Surbisa culmina la reforma integral de las vetustas casas de Zorrotzaurre
Los propietarios y las instituciones han invertido más de 12 millones de euros en un proceso que ha durado una década
Bilbao - La rehabilitación y modernización de las viejas casas que habitan los vecinos de Ribera de Deusto ha llegado a su fin. Surbisa, la empresa pública del Ayuntamiento de Bilbao creada para incentivar la rehabilitación urbanística de los edificios, aborda las últimas gestiones para cerrar un proceso que se va a prolongar finalmente una década y que va a permitir la actualización de 42 bloques residenciales, algunos de ellos de más de un siglo de existencia. La recuperación de este parque de viviendas de no más de cuatro alturas surgió de la mano del Plan Urbanístico de Zorrotzaurre. El documento preveía el mantenimiento de la pequeña comunidad vecinal que ha existido siempre en torno a la Ribera de Deusto que corre en paralelo a la ría para que conviviera con los nuevos bloques residenciales que se levantarán en la isla.
En 2008, se eligieron 47 inmuebles a rehabilitar que, con el paso de los años, se quedaron en 42, ya que cinco fueron derribados por su mal estado. De esta cifra, 35 comunidades ya viven en sus hogares renovados con eficiencia energética, y de ellas 17 han integrando ascensor a pesar de que, por la altura de los bloques, en muchos casos no era necesario.
De los siete inmuebles que restan todos son propiedad de una empresa o de una sola familia y presentan diferentes casuísticas. Uno ya está rehabilitado para el alquiler de las viviendas, en otro el promotor está preparando el proyecto de rehabilitación y dos se han vendido a sendas empresas que ejecutarán la actualización cuando mejor les parezca para acoger pisos nuevos. Además, otros tres están en venta y sus propietarios no tienen interés en acometer obra de renovación. “A lo largo de este año finalizaremos el proceso de gestión para la rehabilitación sin perjuicio de que algunas obras continúen, quedan dos edificios por rematar, y seguimos acompañando a las comunidades”, indica la directora de Surbisa, Marta Ibarbia.
En el balance de una década de labor, la responsable se muestra satisfecha “por el trabajo compartido con los vecinos”. Asegura que “están satisfechos de verdad y ha sido un acierto gestionarlo de esta forma aunque hayan tenido que realizar un gran esfuerzo económico, además de soportar las obras, claro”.
La cuestión económica ha sido clave en este proceso ya que, por término medio, la mitad del dinero invertido ha sido aportado por los propietarios y el resto por el Gobierno vasco, la Comisión Gestora de Zorrotzaurre y la propia sociedad municipal Surbisa que, con casi 6,5 millones de euros, es la entidad que más dinero ha puesto encima de la mesa. Marta Ibarbia explica que “la gran mayoría de los implicados ha realizado una inversión media por vivienda, local o familia de más de 56.000 euros, un altísimo coste que se redujo hasta los 51.000 euros para los que han acometido el proyecto en los últimos dos años tras la prorroga aprobada”.
Una rehabilitación singular Y la razón es que no han sido unas obras al uso en las que se tiene que arreglar el tejado o sanear la fachada como acometen la mayoría de las comunidades. Ibarbia detalla cómo “los edificios estaban muy mal, al haber estado fuera de ordenación y no ser nunca objeto de reformas”. Además, en la intervención se quiso ser muy osado tanto Surbisa como los propios vecinos que “querían ese envite”, apostilla la directora. Así se concretaron proyectos de rehabilitación integral que incluían medidas de eficiencia energética, siendo pioneros en 2008, con la creación de fachadas con material aislante y la instalación de paneles solares “aunque se podía haber hecho más en este aspecto” se lamenta.
Aun así, Ibarbia destaca que “lo que más aprecian los vecinos es el aislamiento del edificio, la temperatura interna que da una calidad de vida y confort de los que carecían con anterioridad”. Reitera que “están contentos y orgullosos de cómo les han quedado sus hogares porque son gente con un sentido de pertenencia altísimo al barrio”.
También ha habido casos especiales como el bloque ubicado en el número 47 de la calle Ribera de Deusto cuya estructura se hallaba tan deteriorada que hubo hasta que asegurar los cimientos. “El edificio estaba deshecho”, asegura Ibarbia. Otro quebradero de cabeza fue la inclusión de ascensores en bloques muy pequeños donde “a veces han entrado de milagro, pero también eso ha servido para ejecutar unos proyectos inéditos”, concluye.
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