STA es una historia móvil, un paseo que va y viene por la ciudad (sin disimulos, entre nosotros la ciudad es Bilbao...) en los dos últimos siglos, con su maletín de médico bajo el brazo y siempre al acecho de las llamadas y las necesidades, muchas veces con urgencias. Les hablo de aquellos cuartos de socorro que dejaron huella en plena expansión de Bilbao, en pleno ensanche. Esta es una historia que se cuenta al compás de la evolución de la ciudad y que tiene su comienzo en un punto concreto, hoy reconocible aunque haya pasado por múltiples usos.

La primera casa de socorro bilbaina estuvo ubicada en la casa-palacio de Eustaquio Allende Salazar, entre las actuales calles Gran Vía y Ledesma, donde más tarde se instalarían las empresas La Instaladora General, primero, Mark&Spencer, después, y, en la actualidad, el Corte Inglés que también se irá de ese espacio en agosto. Fue inaugurada el 7 de agosto de 1893 por las necesidades urgentes que tenía la ciudad. Disponía de una sala para sesiones científicas, cuya utilidad se puso pronto en evidencia al albergar no sólo sesiones clínicas y científicas, sino el nacimiento y primeras reuniones de la Academia de Ciencias Médicas de Vizcaya, así como las primeras reuniones del Colegio de Farmacéuticos .

Pasados sus primeros cinco años de actividad, vistos los buenos resultados, la aceptación popular y, también hay que decirlo, el incremento del alquiler que pasó de tres mil pesetas anuales a cuatro mil en pocos años, el Ayuntamiento se planteó construir un edificio nuevo capaz de albergar la Casa de Socorro y el Laboratorio Químico Municipal que había peregrinado por sucesivas e inapropiadas sedes y se encontraba ubicado por entonces en la calle Henao. A tal fin se eligieron los terrenos del antiguo cementerio de San Vicente de Abando, secularizado en 1889 y del que habían quedado 468 m2 como propiedad municipal. Los médicos de la Casa de Socorro informaron que tanto la orientación, húmeda y sombría, como el uso anterior de estos terrenos que alojaron al cementerio de Abando y antes, durante el sitio de la Villa, al fortín que alojaba a la denominada batería de la Brigadiera, hacían incompatible ese solar con la sede de un centro de asistencia médica, lo que dio lugar a un primer proyecto en el que se pretendía ubicar allí los servicios del Laboratorio y los de Fumigadores, pero no a la casa de socorro.

Esos dimes y diretes acabaron con el dictamen de José María de Gorostiza, decano del Cuerpo Médico Municipal, el cual, estimaba que la mala orientación no tenía trascendencia en un centro de primeras curas y que lo que debía primar a la hora de elegir la sede era la existencia de buenas comunicaciones. Vieron entonces que las recientes aperturas de la calle San Vicente (1894) y de las escalinatas de San Vicente a Uribitarte (1896) le proporcionaban unas comunicaciones óptimas con el Ensanche y con la zona comercial e industrial de Uribitarte, así como con el ferrocarril de Portugalete, fuente de numerosos accidentes, el informe de Gorostiza aprobó el nuevo espacio y propició la modificación del primer proyecto, eliminando lo referente a la instalación de los fumigadores y añadiendo un piso más al diseño anterior.

Puesto manos a la obra, la construcción se paralizó en 1898 merced a una huelga y en 1899 debido a las persistentes lluvias de abril y mayo. Superados todos los obstáculos, el 1 de julio de 1901 entró en servicio la nueva sede, siendo alcalde Felipe Alonso de Celada y las Carreras y estando la plantilla de médicos cubierta por José Barra (jefe médico), Venancio Palacios y Andrés Fernández de Artieda. La creación de la Casa de Socorro en el Ensanche fue investida de la máxima prioridad. Para ello se procedió a solicitar a la Comisión de Policía el correspondiente estudio relativo a la organización y establecimiento de la misma con todo el material instrumental y humano, médicos y enfermeros, adecuado. Fueron varias las vicisitudes que sufrió el proyecto, como les dije, hasta que, dieciocho años más tarde de la fecha en que se presentó la primera moción, se encargó a Enrique Epalza la redacción de un proyecto de nueva planta para lo que pasó a denominarse Laboratorio Químico Municipal y Casa de Socorro.

El nuevo edificio disfrutó de una magnífica acogida por parte de la población que pronto olvidó la ubicación anterior. La sala de curas, cuyo diseño permitía una elevada calidad estética que se sumaba a la amplitud y luminosidad idóneas para el fin a que estaba destinada, era elogiada por la comunidad sanitaria. Durante más de treinta años fue la sede del quirofanillo que asumió la asistencia a la mayor parte de las urgencias de cirugía menor acaecidas en la Villa. En su centro se encontraba una mesa articulada, modelo en su tiempo, que ahora se contempla en el Museo Vasco de Historia de la Medicina. Su actividad fue decayendo a partir de la implantación del Servicio Especial de Urgencia de la Seguridad Social en el año 1968, lo que unido a la aparición de la Ley General de Sanidad de 1986, llevó a su cierre en 1988. El edificio, de fachada modernista y sobria, espolvoreada con ladrillos, alberga hoy en día la sede de los servicios médicos municipales. Consta de un semisótano sobre el que reposan cuatro plantas. Los paseantes, al pasar a su lado, continúan deteniéndose a mirarlo.