STA es una historia que comienza a mediados del siglo XIX, cuando la música de los negros del sur de Estados Unidos, hecha por y para esclavos, pasó a convertirse en una melodía selecta, un ritmo -swing, se dice en el argot...- que fue admirado por medio mundo. Pasó de sentirse como música de baile popular a una forma de arte reconocida en todo el mundo. También cambiaron las actitudes hacia esta música: en 1924 un periodista del New York Times se refería a ella como "el retorno de la música de los salvajes", mientras que en 1987 el Congreso de los Estados Unidos de América declaraba al jazz como un "destacado modelo de expresión".

La expansión del jazz en algunas tierras europeas como Bilbao se encuentran con mil y una trabas y dificultades, comenzando por los orígenes. "¿Ha visto usted Los Simpson? Lisa, que tendrá 7 u 8 años, toca el saxofón. El instrumento está en la cultura americana y en otros pueblos, pero no aquí", nos advierte Gorka Reino, agitador cultural, programador de La Bilbaina Jazz Club (BJC) e impulsor de Jazzon! junto a Tato García. Ambos son defensores de ese espíritu.

Gorka y Tato. Tato y Gorka. Ellos, como Jazzon!,se plantearon hace unos años que su única posibilidad de supervivencia pasaba por ubicarse en un espacio (Urazurrutia 7) donde pudiesen explotar los propios recursos. Esto permitiría crear unas sinergias entre el público y los músicos. Quieren convertirse en un referente en el entramado musical vasco, conectado con la escena internacional de jazz y sus músicos. Como la Asociación BJC carece de medios y las ayudas son escasas, después de intentar encontrar ese lugar durante muchos años, Jazzon! ha decidido crear un espacio tan mágico. Su nombre será Jazzon Aretoa y es un espacio de creación y exposición cultural abierto al pu?blico que tiene como objetivo la puesta en valor y difusión del jazz y las músicas creativas contemporáneas.

Trajo el jazz hasta Bilbao toda una leyenda con apellido danés, Pío Lindegaard, pero nacido en Amorebieta. Lo intentó por todos los medios y así, para 1958, ya había fundado el primer Jazz Club de Bilbao, que funcionó hasta mediados de los sesenta. Ingeniero termodinámico de formación, y quizá por eso, fue capaz de comprender lo hermoso de las contradicciones melódicas del jazz, de sus variaciones, escalas e improvisaciones que sobre una partitura se antojan imposibles pero que milagrosamente no lo son cuando las ejecutan un alma negra.

No hay un nombre más ligado a esta música en Bilbao. Pío. Don Pío. Suyo fue el tesón por mantener en pie ese universo. Y de su trabajo en Bilbao nació, en 1991, La Asociación cultural BJC-Bilbaina Jazz Club Kultur Elkartea, impulsada por la iniciativa de un grupo de aficionados entusiastas, capitaneados por aquel danés de Amorebieta, que pretendían conseguir casi un imposible: hacer de Bilbao una plaza estable en el circuito internacional de jazz, y cubrir un importante hueco en la difusión del jazz: la escena contemporánea.

Todo comenzó a comienzos de los años 90 del pasado siglo, como les dije, en aquel espacio ubicado en los bajos de la Sociedad Bilbaina y que era conocido como La Bodega. Lo primero era el clima, la atmósfera. La imaginación nos situaba en uno de esos clubes canallas de Nueva Orleans. Escuchen, si no me creen. Primero había que localizar el callejón y atreverse a llamar a la puerta. Superado el reto, había que bajar unas escaleras que conducían a su vieja moqueta floreada, para unos horrenda, para otros el summum de lo vintage. Al fondo a la derecha contra la pared se veía una sobria tarima que hacía las veces de escenario. Junto a ella a un lado, al otro y de frente varias hileras de sillas de salón antiguas, cómodas y sin numerar, colocadas expresamente para la ocasión, con una barra al fondo y los músicos y el público echándose el aliento, a centímetros.

Muchos de aquellos conciertos comenzaban sobre la hora bruja de las doce de la noche y eran toda una fiesta de los sentidos. En aquel grupo de aficionados había algunos que ya, desde los años setenta e incluso antes, se reunían en torno al jazz. En aquella atmósfera surgieron algunos lugares emblemáticos en Bilbao como fueron La Casa del Loco, el Bluesville, el Poxpolo, el Crystal o el Intermezzo entre otros.

BJC nació, hace más de 30 años ya, como punto de encuentro para los aficionados y como trampolín para acercar a los amantes de la música propuestas musicales de primer nivel, sin esperar al arrebato de los esporádicos festivales veraniegos. A diferencia de estos, los programas de BJC se basan en la frecuencia semanal y en la cercanía de la música y de los músicos al público, para una buena audición. Música de cercanía se puede decir.

Cercana y de calidad. No en vano, la programación de BJC-Kultur Elkartea viene marcada por lacalidad musical de las propuestas, sin depender de su tirón comercial. Así, el público descubre a importantes músicos de la escena contemporánea internacional sin desplazarse a grandes centros culturales como Nueva York, Copenhague, París, Berlín, Londres, Barcelona o Madrid.

A pesar de su trayectoria y el reconocimiento internacional, la BJC-Bilbaina Jazz Club Kultura Elkartea no encontraba un espacio propio. El hotel Conde Duque, espacios como la sala BBK y el teatro Arriaga han ido acogiéndolos como si fuesen refugiados de la música. Jazzon Aretoa les espera.