L bautismo más tradicional del pueblo de Bilbao cuesta arriba tiene dos hitos esenciales: Artxanda y el Pagasarri. Son los dos montes más habituales en las primeras ascensiones a la bilbaina, si se me permite decirlo así. Raro es quien no haya subido alguna vez a los merenderos del primero o a la cumbre del segundo. No por nada, a la tradición de llamarle Botxo a Bilbao se le atribuye un origen y un porqué. Parece que fue a finales del siglo XIX cuando el pueblo comenzó a llamarle Botxo a la villa al amparo de los montes que le rodean, como si estuviese enclavado en un hoyo. Recuerda la historia, en esta ocasión de la mano de Josu Gómez, que el 26 de marzo de 1891, Unamuno había publicado un artículo llamado Sartas sin cuerda en el periódico El Nervión, en el que describía, con aires costumbristas, una mañana por las calles de Bilbao. En una de sus páginas sobrevuela el entorno del Arenal viéndolo como "el mejor pedazo de cielo de que gozamos desde el bocho, el puente más ancho, la estación, tras los pelados árboles, las arboladuras peladas de los buques y allí delante, la fila de hermosos castaños y el tilo". Insiste el historiador en que no ha encontrado una referencia anterior al nombre por escrito, ni siquiera en el Lexicón bilbaino (1896) de Emiliano de Arriaga. Demos por buena la paternidad a la espera de que aparezca una de esaas voces correctoras que siempre están a la que salta.

El propósito de hablarles del uso del término Botxo y sus porqués y de los dos montes más célebres de Bilbao es el de abrirle paso a otro, al Monte Banderas que, dicho así, tiene nombre de bandolero. No está a la altura de los dos citados -y no hablo sólo de orografía, comprenderán...- pero si tiene su sello en Bilbao, su nombre y una historia que le rodea. En ese mundo pretendo sumergirles, si a estas alturas continúan con la lectura.

Comienzo por contarles que, como a uno de esos viejos amigos con apodo que tanta gente gasta, casi nadie le conoce ni le llama por su auténtico nombre: Elorriaga. A los pies de San Ignacio puede verse su cumbre con una corona de espinas, habida cuenta que está sembrado de antenas. ¿Quiere el lector, pese a todo, hacer cumbre...? En el barrio cuentan que las vistas desde esa cima txikita pero matona son fabulosas, desde Bilbao hasta la mar. Al parecer el camino más célebre comienza en la calle Ugasko que, txipli, txapla, le lleva a uno hasta las huertas de Arangoiti primero (un pequeño desvío le permite a la persona visitante conocer el centro cultural enclavado en el antiguo caserío txakoli Agirre del siglo XIX...) al Hotel Artetxe, un hotel rural que ocupa tres casas de piedra rodeadas de jardines en ese suerte de colina con vistas a la ciudad e incluso a un campo de tiro.

Se hace precisa una parada. ¿Por qué se le conoce a ese espacio como Monte Banderas? La gente mendigozale lo explica a las mil maravillas en algunas de sus descripciones. En una de ella puede leerse una explicación al detalle. Acompáñenme.

Se trata de una "modesta cota de la Sierra de Gangurengana, concretamente la más baja de todas ellas, cuya importancia no reside en su valor montañero sino en el histórico, ya que tanto durante las Guerras Carlistas como durante la Guerra Civil Española, ejerció como un importante bastión de vigilancia y defensa de la Villa de Bilbao (8 m). No en vano, en su cima aun quedan restos de un antiguo fortín carlista del s. XVIII al igual que ocurre en su vecino San Bernabé (225 m). Se dice que el nombre de Monte Banderas, con que también se suele conocer este monte, viene de la existencia de una antigua estación de telégrafo de banderas que informaba de la entrada y salida de buques por el río Nervión, y que fue colocada a finales del s. XVIII. Hoy en día su cima se haya vallada y afeada por antenas y edificaciones, no pudiendo alcanzar la cima pero sí su escondido vértice geodésico. Asomándonos a la vertiente S podremos tener una bonita vista de Bilbao (8 m) y de la desembocadura del Nervión/Nerbioi. Esta cima se concursaba en el catálogo de montes de la asociación de oficinistas de Bizkaia del año 1926, apareciendo citada en la posición número 5 del listado de ascensiones propuestas para el año 1931. También figura con el nombre Berriz-Banderas en el catálogo de montes del CD Eibar del año 1930".

Monte Banderas, les insisto. En estos suelos tenía Bilbao como propio un paraje llamado el Rollo término, y en él solicitó el Ilustre Consulado de Bilbao, el 5 de abril de 1791, poner palos de banderas con señales de entrada y salida de las embarcaciones y una tejabana, después construyó un edificio de piedra de sillería para refugio del que las custodiaba. En una escritura de 1808 se denomina a esta tejabana "casa de las banderas en el monte llamado de San Antolín". Este telégrafo de señales marítimo, que luego sería eléctrico, indicaba la entrada y salida de embarcaciones por la barra de Portugalete en correspondencia con el telégrafo existente en San Ignacio de Usategi de Getxo. Este mismo lugar sería fortificado por los liberales y, más adelante, por los carlistas. El nombre de la cumbre aparece también mencionado en algunos cantos populares. Escuchemos uno de ellos:

"Navarrito se ha marchado

para el monte de Banderas

y Varela le ha dejado

un tapabocas de seda"

Suenan, no me digan que no, a una suerte de versos de tradición oral del mester de juglaría con los que los juglares distraían al pueblo.