Patas de cabra arrancadas, candados reventados, ruedas peladas por derrapes, cuadros doblados tras ser lanzados violentamente contra una pared... Incluso bicicletas que terminan en la ría o envueltas en llamas. Una media de 35 velocípedos del servicio de alquiler municipal de Bilbao terminan cada día en el taller tras ser atacadas por vándalos. Aunque la cifra está lejos de las 407 que llegaron a estar fuera de circulación el 25 de octubre, el goteo de actos vandálicos sobre las bicicletas bilbainas no cesa.

“Hemos reforzado la medidas y están mejorando las cifras pero sigue siendo una realidad. Hay personas incívicas que vandalizan las bicicletas dejándolas fuera de servicio e impidiendo que la ciudadanía pueda hacer uso de ellas”, lamenta la concejala de Movilidad y Sostenibilidad, Nora Abete. El taller donde se reparan todas las bicicletas del servicio municipal de préstamo de Bilbao, Bilbaobizi, está situado cerca de la basílica de Begoña. En uno de sus rincones descansa, entre otras rescatadas del lecho de la ría, la bicicleta mojojón. Se ha ganado este apelativo entre los mecánicos porque pasó tanto tiempo bajo el agua que en su cuadro llegaron a crecer incrustaciones animales. “Nos las sacan los bomberos o el barco de Bilbaogarbi que recoge los residuos de la ría”, explica Álex Díaz, director del servicio.

No es la única; cada año se rescatan del agua una veintena de bicicletas. El pasado mes de abril, la inauguración de una discoteca en Zorrotzaurre, dejó en el lecho de la ría cuatro bicicletas de alquiler, además de numerosos daños en el mobiliario urbano. “Hay que desmontarlas enteras y volver a montarlas. Toda la electrónica está para tirar y muchos componentes como rodamientos y frenos, también. Dejamos el cuadro limpio, contando que no se haya dañado por la caída, y montamos todos los componentes nuevos otra vez; es crear casi una bicicleta desde cero”. También hay quien les prende fuego. En Otxarkoaga, el año pasado, rociaron una con gasolina antes de darle fuego. La gracia provocó un pequeño incendio forestal. En el último año los vándalos han quemado una docena. Son quizás las más llamativas pero no son, ni mucho menos, las únicas. Un paseo por el taller muestra sin tapujos los destrozos que provocan los que, como diría aquel, no tienen idea buena.

Durante el último mes han llegado una media de 35 bicicletas estropeadas; es un decir, porque prácticamente en su totalidad han sufrido destrozos provocados. El mes anterior, en mayo, la media fue de 48, pero es que durante el periodo más crítico de esta ola de vandalismo, que se ha registrado también en otras ciudades europeas como Cardif y varias localidades alemanas tras levantarse el estado de alarma por el covid -en 2021 llegaban una veintena al mes-, llegaron a estar en el taller 407 de las 700 bicicletas que se ofrecen en alquiler, en concreto el 25 de octubre.

“Fue la tormenta perfecta; se juntó una época muy fuerte de vandalismo con problemas para que nos llegaran algunos repuestos; en algunos casos los tiempos de espera eran de hasta un año”, rememora Endika Garzón, jefe del taller y mantenimiento de estaciones. Las medidas puestas en marcha por el Ayuntamiento, desde el refuerzo del personal del taller a la intensificación de la vigilancia de la Policía Municipal, han ayudado a que, poco a poco, la situación se vaya recuperando. Actualmente, cada día hay 644 bicicletas disponibles, frente a las 360 de aquel fatídico octubre. 

