DESDE su nacimiento hace dos años en Euskadi, Fair Saturday se ha convertido en una de las mayores movilizaciones culturales con impacto social del mundo. Como ya es tradición, ayer -el último sábado de noviembre-, se organizaron más de noventa actividades por diferentes puntos la villa. Conciertos, teatro, danza, poesía o talleres artísticos fueron algunas de las labores que se desarrollaron para fomentar la cultura logrando difundir las labores de las organizaciones sociales y ayudar así a su financiación que, según fuentes de la organización, espera superar los 150.000 euros en aportaciones para las causas sociales.
El Museo Marítimo, Bizkaia Aretoa de la UPV/EHU o la Universidad de Deusto fueron algunos de los muchos escenarios que se utilizaron para disfrutar de las actividades. Entre todas ellas, por ejemplo, se pudo observar la pintura en directo de Bilbao Formarte. Por eso, a las once de la mañana, ya estaban todos los alumnos de Ana Urgoiti preparados para comenzar un día diferente. “Han venido catorce de los 28 alumnos discapacitados que tenemos”, decía orgullosa Urgoiti. De la misma manera, también aseguraba que todo lo que pintan “es realmente la bomba” porque lo hacen desde la creatividad y con total libertad “porque sin esos dos ingredientes es imposible crear arte”.
Precisamente, uno de los objetivos de los talleres de esta profesora es que sea una salida laboral y ya están viendo sus frutos porque se están vendiendo sus trabajos. Cada camiseta, paraguas o bolsa que dibujan, “ya tiene dueño y, además, trabajamos con el valor añadido de la exclusividad”. Precisamente, eso es algo que les hace mucha ilusión a sus alumnos. Esti dejó la pintura aparcada “por una pequeña temporada”, pero es tanta la pasión que tiene que “no podía estar sin pintar” porque es lo que le hace feliz. Como a su compañera Miren, que en ningún momento se le borró la sonrisa que tenía dibujada desde primera hora de la mañana.
Animación En el salón de al lado estaba el grupo musical y de animación Rock & Kids Band con el proyecto social Menudos corazones. El público, en su mayoría padres con sus hijos menores, llenó de aplausos el salón del Museo Marítimo para recibir al grupo. Cantaron canciones tan conocidas como It’s the final countdown o Bailando -de Alaska y Los Pegamoides- que consiguieron que las sonrisas del público permanecieran durante todo el espectáculo. “¡Amatxu, quiero subir al escenario!”, decía Mikel mientras agarraba la pierna de su madre. Dicho y hecho. Bailaron, gritaron, cantaron..., pero sobre todo disfrutaron del concierto en una sala que el grupo consiguió convertir en una discoteca diurna.
Eso no fue todo. Tras salir del Museo Marítimo y paseando por la ría de Bilbao, estaba el Bizkaia Aretoa repleto de actividades. Según comentaron a DEIA en el espacio de Abandoibarra, “uno de los platos fuertes del día” fue la actuación de la escuela de danza de Igor Yebra. Sus alumnos, unos más pequeños que otros, dieron la talla encima del escenario y consiguieron dejar al público “asombrado”. Les faltó poco para llenar el Auditorio Mitxelena, pero eso no era lo importante. “Hay mucho trabajo detrás de cada paso que realizan en cada actuación”, confesaba orgulloso un aita segundos después de ver a su hija sobre el escenario.
Cada actividad tuvo como beneficiaria una organización social: afectados de Sanfilippo u organizaciones infantiles como Save The Children, entre otras muchas.