“Llorando, con felicidad, con abrazos y de alguna manera reconfortados porque se ha creído en ellos y les han dado la razón”. Jorge Romero, socio director de JRY Legal Abogados y letrado de la familia, describe así cómo recibieron los padres de la niña de 5 años, víctima de bullying en un colegio bilbaino, la sentencia que condena al centro a pagar 40.000 euros por su “ausencia de auxilio” y las lesiones y perjuicios padecidos.

¿Los padres de la víctima están satisfechos con la sentencia?

Muy satisfechos porque vinieron al despacho sin ninguna esperanza de que pudiera, no ya salir una sentencia positiva favorable, sino tener siquiera recorrido judicial. También porque la desidia, el desprecio por parte de los responsables del colegio fue lacerante, continuo y hasta niveles extremos. Y, sobre todo, porque dentro de la propia evolución de la niña es positivo que le hayan explicado que hay un señor muy importante, en este caso un juez, que ha creído en ella y le ha dado la razón.

¿Se trata de una sentencia pionera en Euskadi? ¿Por qué?

Es pionera e histórica porque no ha habido una sentencia en la jurisdicción civil que determine una responsabilidad civil directa del centro educativo en un caso de acoso continuado a una menor. Se le condena de forma directa por primera vez en Euskadi -en el Estado hay alguna otra sentencia, pero no de tanta cuantía- fijando una indemnización por daño moral a los aitas de 40.000 euros.

¿Es pionera también por la edad de la víctima, tan solo 5 años?

Hemos escrutado la jurisprudencia y, que sepamos, no ha habido una denuncia de unos padres de una niña tan pequeña que hayan demandado al centro educativo.

¿Qué tipo de agresiones sufrió la menor y por parte de quién?

“Los padres están muy satisfechos y la niña mejor, pero las secuelas perduran”

Sufrió agresiones por parte de otra menor. Fueron agresiones continuadas de tipo vejatorio, empujones, agresiones, tocamientos, burlas, todo lo que una niña de esa edad le puede hacer a otra, además de alguna agresión de índole sexual grave con introducción de bolígrafos. Cosas muy graves y sensibles.

¿Qué secuelas le provocó?

El acoso y el abuso se inició en septiembre de 2021 y al final del curso ya empezó a tener secuelas, entre ellas una espeluznante, la pérdida del habla. La niña se quedó muda un largo periodo de tiempo, tenía miedo a la noche y a estar con otras niñas, no quería que nadie la tocara, ni sus padres. Ha tenido que tomar medicación prescrita por los psiquiatras.

¿Cómo se encuentra actualmente?

Está en terapia psicológica y sigue con medicación. Su evolución es favorable, está en un centro docente donde la están tratando de forma especial en esa integración progresiva que necesita, pero aún persisten las secuelas, con momentos de mayor estabilidad y otros de más descompensación. Ella está mejor, más integrada, pero las secuelas del trauma siguen y perdurarán años probablemente.

¿Cree que esta sentencia marcará un antes y un después en la lucha contra el ‘bullying’? ¿Por qué?

“Dentro de la evolución de la niña es positivo que le hayan explicado que hay un señor muy importante, un juez, que le ha dado la razón”

Espero que marque un antes y un después en la lucha contra el bullying en Euskadi. De hecho, nuestra predisposición es ponernos en contacto con asociaciones, agrupaciones y entidades, incluso públicas, conocer cuáles son las circunstancias en Euskadi para tratar de que esto no suceda, es decir, para reordenar el puzle de los protocolos establecidos por parte del Gobierno vasco y que haya una mayor vigilancia. Es un punto de inflexión en el sentido de que esto marca un antes y un después por un tema jurisprudencial, por una sentencia que es contundente, muy cerrada, jurídicamente intachable y que, además, lo que viene a decir es: Señores, pónganse ustedes las pilas porque esto se paga y las consecuencias económicas pueden ser muy importantes.

¿Qué han alegado los responsables del centro en el juicio para explicar su proceder en este caso?

Tanto la directora del colegio como la tutora y el jefe de estudios en el juicio, durante el proceso que se inició de conversaciones con los padres en su día y, después, en la propia contestación a la demanda siempre han alegado lo mismo, que no era un problema ceñido a la alumna, sino global, que la agresora era una niña problemática, que se estaban iniciando protocolos, que tiempo, que paciencia... Lo que comúnmente decimos en Euskadi una patada para adelante. De hecho, lo más significativo de todo es que los padres, aparte de sacar a la niña del centro escolar, tuvieron que mudarse de casa y de barrio porque sufrieron el desprecio por parte de la familia de la agresora. Se burlaban de ellos después de todo esto y de la altanería de la directora del centro, que les miraba con esa condescendencia, como diciendo: Mira, al final no habéis tenido razón y habéis tenido que sacar a vuestra niña porque nosotros hemos hecho todo lo que teníamos que hacer. Pues eso no es así y se ha demostrado en la sentencia.

¿Sabe si el centro va a recurrir? ¿Cree que tienen posibilidades?

No sabemos si va a recurrir, pero están en su derecho. Lo que sí puedo afirmar -y llevo ya 25 años ejerciendo la abogacía- es que los recursos no son tan fáciles de argumentar y de confeccionar en la Audiencia Provincial. Además, la sentencia para mí es contundente, cerrada y está suficientemente argumentada para que la Audiencia Provincial, en su caso, vaya a confirmarla, pero ellos están en su derecho. También estamos nosotros en nuestro derecho de oponernos al recurso de apelación.

Las familias de las víctimas de ‘bullying’ se suelen quejar de que los centros no actúan de forma eficaz y muchas cambian a sus hijos e hijas de colegio. ¿A qué cree que se debe?

“La sentencia viene a decir: Señores, pónganse las pilas porque esto se paga y las consecuencias económicas pueden ser importantes”

Hay varios factores. Por una parte, el desgaste que sufren los padres a la hora de reclamar, ejercitar sus derechos o llamar a la puerta de la gente que pueda tener una responsabilidad, léase la directora, el jefe de estudios o alguna institución. Muchas veces se encuentran con una situación muy complicada en casa con sus hijos y ese desgaste y esa desesperanza les hace claudicar y llevarles a otro centro y así se acaba el problema. Hay casos de gente que ha tenido que salir incluso de la ciudad o la provincia. Por otra parte, por parte de muchos centros hay una inacción patente, un tratar de poner el problema en el fondo de un cajón para que no salga a la luz.

¿Los protocolos son suficientes?

Los protocolos están perfectamente establecidos y definidos por parte del Gobierno vasco y son de obligado cumplimiento. Nosotros lo que hemos defendido es que de ninguna manera se siguieron los protocolos por parte de este colegio, con lo cual se contravinieron y, a partir de ahí, nace esa responsabilidad del colegio en la vía civil. Los protocolos existen y quedan predeterminados y fijados con espacios de tiempo muy cortos, de cinco días, para su puesta en marcha y en este caso, según recoge la sentencia, no se pusieron bajo ningún concepto en el transcurso de varios meses.