Bilbao - Es todo un catedrático de la vida detrás de la barra, eso que los clásicos llamaban un filósofo de barra y un hombre que mantiene la convicción de que lo que mejor puede servir uno es una taza de felicidad o varias cañas de alegría. Haciéndolo así, sirviendo de corazón, se realiza. No por nada invoca a la madre Teresa de Calcuta cuando decía aquello de “aquel que no vale para servir, no sirve para vivir”. De entrada Boni García ofrece una ración de sonrisas cuando uno entra en el Café Lago de la calle Correo. Hummm... ¡Apetecible!

Viéndole la sonrisa que gasta, cualquiera diría que el suyo es un oficio duro...

-La hostelería es dura porque exige dedicación y tiempo y hay que ser generoso y sacrificas algo a tu familia, que va acostumbrándose. Pero servir con pasión, dar a los demás felicidad, es una de las grandes alegrías de mi vida. Por eso sonrío cuando trabajo. .

Visto desde fuera, muchos dicen que un bar lo pone cualquiera...

-No es así. Es un empleo refugio para mucha gente que piensa que van a triunfar porque ellos lo saben hacer mejor que otros que han fallado. Por eso es tan difícil cerrar un bar; cuando alguien lo deja otro lo coge.

No es tan fácil, supongo...

-Vas al supermercado, compras Coca-Cola a un precio y lo vendes a otro en tu bar y ya está, ¿no? Hay un sinfín de variables más y hay que tener cabeza fría en la gestión, tener resistencia, recursos....

¿Por qué nos atraen tanto los bares, señor hostelero?

-Un bar es el momento de sentirse uno rico, por así decirlo. Es ahí donde celebra, donde invita. Un motivo de felicidad.

¿Para tanto da?

-Cuando eliges un bar para invitar, qué vas a tomar, dices mucho de ti. Y cuando llevas años yendo al mismo bar conoces a la persona que está detrás por su nombre, lo sientes un amigo.

¿Qué siente cuando le dan un servicio que no casa con su modelo?

-Pena, porque ese no es el espíritu de quien se arriesgó, del emprendedor. No pido que seas encantador, pero no me pongas ese txakoli que tienes junto a la cafetera.

¿Cuál es el peor defecto del cliente bilbaino?

-La urgencia. Vamos al contrario que el resto de Europa. Ya el hecho de sentarse en la mesa implica tiempo, paciencia. Aquí estamos en la barra y lo queremos para ya.

¿Es tan grave la situación de la hostelería del Casco Viejo, señor expresidente?

-Creo que falta comercio y sobran bares. Además, se corre un peligro. Cuando se forma un zona cargada de bares y solo bares hay muchos vacíos en el horario. Si no vas a tomar nada... ¿para qué vas a pasar por esa plaza, por esa calle?

No es el mismo Casco Viejo que antaño...

-Nada es lo que era. Mis hijas tampoco son iguales a mí. Mira, por ejemplo, el mercado de La Ribera. Hay calidad, pero quién tiene tiempo para dedicárselo a la compra. Es el ritmo de los tiempos.

¿Qué le diría a alguien que piensa en...?

-¡No lo hagas! Sabrás que de aquí no sales y pierdes libertad, pero el placer de dar un buen servicio y hacer a alguien feliz... ¡uf!

hostelero de segunda generación, regente del café lago del casco viejo