El año 1927 fue frenético en la implantación de las nuevas tecnologías de la comunicación de la mano de la recién constituida Telefónica. La compañía desplegó sus líneas soterradas por todo el Casco Viejo de Bilbao, llegando a zonas tradicionales como la esquina del barrio de Atxuri que recoge la imagen. Un córner que se conformó con la zanja que excavaron esos operarios que miraban fijos al fotógrafo, lo mismo que los parroquianos curiosos de la izquierda que no quisieron perderse la oportunidad de ser inmortalizados. Igual que ocurre hoy, el tranvía era protagonista en esa curva, con tendidos eléctricos aéreos sostenidos por postes, muy cercanos a la estación de Atxuri, una de las entradas principales del transporte ferroviario a la villa.

Destaca una ausencia en la instantánea: el Colegio Público Maestro García Rivero. La media docena de árboles de gran porte que conformaban una línea natural de la manzana fueron talados pocos meses después, cuando se iniciaron las obras de las escuelas públicas, dirigidas por el arquitecto Pedro Ispizua. Fue en 1930 cuando los primeros infantes tomaron un edificio de bella factura que a día de hoy mantiene su actividad docente. Proyectado para una capacidad de 850 txikis –que durante muchos años estuvieron segregados por sexos en las dos alas del bloque– el edificio quedó muy deteriorado en 1983 al ser pasto de las riadas de agosto. Pero no hay mal que por bien no venga y todo el inmueble fue restaurado y modernizado de forma que hoy nadie en el barrio entiende Atxuri sin el bullicio matutino que se oye cada día laborable a la hora del recreo.

Lo mismo ocurre con el aplastante bloque de oscuro color sito a la derecha. Es otro clásico que muestra su poderío arquitectónico con varios cuerpos y que a lo largo de la historia ha albergado muy diferentes usos. Uno ya solo es recordado por los historiadores y es que, en este punto durante casi todo el siglo XIX, se atendió a los bilbainos enfermos o que tenían que pasar por el quirófano. Fue el Hospital Civil de Atxuri. Sus obras se iniciaron en 1818 y no concluyeron hasta 17 años después, alumbrando un gran espacio sanitario financiado con suscripciones públicas que sumaron casi dos millones de reales.

Décadas de atención médica que pasaron a la historia con el crecimiento de la población de Bilbao y la expansión a su alrededor del barrio. Los prebostes locales buscaron para el nuevo hospital ubicación más holgada, casi nueve hectáreas en las campas de Basurto, y los miles de metros cuadrados del edificio con fachada principal columnada a la plaza de los Santos Juanes quedaron sin uso a partir de 1908. Pero no por mucho tiempo.

Cuando los peones extraían con cestos los escombros de la zanja en la imagen, el edificio ya llevaba muchos años acogiendo la Escuela de Artes y Oficios cuyo primer curso se inició en 1910. Miles de adolescentes se formaron en todo tipo de empleos manuales, una labor docente que heredó el Centro de Formación Profesional Emilio Campuzano, que es el que hoy en día ocupa el edificio.

También persiste en la actualidad la primera sede de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Bilbao que casi mira al puente de San Antón y se observa al fondo de la imagen. Fue levantada en 1910 en la parcela que ocupaba una antigua alberca municipal y todavía muestra esa bella estructura metálica curvada que se enseñorea en lo alto de la fachada y acoge el nombre de la entidad financiera.

Sí fue pasto de la piqueta el edificio de tres alturas que flanqueaba la mencionada plaza de los Santos Juanes y en cuyo solar expedito se levantó uno de los primeros rascacielos de la villa. Escalonado sobre la cuesta de la calle Zabalbide que sube hacia Santutxu, el bloque residencial se elevó hasta 15 alturas sin contar su planta baja, donde casi desde su inauguración ha albergado almacenes y supermercados.

Finalmente, escondida detrás del edificio residencial de la izquierda, también hoy en pie, se entrevén los arbotantes de la iglesia de San Antón, la construcción más veterana de la instantánea y que por aquel entonces no lucía sus paredes más limpias.

Virado a sepia

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