Las ciudades parecen abocadas a ver desaparecer esos comercios que antaño les dieron vida. Bilbao no es una excepción y son ya muchos los locales míticos, esos que han marcado época, los que ya no alumbran las calles de la villa. En esta ocasión, además de un negocio que lleva décadas en Bilbao, desaparece con él un olor inconfundible, el del caramelo fundiéndose y abrazando a las almendras. Todo un clásico de Indautxu que de la mano de Ana María Anguita ha acompañado a tantas y tantas personas.

Su ventanilla, en la esquina de la plaza Indautxu y Alameda Urquijo siempre atraía las miradas de quienes pasaban por allí. Y qué decir de ese olor, sin duda se echará de menos. La pequeña tienda de las almendras garrapiñadas más famosas de Bilbao, donde también vendía pequeños juguetes y chucherías, dará paso a una cadena de restauración especializada en comida asiática. Han sido “casi 50 años con la tienda abierta”, comenta Anguita, que empezó con tan solo 18 años y junto a su aita en el negocio. “Empezamos haciendo las almendras en la trastienda de un pequeño local ubicado enfrente del colegio de Jesuitas, y de ahí trasladamos el negocio a la Galerías Isalo".

Ana María Anguita en su puesto de almendras garrapiñadas de la Plaza Indautxu de Bilbao Jose Mari Martínez

Fue “años más tarde cuando empezamos a vender las almendras de cara al público. A mi padre se le ocurrió la idea de abrir una ventana, y después la otra, para poder hacer las garrapiñadas a la vista de la gente y además poder venderlas directamente, sin necesidad de entrar a la tienda”, recuerda. Se acuerda de su aita y destaca “su visión comercial, tenía mucha vista para el negocio, a pesar de no tener estudios”. El negocio familiar comenzaba a ser ya un clásico de Indautxu, en una época en la que además “se vendía mucha más almendra”. Anguita recuerda que su padre “decía que Bilbao era como una pequeña América, en la que se movía mucho dinero”. Y eso se notaba en las ventas. “Mi padre tenía un perolo tres veces más grande que el que utilizo ahora, debía cabes más de un kilo de almendras y la verdad es que volaban”.

Agua con azúcar

A menor escala, pero con ese cuenco inconfundible en el que Anguita mezcla “agua con azúcar” y emana un olor que da paso a la gula, nunca ha dejado de venderlas. “La clientela ha sido muy variada, desde la más fiel y siendo un público más mayor, hasta jóvenes”. A Ana le ha dado “mucha pena dar el paso de dejarlo”, pero lo hago también con alegría porque voy a tener vida, la dedicación cuando tienes un negocio es total y ha surgido la oportunidad de jubilarme, me quedaban algo más de dos años pero ha pasado este tren y he decidido montarme”, expresa todavía con la nostalgia de saber que algo se acaba.

Calcular el número de almendras o de los kilos de almendra que han vendido desde esa pequeña y dulce ventanilla es “prácticamente imposible, algún día le preguntaré a mi distribuidor de almendras a ver cuántos kilos me ha vendido estos años, pero aún así es complicado”, comenta riéndose.

Las últimas garrapiñadas

La clientela se ha apresurado a comprar los últimos saquitos de almendras garrapiñadas, esas almendras que además de estar riquísimas, a más de uno le transportan a cuando era txiki, le llevan a recordar momentos inolvidables y felices.

Son muchas las anécdotas y vivencias al frente del negocio, y estos últimos días, “la gente está siendo muy cariñosa y me están diciendo que les da mucha pena, pero que también me merezco descansar”. Una frase le ha marcado: “Después de haber estado cerrados durante mes y medio por la pandemia", un Policía Municipal pasó por delante y le dijo: “Por fin, por fin huele a garrapiñadas cuando pasas por Indautxu”.

El sábado 28 de febrero calentará por última vez el cuenco lleno de agua, azúcar y almendras. Serán las últimas garrapiñadas de Indautxu, todo un clásico que dice agur a Bilbao. Agur.