Ametzola es un barrio en el que conviven muchos edificios con un pasado industrial. Algunos se han reinventado, otros mantienen aún algún tipo de actividad y hay muchos semiabandonados. Es el caso del tapón de Andrés Isasi y lo que trata de subsanar el Ayuntamiento de Bilbao con el derribo planteado, aunque la solución no es igual de satisfactoria para todos los residentes en Ametzola.
Para Juan Antonio, un vecino de una calle adyacente, se trata de “un problema histórico”. Según recuerda “se lleva hablando de este asunto desde hace más de 40 años. Eran pabellones alquilados y al no ser propiedad del Ayuntamiento no podía tomar una decisión de manera unilateral”. En su opinión, los vecinos “estábamos deseando que se decidiera el derribo porque, sobre todo ya al atardecer, por esta zona no se atreve a pasar nadie”. Dice Juan Antonio que se ha convertido en una zona bastante insegura y eso a pesar de que cada vez hay más gente joven en el barrio de Ametzola.
Entre las virtudes que destaca este vecino también está que se abra paso para llegar hasta la avenida del Ferrocarril de manera directa, algo que ahora no es posible. Aunque para él, el verdadero beneficio de la solución que se va a adoptar con el derribo es revitalizar la zona. “Esto, por los noches, es terrible, es como entrar en la cueva de Alí Babá”, especifica.
Coincide en esta apreciación con Rosi que regenta el bar Ametzola en la Plaza Mozart. “Hace catorce años que cogimos este bar, hemos apostado por este barrio y creemos que es importante que se le de un impulso”. Esta joven empresaria se siente orgullosa de todos los cambios que se están produciendo en Bilbao; por eso, reivindica también más luz para esta zona. Al Ayuntamiento también le han pedido que cubra el parque infantil de la plaza Mozart igual que ya se ha hecho en otras zonas similares de la villa.
Para Rosi se trata de un barrio con mucha gente joven y este tipo de edificios que ejercen de tapón “resultan inseguros en la ciudad”. Espera que la operación urbanística que se va a desarrollar “dé un poco de vidilla al barrio”.
Pero no todo el mundo está igual de entusiasmado. Gabriel es propietario de uno de los 124 garajes que alberga el edificio y la solución no le beneficia, según dice. “Pues usted dirá, ahora tengo un garaje cerrado y un espacio para mis cosas y después voy a tener una parcela abierta y en otro lado un pequeño trastero”. Así que en absoluto le compensa el cambio. Tampoco la indemnización que le daban si renunciaba porque “con 6.000 euros salía perdiendo mucho” puesto que él pagó el doble en su día”.
Desde hace años Recuerda que se habla de este tema desde hace años. “El alcalde Azkuna, cuando se hicieron los edificios de viviendas de en frente, nos dijo que se nos iba a dar un garaje ahí. Después, con la crisis, dijo que estaba parado y que no se tiraba todavía el inmueble”. Pero, ahora, la decisión ya está tomada y los propietarios de los garajes ya han sido informados. “Para mayo o junio ya estará en marcha el derribo”, señala este afectado. A Luis, en cambio, residente en Irala la operación le resulta un tanto indiferente. “No vivo muy cerca de esta calle con lo cual no sufro problemas de inseguridad y tampoco me parece que se resuelva tanto a nivel de viabilidad”. Aún así reconoce que es un tema del que se lleva hablando muchos años y “por lo menos a nivel estético sí que va a salir ganando la zona”.
A esta cirugía que supondrá aportar una mayor permeabilidad a la zona, se suma la petición de un área de juegos cubiertos que se engloba dentro de los presupuestos participativos. El bloque que en su día se construyó como edificio de transbordo de mercancías albergó después una cristalería, y alguna empresa de transportes, usos que comparte con los garajes y el almacén.