Los vecinos y los comerciantes de la calle Médico Antonio Eguiluz, en el barrio bilbaino de Santutxu, ya no aguantan más. Desde hace meses conviven con “un olor a aguas fecales insoportable” que intentan tapar con litros y litros de lejía, incienso y todo tipo de ambientadores que poco efecto hacen. “Vivir así no es sano. Huele a caca”, lanzan desesperados los vecinos de esta zona ubicada cerca del metro en Basarrate. 

El origen de ese nauseabundo aroma con el que les toca convivir a diario a vecinos y comerciantes de esta vía de Bilbao no es otro que una arqueta de aguas fecales que se encuentra en el interior de un local precintado y que expulsa hacia la calle.

Local precintado desde hace meses

El local lleva precintado meses:“Los días de calor y cuando llueve es mucho peor”, apuntan. Lo han denunciado en el Ayuntamiento de Bilbao, en la Policía Municipal, pero sus reclamaciones han sido desestimadas.

El caso está judicializado y es el juez quien tiene la última palabra. Según aseguran los propios vecinos esta situación que altera su día a día no se encuentra, al parecer, entre los temas “urgentes” para el juez encargado del caso. 

De hecho, recientemente el juez ha comunicado que hasta el 26 de enero no se acercará por el local junto al dueño y un cerrajero: “Estábamos tocando palmas porque supuestamente iba a ser el 4 de octubre cuando pudiesen acceder, pero ahora hasta enero nada”, apunta. 

Detenido hace un año

La historia comenzó hace un año. El inquilino de la barbería fue detenido por la Ertzaintza tras protagonizar diferentes altercados y pasearse con una katana por el barrio. Desde entonces nadie, ni siquiera el dueño de la lonja pueden acceder a su interior. 

Sergio y Uxue, propietarios de la panadería Katy, llevan unos meses con el negocio abierto. Su local está situado a escasos metros de la lonja precintada. “Es horroroso el olor. No podemos abrir la puerta del asqueroso olor que entra”. Tal y como explica Uxue, esta situación afecta no solo a su negocio sino al resto de establecimiento que se sitúan en esa calle, en total siete. “Tenemos comida dentro y consideramos que es peligroso”, explican.

Aunque los clientes, en su mayoría vecinos de esta zona de Santutxu ya están familiarizados con el problema y suelen cruzar por la carretera o cambian de acera para evitar las aguas fecales. “Hay personas mayores que tienen dificultad para caminar y salen a la carretera para no pisar el charco con suciedad. Creo que es muy peligroso”, asegura Uxue . 

El local precintado da a un patio interior del bloque y tiene los cristales rotos. Los vecinos no saben cómo quitar el olor que sale del interior de la barbería. "Cada vez es peor. Utilizamos un montón de ambientadores y desifectantes para quitar el olor a aguas fecales", comentan los afectados.

Los vecinos tienen contratado anualmente el servicio de una empresa de desatascos, pero nada pueden hacer hasta que el juez no permita la entrada al local. “Solo pedimos que abran unas horas para limpiarlo y luego que lo vuelvan a cerrar. Así no podemos seguir”, concluyen.