Con el corazón en un puñado de puentes
Ven más allá de una barandilla de hierro o unos pilares de hormigón. La periodista Argiñe Areitio y el fotógrafo Pedro Zarrabeitia aúnan sensibilidad en ‘Los puentes de la Ría de Bilbao’, un libro que se podrá adquirir con DEIA el domingo
CONTEMPLA el Puente de Rontegi, al que vio crecer, y se le antoja “un adolescente de piernas grandes, desgarbado”. Pasa a diario por Zubi Zuri y por momentos quisiera ser “la gaviota que casi siempre está encima” para disfrutar de las vistas. Hasta a la pasarela de Ibaieder, tapizada de baldosas Bilbao, “que es como muy de andar por casa”, le encuentra su encanto. “Me gusta ver siempre la parte bonita de todo, incluso de lo feo. Todos tienen su gracia, su aquel. Solo hay que saber mirar”, dice la periodista Argiñe Areitio, que ha paseado sus pies, ojos y pluma por Los puentes de la Ría de Bilbao; un libro en el que baña con sus textos las fotografías artísticas de Pedro Zarrabeitia y que se podrá adquirir el próximo domingo por 22,95 euros junto con el ejemplar de DEIA.
La obra, fraguada en Sua Edizioak, no es un recopilatorio cualquiera. Se aportan datos, como los más de 135.000 vehículos diarios que circulan por Rontegi o las 300 toneladas que pesa la estructura de Zubi Zuri. Se hilvana la historia de los puentes con la de la propia villa, plasmada en pinceladas, como “el impresionante tráfico” de barcas cargadas de carbón y veleros repletos de bacalao que se registraba en las inmediaciones del puente de San Antón. “Hay fotos antiguas en las que se ve un atasco que ni los que hay en La Avanzada por las mañanas”, bromea Areitio. Pero si algo convierte a este libro en un ejemplar único es la sensibilidad de fotógrafo y autora a la hora de ver más allá de una barandilla de hierro, un pasillo de madera o unos pilares de hormigón.
Ambas miradas se cruzan en las 120 páginas de este libro, diseñado por Amel Mendizabal y cuyo formato “está cuidado hasta el último detalle”, según apunta Javier Pascual, director de Sua Edizioak. “No existía un libro sobre la totalidad de los puentes de la ría de Bilbao, sobre todo, enfocado desde un punto de vista más creativo, artístico e intimista. A las fotografías de Pedro Zarrabeitia, que estuvo muchos meses buscando encuadres, luces, de día y de noche, las acompañan los textos de Argiñe Areitio, con cierto carácter poético, para que la gente empatice rápidamente y hasta se emocione”, explica. La autora, que también ha participado en el trabajo de edición, dice haber escrito sobre cada puente “con el corazón, como lo podría ver un bilbaino que pasa por él todos los días”.
Aunque los puentes que abrazan la ría de Bilbao “no son los de París”, los 17 seleccionados en esta obra tienen su protagonismo. Incluido el Puente Nuevo o Zubialdea, en Basauri, que se ha hecho hueco en este álbum a pesar de que baña sus pilares en aguas de los ríos Nervión e Ibaizabal. “La ría empieza un poco después, pero nos parecía que había que abrir desde ese, que es como la entrada a Bilbao”, justifica Areitio. Tras la avanzadilla, llega el resto. “Son todos puentes muy prácticos, que han sufrido mucho, que tienen mucha historia. Muchos de ellos han sido volados y les han torturado, han tenido que ser reconstruidos. Entre riadas y bombardeos, ninguno de los antiguos es el original”, anota la autora. Ni siquiera el de San Antón se levanta donde estaba su antecesor. “El antiguo estaba por delante de la iglesia, que era un alcázar allá en el Medievo. Cuando terminaron el otro, tiraron el viejo. Una pena”, lamenta la periodista erandiotarra. Eso sí, de algunos se conservan reliquias, como “el trozo de arco del Puente de Isabel II -el primero que se construyó en El Arenal- que fue colocado y aún permanece sobre el río Udondo”, detalla.
