Surbisa implica a 280 comunidades en la limpieza de las cárcavas
En el Casco Viejo hay 16 de estos estrechos patios interiores entre edificios de configuración gótica Al ser varios propietarios ha sido más difícil establecer los compromisos
BILBAO - Surbisa, sociedad municipal para la rehabilitación de edificios, ha implicado a más de 280 comunidades en la limpieza de las cárcavas, patios interiores estrechos entre fachadas, que a lo largo de los años se habían convertido en un foco de porquería.
Por algo el Casco Viejo es la parte más antigua de la ciudad, a partir de la que se ha ido construyendo después Bilbao. Las manzanas más antiguas, de configuración gótica, mantienen aún estructuras arquitectónicas que si bien en su día tuvieron una utilidad, con el tiempo se han convertido en una rémora urbanística en una sociedad avanzada. Y es lo que ha ocurrido con las cárcavas.
Ubicadas en el Casco Viejo, las 16 que se conservan se encuentran entre las calles Barrenkale Barrena, Ribera, Carnicería Vieja, Belostikale, Tendería, Artekale, Portal de Zamudio, Somera, Correo y Cinturería. De estas, la más extensa se encuentra entre Carnicería Vieja, Ribera, Belostikale y Cantón y alcanza los 80,61 metros de largo. La más corta solo ocupa 9,48 metros y se encuentra entre las calles Tendería, Portal de Zamudio y Artekale.
La misión de estos patios interiores estrechos que discurren en paralelo a las calles era la de dar luz además de airear las habitaciones zagueras de las casas y además de favorecer la salida al agua de lluvia. Progresivamente, y a medida que fueron creciendo las construcciones de los edificios, los espacios interiores de las cárcavas se achicaron considerablemente. A partir del siglo XIX surgieron las llamadas “casas de vecindad” que sustituyeron las cárcavas por el patio de ventilación o de iluminación particular de la edificación.
Y, como consecuencia, con el tiempo se convirtieron en lóbregos pasadizos insalubres con unas pésimas condiciones higiénico sanitarias. Ello se debió a que pasaron de ser patios de ventilación e iluminación a convertirse en vertederos incontrolados, lo que hacía urgente una intervención rehabilitadora.
Por otro lado, precisamente el hecho de que se trata de un espacio que pertenece a muchas comunidades y no exista una definición legal que lo regule había agravado la situación. Es a partir de este momento cuando Surbisa toma cartas en el asunto para evitar que el deterioro de estas zonas vaya a más, con las consecuencias insalubres añadidas. De hecho, en la limpieza de estos espacios se llegaron a encontrar desde una cabeza de cabra a zapatos, botellas y otros restos.
La intervención de Surbisa fue fundamental hasta el punto de que en la actualidad 13 de las 16 que existen cuentan con un acuerdo común, una empresa adjudicataria y una persona responsable de administrar el pago de las tareas de mantenimiento para evitar que se conviertan en basurero como había ocurrido hasta ahora.
Antecedentes La directora de Surbisa, Marta Ibarbia, explica que fue a comienzos de la década de los noventa cuando el Ayuntamiento decidió zanjar la situación de abandono que presentaban las cárcavas del Casco Viejo y encomendó a la sociedad municipal el desarrollo de un proyecto de rehabilitación, saneamiento y limpieza de esos espacios que mantiene hasta la actualidad.
Surbisa, según relata Ibarbia, llegó a poner orden ante la evidente situación de deterioro que presentaban en su momento. A esta situación de suciedad se sumaba el ambiguo estatuto jurídico respecto a la indefinición de su titularidad pública o privada, ante los antecedentes de su mantenimiento por parte del Ayuntamiento.
En esta situación, la sociedad municipal proyectó y ejecutó las obras necesarias, casi como si se tratara de una actuación de oficio ante un problema de suciedad grave.
La rehabiltación consistió en la demolición de las galerías y su posterior limpieza, en la canalización de las aguas fecales y pluviales mediante tubos de PVC y en la colocación de tela asfáltica para proteger de humedad a las lonjas adyacentes. Además, las paredes de estas galerías fueron raseadas y pintadas hasta una altura de dos metros.
Tras la finalización de estas obras, se entregó a las comunidades propietarias una llave de las nuevas puertas de acceso a las cárcavas con la finalidad de propiciar el cuidado y mantenimiento debido por parte de cada una de ellas.
Según los responsables de estos trabajos, “lo cierto es que en los últimos 10 años las cárcavas han ido deteriorándose y han carecido de un mantenimiento mínimo, lo que unido a un mal uso de las mismas, ha creado una situación de insalubridad difícil de atajar, dato que exige el acuerdo mancomunado de todas las comunidades propietarias de los edificios que componen cada cárcava”. Por ello, desde Surbisa, bien a demanda de alguna comunidad propietaria o bien por las propias condiciones de la cárcava, se ha propiciado y gestionado el acuerdo mancomunado de la limpieza trimestral regular a cargo de todas las comunidades afectadas.
Con esta labor se ha conseguido que los usuarios de dichas cárcavas sean conscientes del mantenimiento y buen uso de las mismas así como, en cierta medida, de la importancia de llegar a un acuerdo global que beneficia a la comunidad.
Para lograr que alcancen estos acuerdo mancomunados, por parte de Surbisa, se convoca a representantes de todas las comunidades de propietarios afectadas que comparten cárcava, se expone la problemática para que sea resuelta por los dueños de las viviendas.
Se propone además la licitación y adjudicación conjunta de un servicios de limpieza, se informa y asesora para tal proceso, se designa a un representante para seguimiento y se formaliza todo el procedimiento.
Además cada cierto tiempo, se revisa el estado de las cárcavas y, en su caso, se retoma el proceso para recordarles el acuerdo adoptado en su día y que ha dejado de desarrollarse. “El importe de tales tareas es lo menos importante”, según señala Ibarbia, “aproximadamente 35 euros cada comunidad, lo más costoso es poner a todos en contacto”.