"Declarando el estado de peligrosidad social del expedientado le impongo el internamiento en Institución Especial para los homosexuales”. Con esta sentencia, basada en la Ley de Vagos y Maleantes, que fue modificada en julio de 1954 para incluir a las personas gais, arrancan las visitas guiadas que Ortzadar LGBTI+ ha puesto en marcha hoy para recorrer Bilbao y, a su vez, la historia y lucha del colectivo desde las cárceles para homosexuales al primer pub gay que contó con un cuarto oscuro.
Aratz Castro y Nagore Espin, coordinador y presidenta de la asociación, muestran, con motivo de la celebración hoy del Día Internacional contra la LGTBIfobia, algunas de las paradas de estos itinerarios, que se podrán realizar el tercer sábado de cada mes y en otras fechas festivas.
La represión del franquismo
Persecución y condenas
El orgullo se pasea libremente por Bilbao, pero no siempre fue así. Por eso el recorrido comienza en el Palacio de Justicia, donde se recuerda la represión sufrida por el colectivo en el franquismo. “La persecución era, sobre todo, contra los chicos gais. Se muestra una sentencia en la que se condena a una persona por ser homosexual y considerar que era un pervertido”, explica Aratz, quien añade que incluso “había cárceles exclusivas para homosexuales. De hecho, dependiendo de si tu rol sexual era activo o no ibas a una cárcel o a otra. Se cuenta también cómo se hacían las pruebas para saber de qué rol eras”.
Primeras manifestaciones
Lucha y cargas policiales
La visita se detiene en la Plaza Circular, desde donde se visualizan aquellas manifestaciones que a finales de los 70 arrancaban en Zabalburu camino del Casco Viejo para defender los derechos del colectivo. “Se permitía la manifestación, pero la homosexualidad socialmente no estaba bien vista y en las primeras manifestaciones incluso había cargas policiales. No es como hoy, que la gente te apoya”, expone Aratz, que destaca “la valentía” de los participantes. “Si salías en los medios de comunicación, podían identificarte y, por tanto, señalarte y te tenías que declarar por lo menos ante el entorno de donde te manifestabas”.
Entre aquellos pioneros, hace una mención especial a “las personas trans y a las que se dedicaban al transformismo, que eran las primeras que llevaban la pancarta y tuvieron un papel relevante”. También participó en las movilizaciones Kepa Gallego, cuyo testimonio se muestra, junto a otros, vía tablet. “Dice que aún le emociona saber que se puede casar cuando en aquella época pensaba que nunca lo podría hacer”, comenta Aratz.
Espacios donde reconocerse
Un lenguaje con guiños
Las vistas de El Arenal desde la Plaza de las Mujeres, donde se realiza otra parada, distan mucho de las que se contemplaban cuando era conocida como El balcón de la Lola, que hoy da nombre a una discoteca. “Aunque ahora vemos un paseo muy bonito, antiguamente eso era un parking y era una de las zonas, junto con los baños públicos y las partes oscuras de los parques, donde las personas gais solían ir a ligar y a encontrarse. En un contexto de represión, donde no era fácil reconocerse, se generó un lenguaje propio con guiños”, detalla Aratz, quien explica, a la sombra de Bilborock, cómo evolucionaron sus reivindicaciones. “Al principio se buscaba la legalización de las organizaciones y la no criminalización de la homosexualidad y a finales de los 80, principios de los 90, a través del ocio y de actividades culturales, lo que se hacía era crear espacios seguros, de encuentro, para no sentir que estás tú solo. Ahí surgen proyectos como Zinegoak o la asociación Aldarte, dirigida a mujeres lesbianas”, cita.
El banco rojo de El Arenal
El estigma del sida
La ruta se toma un respiro en el banco rojo de El Arenal, un memorial de la lucha contra el SIDA promovido por la asociación T-4. En este punto se visiona el testimonio de una de sus caras visibles, Marco Imbert. “Él cuenta que, al igual que pasó con el coronavirus, había mucho miedo porque no se sabía cómo se contagiaba el VIH y eso hizo que se aislara socialmente a todo aquel que se sospechara que lo pudiera tener. El estigma que se generó fue brutal”, lamenta Aratz.
El lesbianismo se reivindica
Mujeres que alzan la voz
Bien merece otra parada la sede de la Asamblea de Mujeres, en la calle Pelota, donde se cuenta cómo el colectivo de lesbianas fue buscando su sitio. “Se incorporaron a asociaciones del movimiento gay, pero entendían que no se les estaba dando su espacio y se movieron hacia la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, donde también surgieron tensiones porque las mujeres heterosexuales pensaban que había que priorizar el ser mujer frente a otras identidades”, explica Aratz.
El pionero pub High
El primer cuarto oscuro
El pub High, en La Naja, se ha ganado una reseña en otra de las visitas guiadas. “Hasta entonces las personas LGTB conquistaban bares normales, pero el High fue el primer pub gay de Bilbao y ofrecía, como novedad, el cuarto oscuro, donde se facilitaban las relaciones sexuales. Hoy el ocio LGTB se divide entre el Casco Viejo y San Francisco”, concluye.