CAMBIO DE UBICACIÓN EN ABANDO

Más visibles. El Área de Movilidad y Sostenibilidad cambiará de ubicación en las próximas semanas la estación de alquiler de Abando -una de las que más actos vandálicos sufre- del lateral que lleva a la calle José María Olabarria a la fachada principal de la estación. “Se trata de moverla a un sitio con más visibilidad. Hay algunas estaciones en las que la vandalización es mucho más recurrente y tenemos que tomar este tipo de medidas. Nos hemos planteado incluso quitar estaciones porque es inasumible”, explica la concejala Nora Abete. Se está valorando también con otras de las más castigadas, como las de Anselmo Clavé, Otxarkoaga, la plaza de La Encarnación, Leizaola, Blas de Otero, Ibaizabal, Indautxu o Etxebarria.

500 patas rotas al mes

Lo que más destrozan son las patas de cabra, que arrancan a patadas. Hay meses en las que se han llegado a sustituir 500 y no solo rompen el apoyo, sino también la pieza con la que se une al cuadro. Las nuevas, a ocho euros cada una, se tienen que colocar en la vaina. El taller ha tenido que comprar unas específicas, mucho más ligeras, para evitar que las usen como martillo para causar otros destrozos. Reventar los candados que abrazan los radios para evitar los robos -arrancan las bicicletas de sus anclajes, lo que inutiliza también los puntos de carga-, y las ruedas y los radios rotos por tirarlas violentamente contra el suelo son los daños más habituales; también los focos arrancados, los cortes en sillines o puños, o las cestas dobladas por sentarse encima. Los golpes contra paredes o bordillos, por bajar escaleras o hacer cabriolas en las pistas de skate, también se llevan por delante los cuadros, al doblarlos.

“Hemos reforzado las medidas y han mejorado las cifras pero sigue siendo una realidad”

Nora Abete - Concejala de Movilidad y Sostenibilidad

“El problema no lo tenemos con los usuarios habituales que están registrados, que suelen cuidar las bicicletas y son responsables”, afirma Nora Abete. Pasarse del tiempo de alquiler -60 minutos máximo por uso-, salir del municipio, ceder la bicicleta a otra persona -incluso menores de 15 años, prohibido- y circular por una acera o un parque suelen ser las infracciones más habituales, en la mayoría de casos por desconocimiento, que se sancionan no económicamente, sino con un tiempo sin poder utilizar el servicio.

Aunque no es fácil identificar a los vándalos, desde el Área saben que muchos de ellos son menores “que han cogido esto como un divertimento”. Respecto a los momentos del día en los que se producen, muchos de estos actos vandálicos coinciden con las noches del fin de semana, pero también son comunes las tardes de entre semana, a plena luz del día.

CASOS CURIOSOS

A Málaga y vuelta. Una bicicleta municipal llegó hasta un garbigune de Madrid, se fue hasta Málaga, apareció nuevamente en un centro logístico de Madrid y volvió a Bilbao. Lo decía el GPS incorporado al candado que alguien había escondido en los bajos de un camión. Lo descubrió una furgoneta del servicio que empezó a seguir a la ‘bicicleta’ ya en Bilbao.

Robos. En los últimos cuatro años se han robado un centenar de bicicletas. Si se encuentran en la calle se recuperan, pero no si están en casas o en garajes. Aunque están localizadas por GPS -incorporado al candado de bloqueo-, su batería tiene una vida limitada. Se han localizado bicis en Ortuella, las instalaciones del Consorcio de Aguas en Arrigorriaga, Zalla, las vías en Basauri o en Santo Domingo de la Calzada.

Candados resistentes. Los vándalos arrancan las patas de cabra para golpear con ellas el candado que bloquea la bicicleta en los radios. La empresa que gestiona el servicio ha tenido que desarrollar cuatro versiones de candados, cada vez más reforzada con metal, para conseguir que no los rompan. También utilizan adoquines.

Desde el Puente de La Salve. En primavera del año pasado arrojaron una bicicleta desde el Puente de La Salve a la carretera. “Si llega a pasar alguien por debajo en ese momento hubiera habido una desgracia”, advierte Álex Díaz. En Bolueta las arrojan por un desnivel de casi cinco metros.