La Amatxu de Begoña y el Athletic son dos de los símbolos más representativos de Bilbao. Ligados íntimamente tras tantas celebraciones, han vuelto a fundirse con motivo de la tradicional peregrinación del 15 de agosto, el día de la Asunción de la Virgen. Como ocurre cada año desde tiempos inmemoriales, Bizkaia entera se ha volcado para celebrar esta festividad de Andra Mari, más teñida de rojo y blanco que nunca. Y es que muchos de los fieles que se han acercado a la Basílica de Begoña redondeaban la señalada fecha con la asistencia al estreno liguero del Athletic en San Mamés. La comunión perfecta entre dos expresiones que trascienden lo religioso y lo deportivo y que confluyen en un culto común: el bilbainismo. La única pena ha sido que la victoria se les ha escapado a los de Valverde.

La meteorología ha colaborado a que la fiesta reluciese con todo su esplendor. Entre nubes y claros, el sol no ha castigado en exceso y las temperaturas no superaban los 25 grados. Eso al mediodía de una jornada maratoniana, que arrancaba de madrugada. Y es que, como es norma, la primera misa para honrar a la Amatxu se oficiaba a las cuatro de la mañana. Y a partir de ahí, cada hora se ha celebrado una nueva liturgia hasta la última sesión de las nueve de la noche.
Misa mayor
Pero el punto álgido se situaba a media mañana, en los prolegómenos de la misa mayor de las 12.00 horas. Era cuando se producía la mayor concentración de peregrinos, llegados muchos a pie de diferentes puntos de la geografía vizcaina, como marca la tradición, tras salir de casa bien temprano. Estos agradecían más que nadie el reponer fuerzas con un hamaiketako en condiciones, en el que no podía faltar el talo con chorizo regado con un trago de txakoli. Bizkaiko txakolina, por supuesto.
Entre las fieles esta romería se encontraban, luciendo la camiseta del Athletic, las elantxobetarras Karmele Eiguren y Begoñe Azpiazu, que tienen su ritual partcular: “Quedamos siempre en San Mamés, desde hace muchos años. Cuando estaba el antiguo estadio, partíamos de ahí sin más. Ahora, primero rodeamos el campo, hacemos la primera peticion a la estatua de Iribar y vamos andando hasta Begoña por la plaza del Gas”, desvela Bego. Su hoja de ruta está bien definida: “Lo primero, visita a la Amatxu. Luego, un talo, bajamos por Mallona al Casco Viejo, unos pintxos y después a San Mamés”.
Aunque vienen de más lejos, también son asiduos a esta cita los barceloneses Mar y Aitor Ribera. “Mi madre era de Bilbao y nos transmitió su pasión por su ciudad, por la Amatxu de Begoña y también por el Athletic”, decía Mar o “Itsaso”, como se presenta. emocionada con la posibilidad de visitar San Mamés, una cuenta que tenía pendiente.
Más emotivo, si cabe, era para Mikel e Itsaso Pérez su estreno en esta peregrinación. Han acudido con motivo del homenaje que se rendía a su aita, Iñigo, fallecido en 2019, quien fue uno de los promotores de la marcha en bicicleta que, desde hace años, se realiza cada 15 de agosto desde Bermeo hasta Begoña. Ellos también tenían por quién rogar a la Amatxu.
Llega la corporación
Cuando el reloj estaba cerca de marcar las doce, la corporación municipal, con el alcalde Juan Mari Aburto al frente, llegaba a la explanada de la basílica al son de los txistularis y escoltada por los flancos por los gigantes de la villa. De inmediato accedían al interior del templo, lleno hasta la bandera y sin rastro de los sondeos geotécnicos realizados como prólogo a la excavación con la que se intentará hallar los vestigios del antiguo poblado de Vecunia.
La misa mayor, presidida por el obispo de Bilbao, Joseba Segura, se ha visto rematada por la solemne ejecución, en el mismo presbiterio del templo, de Begoñako espatadantza por los dantzaris de Beti Jai Alai de Basurto y, como traca final, con el emotivo Begoñako Andra Mari entonado a coro por todos los feligreses. Finalizado el rito, los puestos situados en los aledaños de la basílica han vuelto a ponerse de bote en bote con la presencia de peregrinos en busca de las tradicionales rosquillas, los calendarios y la lotería de la Amatxu o algún pastel vasco. Y es que, en un día como este, volver a casa con las manos vacías es sacrilegio.