Los nuevos ascensores que unirán el Casco Viejo y Solokoetxe a través de las escaleras de Ronda entrarán en funcionamiento en otoño de 2023, después de que en un mes comiencen las obras de ejecución. Tras el cierre del ascensor de Solokoetxe, el pasado mes de junio, por parte de la empresa concesionaria, el Ayuntamiento de Bilbao activó de urgencia la tramitación de estas obras, ofreciendo mientras tanto un servicio de lanzadera en autobús que une ambos barrios desde el día siguiente y que, aunque sea con una frecuencia de 30 minutos, se complementa con la línea A2 de Bilbobus.

Ambos contarán con una capacidad para 13 personas, serán gratuitos, funcionarán todos los días del año y tendrán videovigilancia las 24 horas. Los dos lucirán además una imagen similar: un núcleo vertical de estructura metálica y un recubrimiento de vidrio laminado.

En el pleno ordinario del Ayuntamiento de Bilbao que se está celebrando este jueves, el concejal de Obras y Planificación Urbana, Asier Abaunza, ha defendido que este nuevo equipamiento supone una "alternativa" para los vecinos, ante la posibilidad de que, tal y como sucedió con los ascensores de Begoña, la empresa judicialice el final de la concesión. "Supone una alternativa ante la posibilidad de entrar en un callejón que no sabemos cuándo terminará", ha advertido. "La empresa ha querido pleitearlo todo, para marcharse con dinero en el bolsillo en lugar de pagar las deudas que tiene", ha criticado Abaunza.

Ante las objeciones de los grupos de la oposición, el concejal ha explicado que las obras no se han podido poner en marcha antes, a pesar de que contaban ya con el proyecto constructivo en previsión de que algo así pudiera suceder, ya que la concesionaria les hubiera podido denunciar por suponer una competencia por generarles un desequilibrio económico-financiero.

Respecto a los ascensores de más de 60 años que existen en la ciudad, ha señalado que ya tienen acordado con el Gobierno vasco, dado su valor arquitectónico, rehabilitar el de Begoña cuando el proceso judicial con la concesionaria llegue a su fin. Tanto en el caso del de Arangoiti, como el propio de Solokoetxe, ha descartado que tengan valor arquitectónico alguno. "Es como la entrada a una mina; no tiene sentido gastar un euro en un equipamiento que no cumple la más mínima normativa", ha advertido.