BIBAO - Se siente orgullo de ser el candidato socialista a la Alcaldía de Bilbao, quiere ganar pero no derrotar y no cree que el fin justifica los medios.

Es la primera vez que el PSE le presenta como candidato a alcalde de Bilbao, ¿cuenta con el apoyo mayoritario de su partido?

-Hicimos unas primarias y no se presentó ningún candidato para competir. Saqué el 87% de las firmas de los militantes de Bilbao, lo que supone que no ha habido contrario.

¿Qué supone para usted?

-Ni en mis mejores sueños en política hubiera adivinado que pudiera tener este privilegio. Lo cierto es que me hace muchísima ilusión. Llevo siete años en el Ayuntamiento y no soy nuevo. El reto es muy importante porque sustituimos, sea quien sea el alcalde, a un persona que ha sido muy líder en la ciudad.

No solo usted, también otros candidatos ponen en valor la etapa del alcalde Azkuna. Me pregunto si la elogiarían igual si no hubiera fallecido y fuera su adversario.

-(Se ríe). El empuje de Azkuna ha sido bueno para la ciudad en unas cosas y cuestionable en otras. No acertó con el ocio nocturno, ni con los centros de culto. El modelo social que tiene Bilbao no lo comparto, ni el económico. Si hoy fuera candidato... Yo siempre he hablado desde el corazón; cuando estaba vivo hablaba bien de él y ahora que está muerto seguiré haciéndolo.

A veces parece que con ello también tratan de minusvalorar a Juan Mari Aburto. ¿Cómo cree que será la relación con él?

-Con Azkuna me unía una gran amistad y eso se notó en política. Si yo soy alcalde Juan Mari Aburto tendrá una buena relación conmigo. Tenemos una relación escasa porque no he tenido muchas ocasiones de estar con él. La ciudadanía dirá qué relación tenemos que tener. Yo tengo una buena relación con el resto de candidatos. Tengo claro que los partidos sabemos que por encima de todo tenemos que entendernos.

Esa buena relación le llevó incluso a prestarle un voto a Azkuna. ¿Le pasó factura dentro de su partido?

-Me costó algún disgusto. Pero hay que ponerse en situación. Iñaki Azkuna estaba en el hospital y necesitaba una mayoría de 15 concejales para iniciar un debate sobre los centros de culto. Pero, sobre todo, con esta acción la política en Bilbao sale fortalecida. La ciudad lo ha entendido perfectamente. Los ciudadanos me han parado por la calle para decirme que engrandece no la política de Alfonso Gil, sino la política en general. Estoy orgulloso de haberlo hecho. A la política le hacen falta hechos como ese. Muchas veces nos encerramos en las fronteras de nuestro propio partido y la política necesita gestos como este.

Su aspiración es ser alcalde, pero teniendo en cuenta el mapa actual de cuatro concejales socialistas y las encuestas que no son muy generosas, ¿cree que podrán mantenerse?

-Las encuestas están variando casi permanentemente. Hoy no hay sociólogo que sea capaz de decir lo que va a suceder el 24 de mayo. Voy a optar por ser un partido mayoritario. No me presento para ser el segundo, cuarto o quinto. Tenemos sueños y propuestas para hacer un proyecto atractivo como para cambiar la dinámica de Bilbao. De hecho vamos a hacer una lista en la que cada persona tiene claro ya su destino y la labor que va a tener que desarrollar. No podemos perder tiempo, por eso nos vamos a poner a la tarea en primer lugar, de recuperar el empleo.

Dígame, ¿cómo?

-Creemos que podemos generar 2.000 empleos al año. Cambiando el modelo económico y social. Desde el año 80 Bilbao ha tenido un diseño que bajo nuestro punto de vista ha estado equivocado. Jugó todas sus cartas al sector servicios que tiene el 90% de los afiliados a la seguridad social. Tenemos que dar una vuelta a la economía de la ciudad para que aumentemos el peso de la industria pero de alto valor añadido de I+D+I . Que los jóvenes que se han tenido que ir puedan volver y tengan oportunidades. Si no, tenemos pocas posibilidades de crecer de cara al 2030. Tenga en cuenta que ahora somos 3,6% de personas mayores de 65 años y para 2030 seremos más de un 5%.

¿Cuál es la segunda urgencia que tiene Bilbao para Alfonso Gil, después del empleo?

-La cohesión social. Bilbao tiene barrios a los que no se les ha tenido en cuenta. Sarrikue, Betolaza, Ollerías... Los barrios altos han tenido problemas de accesibilidad, hay mucha gente que tiene que bajar más de 200 peldaños para comprar el pan.

¿Bilbao está preparado para la inmigración?

-El bilbaino respeta a todo el que viene de fuera. Nos sobra el que conculca las normas. Esa es la única condición, que se respeten las normas y no haya jetas. Pero, hay una distancia tremenda entre eso y lo que hace Maroto que roza el racismo y la xenofobia. El alcalde de Vitoria excita las peores pasiones.

¿Qué grado de preocupación le genera Podemos al que las encuestas auguran buenos resultados también en Bilbao?

-Podemos es un actor más. Es verdad que tendrá una representatividad pero habrá que verla. Las municipales si algo tienen es que la gente vota a la persona y en el caso de Podemos ni conocemos a las personas ni las propuestas.

¿En campaña electoral va a mantener esa actitud de acercamiento a los candidatos o va a ser una campaña agresiva?

-No me voy a travestir como un candidato agresivo porque no lo soy. Competitivo sí. Me presento para ganar, pero no a cualquier precio, no creo que el fin justifica los medios.

Me presento sin el sentimiento de tener la verdad absoluta, tengo criterio. Los proyectos cuando se pactan con otros diferentes son más sólidos. Me presento para ganar, yo no salgo con la intención de derrotar a nadie.