El padre de Mariví Rodríguez también podría estar entre los 42 soldados exhumados.Esta jarrillera de 85 años se enteró del hallazgo viendo la televisión. “Mis abuelos siempre habían asegurado que mi padre estaba enterrado en el cementerio de Begoña”, afirma Rodríguez. Entonces, decidió llamar al Ayuntamiento de Bilbao y, desde aquí, le pusieron en contacto con el Instituto Gogora.Fui a María Díaz de Haro -donde se encuentra su sede- y me hicieron una pequeña entrevista”, comenta. Tras esto, le realizaron una prueba de ADN para poder determinar si alguno de los 37 soldados que aún no se han identificado es, en efecto, su aita. “Me haría una ilusión terrible poder encontrarle”, asegura emocionada. Ella no pudo conocer a su padre, que fue abatido cuando el ejército franquista cerró el cerco sobre el cinturón de hierro a la altura de Artxanda. Aún así, siempre ha sido una figura muy presente en su vida, y está deseando poder ofrecerle el entierro que, por las circunstancias, no pudo tener. Los padres de Mariví, Félix Rodríguez Arana y Vega Sáenz, contrajeron matrimonio en una época convulsa, cuando la sombra del fascismo se cernía amenazante sobre una Europa tensionada política, económica y socialmente. Al poco de contraer nupcias, Rodríguez Arana marchó a la guerra. Y allí perdió la vida. Sáenz, tuvo que abandonar Bizkaia junto a su familia cuando las bombas de la aviación italiana -la Italia de Musolini era uno de los principales aliados del bando sublevado- azotaban el área del Gran Bilbao sin piedad. Por aquel entonces, ya estaba embarazada de Mariví, y dio a luz en Tarragona justo cuando las tropas de Franco estaban tomando la ciudad, literalmente, a bombazos. “Pero yo soy portugaluja de pura cepa”, advierte Mariví. Con la llegada del franquismo, se negó el estado de viuda -así como la pensión vinculada a ésta- a toda mujer que se hubiese casado y enviudado durante la guerra en la república. Por ello, Sáenz figuró, hasta que volvió a contraer matrimonio, poco después como madre soltera, con todo lo que ello implicaba para el ideario reaccionario nacionalcatólico del franquismo. Hoy en día, Mariví Rodríguez necesita apoyarse en un andador para caminar con comodidad, pero ésto no le impide luchar de manera incesante por mantener viva la memoria de su padre y la de todas las víctimas de un régimen cruel.