Algunas llevan pantalones largos para evitar que las pinchen, otras un silbato unido a las llaves por si perciben una amenaza y, para todas, la consigna clara; nadie se queda sola, ni para pedir en la barra ni para ir al baño. Los ataques por sumisión química que se han venido repitiendo en las fiestas durante el verano han acentuado el miedo entre las mujeres, sobre todo las más jóvenes, que extreman las precauciones las noches de Aste Nagusia, más si cabe que otros años, ya que la sombra de una agresión sexista siempre ha planeado sobre ellas. “No hay derecho; llevamos tres años sin poder salir tranquilas por el covid y ahora tenemos miedo por esto. ¿Es que nunca vamos a poder disfrutar de la fiesta en paz?”, lamentan enfadadas Elaia San Pedro, Lucía López y Amelia Urien.

El llamamiento a unas fiestas libres de agresiones, en las que las mujeres puedan disfrutar libremente sin sentirse amenazadas o tener que coartar su forma de salir, ha sido unánime en los últimos años, tanto por parte de las instituciones como de los diferentes agentes sociales involucrados en Aste Nagusia. Pero los casos de pinchazos que se han producido este verano en diferentes fiestas han hecho que, en esta ocasión, tanto el Ayuntamiento de Bilbao como Bilboko Konpartsak se hayan volcado en redoblar la atención a las víctimas, con más puntos de atención, y en la condena unánime y sin fisuras de los agresores, con el objetivo de que Aste Nagusia sea un espacio en el que las mujeres puedan disfrutar sin miedo. Solo sí es sí, reza la campaña municipal; en las txosnas, los carteles recuerdan que no quedará ninguna agresión sin respuesta. “Si ves o vives una agresión, ve a la barra y pide ayuda. Estamos contigo”, se lee en ellos.

Apenas alcanzan la veintena y, cargadas con sus bolsas de bebida, buscan una esquina tranquila en la Plaza Nueva donde comenzar la noche. “Estamos acojonadas”, admiten Elaia, Lucía y Amelia. Sin tapujos, sin paños menores, con una frialdad que asusta. De hecho, confiesan que han estado a punto de quedarse en casa por el miedo a que les pase algo. Al final, las ganas de pasarlo bien tras dos años de parón festivo han ganado el pulso al temor. “El primer día no queríamos salir, por si acaso. Eso sí, vamos mirando para todos los lados”, relatan. La amenaza que podían sentir años atrás cuando volvían a casa no las abandona ahora durante toda la noche; mientras bailan, mientras hablan, cuando van al baño... “Ya ni el covid; ahora lo que nos da miedo son los pinchazos. Y no es cuestión de no quedarte sola; puedes estar con tus amigas, tranquila, y te pinchan”, temen.

"Estamos acojonadas, no íbamos a salir por si acaso. Eso sí, vamos mirando a todos lados"

Elaia San Pedro, Lucía López y Amelia Urien - Bilbao

Pese a ello, mantenerse siempre juntas es una máxima que cumplen a rajatabla. Tampoco piensan meterse en puntos muy concurridos de las txosnas. “Ahora pasas más miedo en la propia fiesta que a la hora de irte; donde te lo pasas bien, ahí es donde más te cagas”, explican.

"El miedo está ahí"

Garazi Guerrero y Naroa García ven los fuegos artificiales cuando a la boca de metro de San Nicolás mientras esperan al resto de sus amigas. No ocultan que el miedo que tienen a ser agredidas es mayor que otros años. “Si te van a echar algo en el vaso, lo tienes siempre a la vista y lo puedes controlar; pero para pincharte es tan fácil como colocarse detrás tuyo, y no te enteras”, reconocen. Entre su cuadrilla, con edades entre los 25 y los 30 años, hay incluso quien ha dejado en el armario los shorts y los vestidos, y han preferido vestir pantalón largo para tratar de evitar que las pinchen. “Yo creo que si la quieren liar te lo van a hacer igual pero el miedo está ahí...”, afirman comprensivas.

