LA paradoja que rige la vida de Javier Royo es lo que le empuja a restarle horas al sueño para llevar a cabo su verdadero sueño. Es el profesor anónimo que se esconde tras el portal Musicatulado, donde ofrece clases de guitarra mediante tutoriales que graba desde su casa. Una labor a la que le dedica infinidad de horas y que ahora, poco a poco, comienza a dar sus frutos: no en forma de una retribución económica significativa, sino a través de miles de seguidores y alumnos que dan significado a todo ese esfuerzo.
“He sido profesor de guitarra casi toda mi vida, pero dejé de dar clases y tenía mono. Me llamaron de la Escuela de Música del barrio para que impartiera unas clases gratuitas y pensé que si en lugar de dar clases ahí lo grababa y lo colgaba en Internet haría el favor a más personas”, explica el iruindarra, afincado en Bilbao, quien compagina su actividad musical con un trabajo en el departamento de marketing de una entidad bancaria. “Suelo decir que tengo un trabajo que me paga en dinero y otro que me paga en alma”, afirma el guitarrista, no en vano se levanta cada día a las 5.30 de la mañana para poder dedicarle una media de 20 a 25 horas a la semana a su portal web. “¿De dónde las saco? ¡De no dormir! Cada semana publico un vídeo, no me da para más”.
Con más de 12.000 seguidores en su portal de Youtube y más de 6.000 simpatizantes en Facebook, Royo ha encontrado el estímulo necesario para seguir alimentando el portal Musicatulado. “Al principio no tenía ni idea de grabar ni de hacer una página web, aprendí mucho de forma autodidacta. Cuando te metes en el mundo Youtube tienes que ser editor de vídeos, además de saber de iluminación y sonido”, relata el guitarrista, quien al comparar el primero de los vídeos que grabó con el último percibe un “abismo” de diferencia. “Ahora tengo una habitación preparada específicamente para grabar y edito con un programa profesional”, revela Royo.
Los 150 vídeos con clases gratuitas que ofrece, atesoran un repertorio para todos los gustos. Se pueden encontrar canciones de clásicos internacionales como The Beatles, Bon Jovi, Guns n’ Roses o Bob Marley. También clásicos hispanos como Sabina, Los Secretos, Andrés Calamaro, Los Rodríguez, La Quinta Estación o Maná. “Tengo alguna canción euskaldun, como Lau teilatu de Itoiz. Entre mis proyectos está el de ofrecer videotutoriales en euskera, aunque para eso tengo que mejorar”, cuenta como futuro reto.
Repercusión “Es como una especie de bola de nieve. Ahora tengo 80.000 visitas al mes; antes veía que tenía 100 y me emocionaba”, explica el iruindarra, quien gracias a sus conocimientos de Google Analytics -herramienta que ofrece información sobre el tráfico de una web- sabe que lo siguen en más de 100 países diferentes, algo que le ofrece una notoriedad que se traduce en su día a día. “Con relativa frecuencia me para gente por la calle: ¡Hala, tú eres el de los vídeos con la guitarra! El otro día fui con mi mujer a Ikea y un hombre me paró para sacarse un selfi con nosotros. Son cosas a las que no te acostumbras”, confiesa con cierto rubor.
Recientemente ha firmado un contrato con una empresa madrileña que se encarga de gestionar talentos de Youtube. “Ahora son ellos los que me asesoran en temas como la imagen o la manera de encuadrar los planos”, explica. También intentan tramitar contratos con marcas, así como en administrar la publicidad. Ejemplo de la dimensión que puede adoptar un portal de estas características es Guitarraviva, cuyo autor, un guitarrista sevillano a quien Javier Royo tuvo oportunidad de conocer, va camino de conseguir un millón de adeptos.
“En realidad con Youtube solo se forran dos, está sobrevalorado. Bueno, Google me paga algo, lo que equivale a una cena al mes, más o menos”, admite entre risas. Sin embargo, Royo tiene claro que su motivación no es económica. “Internet nos brinda la posibilidad de, con muy poco, llegar a mucha gente. Eso era algo impensable hace unos años. Sentir que sé hacer algo que es de utilidad para miles de personas es algo que te produce tanta satisfacción que supongo que no puedes parar de hacer. Esa satisfacción no se paga con dinero”, expresa.