Salir de casa y ver un coche con los cristales empañados en el que se escuchan gemidos no es agradable para nadie. Pero es lo que desde hace meses viven algunos vecinos de Artxanda y confiesan estar ya "hartos" de ver frente a las puertas de sus casas a gente manteniendo sexo, una situación que se suma a un ambiente "bastante desagradable" en la zona. Un edificio "lleno de ocupas que organizan fogatas" y la futura creación de un centro de menores incrementa el malestar de los vecinos.

Son cerca de cuarenta resientes de la zona los que han alzado la voz al sentirse "completamente abandonados" tras estar viviendo "una situación muy preocupante". En su día a día sufren, "a cualquier hora", los bochornosos episodios de gente manteniendo sexo cerca de sus casas. "El arcén se llena de coches sea la hora que sea. Es algo que siempre ha ocurrido, pero nunca a este nivel, da la sensación que ya nada importa y que no hay respeto por los demás; lo hacen incluso delante de la puerta de mi casa", denuncia una de las vecinas. "Mis hijos no tienen por qué ver ni oír nada de eso, ya tendrán tiempo de conocer lo que es", lamenta.

Además de las practicas de cruising que se han desplazado de la 'curva del amor' al camino Saratxe tras las obras del alto de Santo Domingo, los vecinos de Artxanda denuncian que hay "una cara B" de la zona que nadie quiere ver. "Existe una cara A, que es la que está quedando verdaderamente preciosa con los paseos, pero a mí lo que me preocupa es la cara B, que es la que vivimos los vecinos y vecinas de Artxanda", cuenta. En esa otra cara, confiesa que se vive con inseguridad. Asegura que varios okupas se encuentran dentro de un edificio vacío cercano a sus viviendas y que ahí organizan fogatas y atraen a "gente rara". "Nos da miedo salir a pasear a ciertas horas", reconoce.

Regenerar el edificio

Por el momento, los vecinos solamente pueden dar cuenta a la policía de lo que ocurre fuera del edificio. Uno de ellos cuenta cómo sueñan con una nueva vida para el edificio que tantos quebraderos de cabeza les está dando, pero para ello, reconocen “es necesario sacar a todos los okupas de ahí y regenerar el espacio”. “Nos gustaría hacer un centro cultural de la zona, bien para los mayores, para los jubilados o los niños. Habría que verse qué se puede hacer”, explica. Y es que según relata, la situación es “desesperante”. “No solo es el fuego que hacen, también son las casetas que se han construido en los terrenos de detrás del edificio, que se enganchan la luz y cualquier día les va a dar un chispazo y por supuesto que se acerca mucha gente extraña a la zona”.

"Mis aitas, mis abuelos y tatarabuelos han crecido en esta casa, mis raíces están aquí. Y me parece muy injusto no tener el derecho de disfrutar de algo que mi familia ha luchado tanto por mantener", clama otra de las vecinas. Además del sexo cerca de las viviendas y los okupas, cuenta que a día de hoy a la inseguridad social se le suma otra física. Y es que, según señala, "no hay un paso de cebra que facilite la salida de la parada del autobús": "Yo nunca he dejado a mis hijos ir en transporte público porque me da miedo que les atropellen al bajar, los coches van muy rápido por esa carretera y no hay un paso de cebra que de algo de tranquilidad", reconoce. Además, indica, no cuenta "ni con una marquesina, así que cuando hay que esperar la gente se cala entera".

"Mis hijos no pueden ir en transporte publico porque es peligroso, sin paso de peatones y se además mojan al esperar. Si miro para un lado están manteniendo relaciones sexuales, por otro lado están los okupas. Los que vivimos aquí somos los que lo sufrimos y nos sentimos olvidados", lamenta.

Por todo ello, los vecinos aseguran que se están planteando cortar las carreteras de la zona en señal de protesta para tratar de "hace ruido" con el objetivo "de que les escuchen". "Solo se nos ocurre hacer algo así para tratar de que esto salga a la luz", indican.