A biografía que le acompaña por los bosques de internet para identificarla se repite una y otra vez. “Asun Balzola nació en Bilbao en 1942. De pequeña quería ser pirata, pero un accidente a los 20 años de edad le privó de surcar los mares, aunque el mundo de la ilustración y la escritura le ha permitido recorrer mundos lejanos y fantásticos. Estudió pintura en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Trabajó en la Imprenta Industrial de Bilbao y a partir de aquí se dedicó al mundo de la ilustración y la escritura.”.

Todos los mares eran suyos cuando entraba en juego la imaginación, la más audaz de sus habilidades. Empezó a escribir en 1978, cuando eran muy pocos los que escribían para la infancia y la juventud. Además de esta ocupación, su labor en prensa, diseño gráfico y publicidad gozaban de gran prestigio. Sus trabajos han ilustrado además editoriales europeas y estadounidenses. Reconocida por su excelente trabajo como ilustradora con el Golden Apple de Bratislava, varios premios del Ministerio de Cultura Español y del Gobierno vasco. Sus ilustraciones son claras, profundas y llenas de color, con un trazo fácil provocando la imaginación del que lo mira, como si ésta fuese una virtud contagiosa, que debería serlo.

Fue la suya, como les digo, una vida trepidante. Empezó su actividad en la empresa Imprenta Industrial, iniciándose en el terreno de la ilustración infantil con la Editorial Aguilar, en 1962. A los 20 años sufrió un terrible accidente que la deja inválida e interrumpió su ascenso en la profesión. Tras años de recuperación y de tesón infinito para recuperarse en lo que pudiese, Asun reaparece en las galerías de las bellas artes. Se dedica, en su faceta más conocida, a escribir e ilustrar libros para niños y jóvenes. Desde entonces no ha abandonado este campo, trabajando en Italia esporádicamente. Es a través del dibujo y la narrativa infantil como comienza a moverse dentro del mundo del arte realizando una exposición junto con Juan Carlos Eguillor en la sala de la Caja de Ahorros Vizcaína en 1979.

Fue galardonada con el Premio Lazarillo al Mejor Ilustrador Infantil. En 1998 le es concedido el segundo Premio del Ministerio de Cultura en la misma categoría y está entre los finalistas del premio Andersen, considerado el más importante galardón en esta especialidad artística. Editó sus libros en más de una veintena de países diferentes y tuvo un reconocimiento internacional notable, incluso en EE.UU..

En su afán por ampliar las miras creativas publicó Txoriburu - Cabeza de chorlito, donde hacía memoria de sus siete primeros años de vida y en el que incluye un disco en que ella misma interpreta una decena de canciones infantiles, con arreglos electrónicos y acompañada de guitarra, publicado por Ediciones Destino y presentado en el Hotel Igeretxe de Getxo de la mano del Aula de Cultura en 1999.

Su vida fue un constante ir y venir. Estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid (“solo un año porque era una mujer muy anárquica”, decía...), tras recuperarse parcialmente del accidente de coche. También trabajó en los campos de la publicidad y en el diseño gráfico y se trasladó a Italia para vivir unos años allí. A su regreso eligió Madrid como campamento base y ya en los años 80 fue la primera presidenta de la Asociación de Ilustradores de Madrid (APIM), cargo que volvió a asumir en enero de 2001. Un año después era nombrada presidenta de honor, junto a Antonio Fraguas, Forges. Cuatro años después, en 2006, fallecía. Su archivo y biblioteca personal fue legado, de manera póstuma, a la Biblioteca Central Infantil y el Centro de Documentación del Libro Infantil.

Un accidente de coche a los 20 años le dejó graves secuelas pero no impidió que desarrollase una gran carrera como ilustradora

Vivió en Italia, desarrolló una técnica anárquica y sus historias y dibujos infantiles recorrieron medio mundo