencia de Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao. “Servirá para que aprendan a comer sano y para que se involucren más en las tareas domésticas”, ha aseverado el primer edil tras interactuar con algunos de los 300 menores que trastearon con los diferentes condimentos dispuestos por MercaBilbao. Ataviada con la camiseta de Zaratas –una de las comparsas que estuvo presente en las primeras fiestas de 1978–, Naiara Mentxaka, de 17 años, ha custodiado a los más pequeños. “Soy comparsera desde hace dos años. Lo vi desde fuera y pensé que me gustaría formar parte de una comparsa”, ha explicado la adolescente que participa activamente, aunque aún no pueda servir –y beber– alcohol.

NACIMIENTOS

“Se intenta promover la amistad entre los más txikis”, relata Izaskun Pinedo, a la que aquellos con buena memoria recordarán por haber sido txupinera en 2023, mientras niños de otras comparsas tocan la puerta de Pinpilipauxa. “En cinco años, a cuenta de la pandemia, hemos tenido un boom de nacimientos”, revela a su lado Joseba Ortega, ejemplificando la alegría que sienten los comparseros con cada embarazo, que celebran como una garantía de pervivencia. “Lógicamente las madres y padres intentamos transmitir el orgullo por la comparsa a la que pertenecemos”, evidencia Pinedo, dando a entender que los cambios de bando –léase comparsa– no suelen ser habituales cuando un niño se ha criado bajo la influencia de unos colores concretos.

En términos similares hablan en Moskotarrak. “¿El relevo generacional? Lo llevamos fenomenal. En lo que va de año hemos tenido cinco nacimientos”, relata Román Prieto, comparsero de 64 años, quien indica que el miembro más joven apenas suma dos meses, mientras que el mayor rondará los 71 años. “Después de la pandemia aprovechamos para hacer un recuento, porque teníamos apuntados más de 400 personas, pero había mucha gente que ya había fallecido. Ahora somos unos 240-250 personas”, explica este comparsero, quien añade que todo el trabajo diario en una txosna se organiza en función de una lógica regida por franjas de edad. Quienes abren la txosna al mediodía son los más veteranos, que se encargan de cocinar. Después toman el relevo “los chavales jóvenes” para responsabilizarse del tardeo hasta la 1.00 de la madrugada. Y desde esa hora y hasta el cierre es el turno de “los aún más jóvenes”. 

ACERCAMIENTO POR AFINIDAD

Cada comparsa tiene su idiosincrasia particular, con una normativa creada ad hoc. Por eso no es de extrañar que en Kaskagorri la media de edad nunca aumente. “Con 28 años nos tenemos que marchar”, aclara Haizea Elorza, quien explica que así se determinó porque al tratarse de una comparsa para jóvenes, que tiene en cuenta los problemas de este colectivo, entendieron que tenía que haber un límite de edad. “El último domingo se hace una despedida a quienes se jubilan, que suelen elegir otra comparsa. Antes era habitual que de Kaskagorri se fueran a Altxaporrue o Txori Barrote, pero hoy en día se elige cualquiera”, disipa la joven comparsera, quien apostilla que siempre hay gente joven dispuesta a entrar y, ultimamente, sobre todo mujeres.

Tras la barra de Piztiak atiende Ziortza Larreategi, quien reconoce que teniendo en cuenta la relativa juventud de gran parte de los integrantes, la suya no es una comparsa que se nutra de una cantera de recién nacidos. “El boca a boca y las redes sociales”, resume a la hora de explicar de dónde vienen los nuevos miembros de esta txosna en la que la mayoría de participantes están entre los 20 y los 40 años, concentrándose muchos de ellos entre los 25 y los 30 años. “Hay mucha gente que es antiespecista o vegana, que no encuentra un espacio en el que compartir esa afinidad. Y necesitan sentirse en un espacio seguro”, indica sobre los motivos por los que se suelen acercar a Piztiak.

Y aunque en la mayoría de ocasiones la tendencia por participar activamente en fiestas se traslada de padres a hijos, también se ven casos contrarios. Edurne Sacristán es ejemplo de ello. “Llegué hace dos años arrastrada por mi hija”, explica. De hecho, el apoyo de los padres en estas fechas donde el trabajo es ingente, por mucho que sarna con gusto no pique, es primordial. Lo atestigua Ziortza, quien indica que a día de hoy son cerca de un centenar de comparseros, si bien la implicación es desigual. “En el día a día somos unos 30-35. Y luego hay gente que viene a Aste Nagusia”, apunta sobre esta comparsa con actividad a lo largo de todo el año. “En los últimos dos años está entrando mucha gente. A lo mejor hay comparsas que antes tenían más tirón, pero el antiespecismo está en auge”, respalda con una sonrisa.

INTERGENERACIONALIDAD

La intergenercionalidad es uno de los pilares del éxito del modelo de fiestas. Lo dice David Rosales, comparsero de 30 años de Txomin Barullo, una de las históricas. “Es posible que haya un vínculo con familiares y amistades de los comparseros más veteranos, pero luego el abanico se amplía mucho más y llega más allá”, relata el joven que entró a los 18 años a través de un amigo que era hijo de uno de los fundadores de la comparsa. Ahora afirma que han dado el relevo de Gazte Txomin, grupo que aúna a los más jóvenes, a una nueva generación de entre 17 y 18 años que acaba de entrar a formar parte de Txomin Barullo. “Vienen con un montón de ganas”, observa David Rosales, quien señala que la comparsa es un espacio de transmisión de aquellos problemas que inquietan a cada generación, pero también de la pasión por unas fiestas populares que son, por qué no decirlo, las mejores del mundo.