Inspirados en el de Chicago Los del Ayuntamiento y Deusto comparten el haber sido diseñados tomando como referencia el Puente de la Avenida Michigan. “El arquitecto Ricardo Bastida viajó a Chicago a un congreso espiritual y se inspiró en aquel puente porque resolvía muy bien lo que se necesitaba aquí, que era un puente levadizo porque había mucho tráfico en la ría”, rememora Areitio. Precisamente el puente del Ayuntamiento, añade, “marca un poco esa ruptura entre los puentes más prácticos, más antiguos, y los más artísticos, de Zubi Zuri hacia adelante”. Una pasarela, diseñada por Calatrava, que no estuvo exenta de polémica, dada su resbaladiza superficie, finalmente alfombrada. “Ella, ajena a todo, mira qué bonita es. Es como muy ligera, a pesar de las toneladas que pesa”, ensalza la autora, que en verano tarda mucho más que ahora en atravesarla. “Es increíble el tiempo que pasas esperando a que se hagan fotos los turistas”, comenta con una sonrisa.
Puestos a señalar el más estratégico, San Antón “se lleva la palma”. “Estaba incluso antes de que se fundara la villa y fue durante siglos el único puente que había sobre la ría porque se trataba de controlar el tráfico y las mercancías y no daban permiso para construir otros”, expone Areitio. Es también el más simbólico “porque está en el escudo de Bilbao” y, si hay que elegir un segundo, dice, “está muy claro que va a ser el de Bizkaia, porque es Patrimonio de la Humanidad y es el transbordador más antiguo del mundo”. De tener que destacar a algún arquitecto o ingeniero, menciona a Evaristo Churruca, porque “con la construcción del Muelle de Hierro acabó con la barra de arena que se formaba en la entrada de la ría y posibilitó que el tráfico fuese mucho más fácil”.
El libro, “muy divulgativo”, de esos que se disfrutan “una tarde con una tacita de café o de té”, atesora más de un centenar de fotografías, entre ellas un puñado de imágenes antiguas “de puentes que hubo y que ya no hay, como el de Perrochico, que estaba enfrente del Ayuntamiento y se plegaba hacia los costados para que pasaran los barcos. Se llamaba así porque había que pagar una perra chica para pasar”, relata la autora, para quien el puente Euskalduna “tiene una foto aérea muy bonita”, el de Deusto, antaño “metido en toda la zona industrial”, brilla más desde que le rodean “los jardines y la torre” y el de Frank Gehry, “aunque nace sin agua, luce bonito de noche porque es el único que tiene toda la iluminación con led”.
“Despertar el gusto por la foto” Ahora que “con el móvil todo el mundo es fotógrafo”, el director de Sua Edizioak tiene la esperanza de “despertar con este libro el gusto por la fotografía artística”. “Respetando la esencia del puente, el encuadre y la luz, Pedro Zarrabeitia ha hecho un magnífico trabajo, digno de resaltar, porque no ha manipulado. Ha trabajado las imágenes y ha conseguido que soñemos. Por ejemplo, al puente de La Salve le ha metido unos coloridos tan impresionantes que hace que, viéndolo en la fotografía, nos lo imaginamos como tremendamente bello y rompedor”, revela.
Descendiente de comerciantes, con el alma planeando entre las calles del Casco Viejo, Javier Pascual muestra su apego al puente de San Antón y señala cómo en esta obra queda reflejada la evolución de los puentes, que “antes se abrían para que pasaran los barcos y ahora no se abren para que circule la gente”. Además de descubrir “cómo era el Bilbao que vivieron sus antepasados”, el lector puede encontrar en sus páginas “muchas anécdotas de los puentes y ojalá también encuentre -confía- el amor por el arte”.