“En vez de impulsar un discurso de tanta confrontación con el colectivo heterosexual, que hace que la otra parte se convierta en reaccionaria”, el coordinador de la asociación Ortzadar LGBTI+, Aratz Castro, defiende “un discurso positivo, que acerque a aquellas personas que son aliadas”, para “construir una sociedad en la que todos estemos juntos”.

Se está juzgando al acusado por la muerte de cinco hombres con los que había contactado por una app de citas en Bilbao. ¿Supuso un antes y un después en el colectivo?

Se generó cierta alarma mediática, pero no tanto dentro del colectivo LGTB. Los hechos se remontaban a años anteriores y, una vez que desapareció del foco, la normalidad dentro de las relaciones, incluso dentro de las aplicaciones, fue la habitual.

¿Concertar citas a través de internet les hace más vulnerables?

No creo que vivamos en un país en el que estemos inseguros, ni que corramos más riesgo que en otras aplicaciones en las que se muevan las personas heterosexuales. El peligro lo tiene la propia red, ahí jugamos con que pueda haber anonimato, ciertas actitudes, pero no considero que dentro del colectivo LGTB haya mayor impacto ni que haya caza de brujas como en Rusia o en otros países donde se persigue penalmente la homosexualidad.

¿Hay homosexuales que no denuncian agresiones por miedo?

Hay agresiones que no llegan al juzgado porque penalmente no están catalogadas y seguramente las archivarían, pero eso no significa que no lo sean. Un insulto es una agresión verbal, aunque no todos los incidentes de odio son delitos de odio. Dicho esto, cada vez más la gente ha tomado conciencia de que este tipo de actitudes no se tienen que permitir y se denuncian públicamente. Hay desconfianza de que luego esto en el juzgado tenga su impacto, seguramente por falta de sensibilización de la judicatura y porque las leyes no están tan reguladas como, por ejemplo, en la violencia contra la mujer. En el caso de la homofobia tiene que haber un delito para que ello sea una especie de agravante, mientras que en otras situaciones hay un delito específico para este tipo de agresiones.

¿Bilbao es una ciudad amigable para el colectivo LGTBI+ o en todas las casas cuecen habas?

Vivimos en un país amigable con el colectivo LGTBI. Seguramente que en Bilbao no se vivirá igual que en un municipio pequeño, incluso puede que la gente de los municipios vaya a la capital porque hay mayor libertad y tiene otra serie de ofertas. Bilbao es la capital de referencia del colectivo LGTB de Euskadi y de las provincias de al lado, lo que no quiere decir que no se produzcan agresiones. Recientemente denunciamos que a unos chicos les pegaron al grito de maricón, pero no es lo habitual.

En otros países corren peligro.

Nosotros hemos tenido que ir escoltados en Serbia por el nivel de hostilidad que había no solo de la sociedad, sino de la propia Iglesia ortodoxa y el presidente de la República. Y vamos a ir a Hungría justamente por esa razón el 28 de junio. Teniendo en cuenta ese contexto, vivimos en un país razonablemente abierto y socialmente respetuoso.

¿Temen que la ofensiva contra el colectivo LGTBI+ abanderada por Trump llegue a Euskadi?

Más que homófoba, yo diría transfóbica. En Euskadi Vox tiene una presencia muy testimonial y socialmente no existe esa polarización que puede existir en Madrid o en otras partes del Estado, donde cala ese discurso de odio contra el colectivo LGTB, pero sí me preocupa el discurso contra las personas trans. Quizás no está teniendo tanto auge, pero aquí tentemos representantes institucionales que promueven ese discurso, además siendo competentes en Igualdad y eso sí es de preocupar.

¿Existe la homofobia de ‘baja intensidad’: los comentarios en el trabajo, en la cuadrilla o el médico?

Eso se sigue dando incluso dentro del propio colectivo. Tenemos que diferenciar entre hacer un comentario homófobo y ser una persona homófoba. Hay ciertos comentarios que los tenemos interiorizados y los hacemos sin pensar quizá y hay quien lo hace para ofender. Esas microsituaciones homofóbicas se dan en el trabajo casi todos los días.

Aunque los comentarios no sean malintencionados, ¿no habría que ir cambiando ese lenguaje?

Cuando dicen: “No seas maricón” lo que están queriendo decir es: “No seas débil”. El comentario sigue siendo homófobo. Lo que tenemos que hacer es decir: “Oye, si le quieres decir que no sea ridículo, dile que no sea ridículo, pero no intentes utilizar una condición sexual”.