En una época donde la Inteligencia Artificial se ha adentrado de pleno en nuestras vidas… ¿Qué motiva a las personas a continuar cumpliendo con las tradiciones que se mantienen vivas en pleno siglo XXI? El humano es un ser de costumbres y en los aledaños de la iglesia de San Nicolás de Bilbao se ha vuelto a vivir esa tradición un año más. A lo largo de la mañana de este lunes, miles de personas se han acercado hasta la zona para adquirir el cordón de San Blas que previene todos los dolores de garganta. "Es una tradición de toda la vida", señala María Jesús Bilbao mientras abandona la zona de los puestos con "cordones y más cosas para toda la familia". "Hay que coger esto, lo uno y lo otro", justifica haciendo referencia a los cordones, las rosquillas y los caramelos de malvavisco.
La tradición de San Blas, al igual que otras muchas que existen, se han enseñado de mayores a pequeños para que estos, cuando tengan más años, la sigan enseñando a las siguientes generaciones. Pese a no ser gran seguidor de la tradición, Iñaki indica minutos antes de entrar a la misa de las 12.00 horas que se ha acercado al lugar "haciendo compañía a mi abuelo. Hemos comprado de todo", manifiesta.
La actividad, según ilustran varios comerciantes, parece que no va a cesar a lo largo de todo este lunes hasta última hora. "Esto es un no parar", comenta una comerciante mientras no para de despachar cordones y rosquillas. "Tenemos mucho jaleo y todavía queda toda la tarde", añade.
40 años de tradición
Carmen es una de las incondicionales en la celebración de San Blas en Bilbao. "Llevo cuarenta años viniendo, no he fallado nunca", destaca. Como la bilbaina, se han reunido en los aledaños de la iglesia de San Nicolás miles de habituales en esta cita. "No sé si realmente vale para algo pero bueno, hay que cumplir con la tradición", justifica.
Mientras está haciendo el nudo para colocarse el cordón durante los próximos nueve días, Begoña García confiesa que "me gustan estas cosas de venir aquí, comprar, repartir los cordones en la familia y luego recordarles el día que hay que quemarlo".
De mayores a jóvenes
Entre la multitud se encuentra Ander Arevalillo, un joven bilbaino que acaba de comprar varios cordones. "Esto es lo que nos han dicho desde pequeño, te lo pones nueve días, los quemas y te protege de dolor de garganta", expone Arevalillo.
Minutos después de adquirir varios cordones para "la familia en general" asegura que continúa con la tradición familiar y lo hace "más por la tradición que por otra cosa".
Como sucede con todas las tradiciones, hay quien cree en ellas y quien no. "Lo compré bendecido, me lo puse y al día siguiente estaba muy malo", apunta Raúl Sánchez. No obstante, reconoce que ya se encontraba "mal" y eliminando aquella vez, "el resto siempre ha hecho efecto así que por eso sigo viniendo", cuenta.