“Amigas nuestras salen con pantalón largo para evitar pinchazos; es muy triste andar así”

Garazi Guerrero, Naroa García, Leire Santos y Aitziber Yurrebaso - Bilbao

En ningún momento se han planteado quedarse en casa, “después de dos años sin Aste Nagusia ya tocaba”, aunque todas las precauciones que pueden adoptar les parecen pocas. “Cuando llegas a una edad creo que eres más consciente de lo que puede pasar y tienes más cuidado; ir siempre al baño o a pedir acompañadas, avisar cuando llegas a casa, no meterte en sitios donde haya mucho barullo, aunque es casi imposible, o no volver sola. Mi ama siempre me dice que la llame si quiero que me venga a buscar pero este año ha hecho más hincapié”, cuenta Naroa.

Esa vuelta a casa sigue siendo, para ellas, el momento más crítico; van escribiéndose unas a otras por el móvil y en su llavero no falta un pequeño dispositivo de alarma para poder utilizarlo en caso de que se sientan en peligro. Leire Santos y Aitziber Yurrebaso, sus amigas, acaban de llegar. “Puedes dar un fogonazo de luz si alguien te va a atacar y, al quitar el seguro, empieza a sonar una alarma muy fuerte”, muestran el pequeño aparato. “Claro que tenemos miedo; te hace plantearte si salir o no salir, tomarte con más calma las fiestas... Conocemos chicas que no van a venir a Aste Nagusia porque les da miedo”, relatan. “Es muy triste tener que andar así, cuando los que tendrían que quedarse en casa o andar con más cuidado son precisamente los que van a liarla”, se enfadan.

Las llaves, siempre a mano

En el recinto de txosnas, Nahikari Sarasola y Rocío Domínguez bailan al ritmo del Ay, mamá de Rigoberta Bandini. Ambas han sobrepasado ya la cuarentena y están dispuestas a darlo todo esta noche. “Llevábamos dos años seguidos sin Aste Nagusia y ya tocaba. Y aunque vivo en Portugalete, siendo de Bilbao qué te voy a decir... A ver si pillo a Marijaia por ahí y le doy un achuchón”, sonríe la primera. Los casos de sumisiones químicas no les han vuelto más temerosas, “sabemos que si en algún momento dado nos encontramos raras nos avisamos la una a la otra” y además creen que las víctimas se concentran en mujeres más jóvenes, “que son más vulnerables. Eso sí, siempre hay que estar atentas”, advierten ambas.

“Las llaves las llevamos siempre en la mano hasta el portal y un par de miraditas hacia atrás nunca sobran”

Nahikari Sarasola y Rocío Domínguez - Portugalete y Santurtzi

Siguen también a rajatabla la consigna de mantenerse juntas, salvo cuando tengan que despedirse en el metro. “Cuando llegamos a casa siempre nos avisamos la una a la otra. Las llaves siempre las llevamos en la mano en el trayecto desde el metro al portal y un par de miraditas hacia atrás nunca sobran”, coinciden ambas.

"Te sientes intimidada"

Nekane Muñoz no esconde que el miedo a sufrir una agresión se ha acrecentado este verano. Vecina de Basauri, la recta que tiene que recorrer cuando vuelve a casa en metro hasta llegar al portal le da “mucho miedo, aunque solo son cinco minutos. El temor hoy en día es mayor, porque no hay día que no escuches que han agredido a una mujer. ¿Quién te dice que no vas a ser tú la siguiente?”.

“Siendo mujer vas siempre con más respeto, te sientes intimidada”

Nekane Muñoz, Rebeca Medina, Ane Santa María y Eider Bageneta - Basauri

Ha salido con sus amigas, Rebeca Medina, Ane Santa María y Eider Bageneta, todas ellas vecinas. “De hecho, si no llega a salir nadie de Basauri, me quedo en casa”, reconoce. “Más que miedo, a mí me da respeto. Saliendo en grupo me siento más arropada y no solo por los pinchazos, que han salido ahora. Siendo mujer vas siempre con más respeto, te sientes intimidada”, lamenta Rebeca. “Cuando se ríen porque vamos juntas al baño... ¡Cómo se nota que ellos no tienen miedo de que alguien les pegue un susto estando sola en al baño!”.