Bilbao - Un cuarto de siglo. Dos décadas y media cumple mañana la sociedad Ría 2000 manteniendo su objetivo de regenerar Bilbao y su entorno, aunque a una velocidad mucho más lenta que la alcanzada en su época de gloria.
La entidad pública que componen al 50% las instituciones vascas y la administración del Estado celebra un aniversario redondo de forma modesta pero con la mirada puesta en el futuro. Un panorama mucho más positivo que el que vivió hace poco más de cuatro años cuando redactó un informe interno para analizar su posible disolución y los bancos la acogotaban por las deudas que mantenía.
Al final el estudio no recomendó su desaparición, sobre todo porque las instituciones tenían que asumir la deuda financiera, pero sirvió de aldabonazo para evolucionar y sobrellevar una crisis económica que pegó muy duro. La sociedad vio como su fuente única de ingresos, la venta de parcelas para construir viviendas en lugares estratégicos de Bilbao y Barakaldo, prácticamente desapareció.
Una fórmula que funcionó a la perfección durante casi veinte años y que posibilitó la regeneración de grandes zonas de oportunidad, antes ferroviarias o ribereñas, que han hecho de Bilbao lo que es hoy, una ciudad envidiable a nivel urbanístico y de diseño arquitectónico.
Abandoibarra, el parque de Ametzola, la zona ribereña de Urban Galindo, en Barakaldo, la eliminación de las trincheras ferroviarias de la villa, el desarrollo de Garellano, las intervenciones en Bilbao La Vieja, Basurto o Irala son varias de las grandes actuaciones a las que se unen encargos concretos como la comisaría y el parque de bomberos de Miribilla, el campo de fútbol de Lasesarre o la modernización de la estación de La Concordia.
“Hemos acometidos proyectos muy complejos para crear este Bilbao de escaparate, pero también hemos actuado en los barrios eliminando barreras y generando bienestar”, explica Ángel Nieva, director general de la entidad.
Un catálogo de grandes actuaciones que ha sido posible gracias a la implicación política de sus socios y sobre todo a un afán de consenso que a día de hoy continúa. Eso sí, también han existido momentos de controversia como cuando la Diputación abandonó su intención de construir la torre de Abandoibarra, la crisis económica obligó a despedir a la mitad de la plantilla o la administración del Estado se negó a avalar la refinanciación de la deuda hace poco más de dos años.
Unos números rojos, que se cifran en la actualidad en 57,8 millones de euros, que se reducen poco a poco (en 2011 eran 230 millones) y a los que Nieva quiere poner en contexto. “A fecha de hoy Ría 2000 ha invertido 1.130 millones de euros con un nivel de autofinanciación impensable en cualquier sociedad de este tipo. Las aportaciones de los socios rondan solo entre los 30 y 40 millones y se han tenido que poner en la mesa en esta última etapa de recesión”, desvela.
El estilo y el diseño con el que ha trabajado sus encomiendas y el impacto económico y la generación de empleo son otros factores a destacar.
Los múltiples premios internacionales otorgados son prueba de lo primero. De lo segundo, lo es un estudio que realizó la Cátedra de Economía Aplicada de la Facultad de Sarriko entre 2006 y 2010. El informe concluyó que el Producto Interior Bruto que se generaba por la labor de Ría 2000 era casi el doble de lo que invertía la entidad. En cuanto al empleo, su actividad permitió mantener 2.800 puestos de trabajo anuales, de los cuales más de 400 eran trabajos de alto valor añadido. “Ayudamos a cambiar la base de un empleo antes más industrial a otro más de conocimiento”, apostilla el actual responsable de la entidad. Nieva cumplirá en diciembre 17 años en el cargo y solo ha tenido un predecesor, Pablo Otaola, que arrancó la sociedad en 1992. “También, el hecho de que solo haya habido dos responsables ha dado estabilidad a un gran equipo técnico”, valora.
Futuro con esperanza Con la sensación de que poco a poco se sale del pozo, la sociedad mira al futuro con esperanza. El olvido paulatino de la crisis y la recuperación del mercado inmobiliario ha imprimido un tempo de actuación más lento, pero continuo, a la sociedad. El año que viene venderá el solar para levantar el quinto rascacielos en la zona de Garellano, activará otras parcelas también para viviendas en Barakaldo y empezará a pensar en la operación de Olabeaga, cuando el Ayuntamiento de Bilbao cierre su plan urbanístico para el barrio ribereño.
Y sobre la mesa está la posibilidad de encargarse, por ejemplo, de la urbanización de la gran parcela de más de 90.000 metros cuadrados que emergerá cuando sea soterrada la estación del tren de alta velocidad de Abando. Una opción que cristalizará si hay un acuerdo político entre las instituciones vascas y la administración central, el cual se trabajará a lo largo del próximo año.
“El objetivo de la sociedad, la transformación de los espacios en declive de la metrópoli, sigue en pie”, concluye Nieva.