TODOS y cada uno de los 365 días del año 2014 Igor Calvo salió a las calles de Bilbao con una misión: sacar un fotografía de la ciudad y sus gentes. “Yo sólo quería mostrar la realidad más cotidiana”, argumenta. Pues lo ha conseguido. Ahí está su trabajo, colgado en la red, en la página web que tiene el colectivo Photo Arte Komite, del que forma parte, “para que todo el mundo pueda ver las desigualdades que hay entre el centro y la periferia de Bilbao”. Esa es precisamente una de las conclusiones que ha sacado tras patearse durante todo un año la capital vizcaina. “Había días que me tiraba hasta cinco horas andando sin rumbo hasta que sacaba la fotografía que a mí me parecía buena, aunque no fuese la mejor”, cuenta. Así que después de este trabajo, del que quedó agotado, se va a tomar un respiro. De todas formas, ya tiene en mente el siguiente proyecto. Quiere retratar con su cámara “las fronteras de Bilbao, no físicas”, especifica. Para ello tendrá que seguir compaginando los trabajos esporádicos que tiene con su otro “trabajo no remunerado” que es la fotografía. “Porque para mí la fotografía no es un hobby sino un trabajo”, quiere dejar claro este filólogo de lengua inglesa reconvertido en fotógrafo pasional.

El proyecto se llama 365 No-Project Bilbao, y surgió, según cuenta Igor, “como un trabajo de archivo, un registro visual del entorno más cotidiano de la ciudad que habito, que es Bilbao”. Se lo planteó como una pequeña aventura y un gran reto ya que se marcó la obligación de tener que sacar todos los días una fotografía. “El plan del día era salir”, dice. Daba igual que hiciera un sol abrasador o que helara. “Salía sin ningún propósito, a la deriva”, reconoce. De esa forma, había días que se tiraba todo el día andando y otros en los que encontraba la imagen en su rutina diaria de ir al trabajo o a otros quehaceres. Al final de la jornada siempre volvía a casa con una foto, la editaba, “sin manipularla digitalmente”, y la subía a la red. Así, día a día, fue construyendo lo que él denomina la “una cartografía de lo que es la ciudad para ver hasta qué punto se asemeja o difiere de la imagen más oficial que nos presentan las instituciones”. Y una de las conclusiones que ha sacado después de este agotador trabajo es que “Bilbao es una ciudad muy diferenciada en dos entornos”, dice. “Por un lado está el centro, la milla de oro, y por otro, la periferia, con bastantes necesidades y muchas desigualdades, que se han agudizado con la crisis”, resume. También ha podido comprobar que “la ciudad, a nivel poblacional, está envejeciendo de forma muy rápida”. Por todo ello, confiesa que ha sido una “experiencia muy interesante” a través de la cual ha descubierto muchas cosas. Por ejemplo, una zona de Bilbao, entre Santutxu y Bolueta, “en la que parece que se ha detenido el tiempo y la que me recordaba a tiempos pasados”. Allí es donde más le impresionó las consecuencias de la crisis. “Todavía tengo en la memoria”, recuerda, “la cantidad de negocios, de pequeños comercios, con las persianas bajadas”. Por contra, resalta las muchas “manifestaciones o protestas” que se encontró en las calles de Bilbao mientras vagabundeaba con su inseparable cámara de fotos. Eso le hace reflexionar y pensar que “la gente ya no se conforma con quedarse en casa e intenta tomar la calle”. En un solo día se topó con cinco protestas.

Fronteras Este trabajo no es nuevo para Igor. Anteriormente ha reflejado historias urbanas en Código Postal o Gran Vía 0. Por eso, el siguiente proyecto también estará relacionado con el hábitat bilbaino. “Me gustaría hacer algo sobre las fronteras de Bilbao, no físicas, por supuesto”, comenta. El problema, según él, es que “en Bilbao no están tan claras como en Londres, donde se ve claramente el barrio de los paquistaníes o el de los chinos, por poner un ejemplo”. Mientras tanto, seguirá trabajando en lo que le da de comer, que es lo que le sale. Porque a Igor, como a otras muchas personas muy bien formadas (carrera universitaria, varios idiomas, experiencia en el extranjero) de nada le ha servido su preparación para tener un trabajo acorde a su cualificación. Dejó Inglaterra para volver a instalarse en Bilbao pensando que iba a tener más oportunidades. Pero no hubo suerte. Igor sigue compaginando “trabajos precarios” con la fotografía, “que para mí sigue siendo un trabajo, aunque no alimenticio, pero sí de desarrollo personal y profesional”.