La verdad no caduca ni prescribe. Por eso es tan importante la labor asumida por la Diócesis de Bilbao para encarar el proceso de reconocimiento y reparación a las víctimas de abusos sexuales cometidos por religiosos o por seglares cercanos a grupos eclesiales. Esa labor de acompañamiento, natural y honesta desde el primer momento, ha sido especialmente valorada por el equipo más cercano al papa Francisco.

Así lo ha hecho saber Juan Carlos Cruz, voz autorizada dentro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, en respuesta a la jornada comunitaria de rezo promovida en la catedral de Santiago para pedir perdón y a todo cuanto ha rodeado la articulación de la misma: transparencia, entereza y empeño, principalmente de la comisión creada ad hoc en Bizkaia con su obispo Joseba Segura a la cabeza. 

“Ojalá el resto de obispos sigan el ejemplo [del prelado de Bilbao] pero desgraciadamente, lo tiene difícil dentro de la Conferencia Episcopal Española”, ha valorado el estrecho colaborador del papa Francisco, quien a lo largo de estos diez años al frente de la Iglesia ha puesto los puntos sobre las íes en este escabroso y escandaloso asunto de los abusos sexuales.

No en vano, el acto público de confesión del reconocimiento, arrepentimiento y reparación de la Diócesis de Bilbao es único y pionero; al menos hasta la fecha no se conoce otro de similar naturaleza ni mucho menos que haya sido oficiado en un templo de tal jerarquía. Ese gesto que la Iglesia vizcaina ha sabido modular con la colaboración imprescindible de las víctimas de esos abusos será un ejemplo a exportar a otras comunidades.

De hecho, hace un mes aproximadamente, los obispos de Bilbao, Donostia, Gasteiz e Iruñea se reunieron en la capital alavesa para abordar, entre otras cuestiones, fórmulas de colaboración sobre la protección de menores y la prevención de abusos sexuales.

En el centro. “Pedir perdón es necesario, pero no basta. Pedir perdón es bueno para las víctimas, pero son ellas las que tienen que estar en el centro de todo”, firmaba el papa Francisco hace unas semanas y ha defendido Juan Carlos Cruz. “La Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolver y sacar a la luz” casos de abusos y pederastia y “es la Iglesia la que tiene que ofrecer espacios seguros para escuchar a las víctimas, acompañarlas psicológicamente y protegerlas”.

Con todo, Juan Carlos Cruz -que ha calificado de “excelente” este proceder del Obispado- se ha mostrado partidario de no bajar la guardia y mantener esa disciplina y rigurosidad en la forma de encarar este oscuro episodio de la Iglesia. Esos abusos “son crímenes penados por la ley civil” y quienes los cometieron “deberían estar en la cárcel” por lo que “las iglesias locales deben de seguir colaborando con la Justicia”, ha expresado.

El integrante de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores ha manifestado en más de una ocasión que el hecho de que finalmente la Iglesia haya reconocido el daño que produjo es un punto clave que puede ayudar a comenzar a sanar. Ahora bien, la reparación y la recuperación no dependen en exclusiva de un ritual colectivo como el oficiado ayer en la catedral de Santiago. “No se puede quedar ahí”, ha insistido Cruz en alusión al acto religioso -abierto a la participación ciudadana- presidido por el obispo Segura y por Josu López Villalva, cura jubilado que sufrió abusos en su etapa de seminarista y que ha aplaudido el paso adelante dado por la Iglesia vizcaina y los avances promovidos por el papa Francisco.