BILBAO ? Esta es una de las conclusiones delprograma Promotores de Civismo llevadoa cabo durante 2014 por el Áreade Euskera, Juventud y Deporte delAyuntamiento de Bilbao en colaboracióncon la Fundación Gizagune conel fin de hacer un diagnóstico de lasituación para reducir el impacto y losefectos negativos del botellón.
La iniciativa, introducida en lospresupuestos por el PSE, nació conel objetivo de “paliar los efectos negativosdel botellón, sensibilizar a losjóvenes sobre el alcohol y promoveractitudes cívicas”, indicó Sabin Anuzita,concejal del Área Euskera, Juventudy Deporte, en una comparecenciacelebrada ayer para hacer públicoslos datos. Sin embargo, después dedetectar, tras las primeras salidas, quelos jóvenes iban a seguir haciendobotellón, “se trató de compartir elmomento con ellos ?sin alcohol? yanalizar la realidad”. Paralelamente,además, se ha colaborado con la FundaciónEtorkintza y Alcohólicos Anónimospara atajar la problemática enámbitos como el escolar.
“Hemos trabajado directamente conlos jóvenes”, mostró Yolanda Muñoz,responsable de Gizagune en cuanto ala metodología empleada. Las técnicosde la fundación han recogido testimoniosde 1.757 jóvenes diseminadosen 410 grupos con los que hancontactado en fines de semana ?llamadosnormales? y fiestas puntuales,tales como Aste Nagusia, fiestas debarrios, carnavales y Santo Tomás.“Hemos salido todos los meses y huboun momento intensivo de recogida dedatos, pero después de Aste Nagusiano fue tan seguido porque se manifestabanlas mismas conclusiones”,detalló Muñoz en relación al trabajode campo realizado en horario nocturno,de 23.00 a 3.00 horas.
Según las conclusiones del diagnóstico,el perfil de las personas quehacen botellón es de jóvenes entre 16y 26 años de edad ?“los hay de másedad pero no de menos”?, está equiparadopor sexos, los grupos son enun 60% mixtos, de entre 5 y 7 personas,y de formación variada, dependiendode la edad. “El 72% de personascontactadas los fines de semananormales admite realizar botellóncada semana, aunque hay muchosque solo beben en fiestas puntuales”.En cuanto al consumo, el 96% admiteingerir bebidas alcohólicas, “no solokalimotxo, sino bebidas de alta graduación”.Además, un 50% fuma tabaco,un 40% cannabis y un 10% consume otras sustancias. Aunque ellosadmiten beber el doble que ellas, elconsumo está extendido en ambossexos y a menor edad mayor cantidadde alcohol se ingiere.
ESPACIOS Por otra parte, existe “unageneralización en cuanto al comportamiento”,ya que casi la totalidadreconoce que produce suciedad al norecoger los desperdicios que genera.“Al hablar se avergüenzan de ello”,puntualizó Muñoz. La percepción en cuanto a los ruidos es desigual, puesalgunos son conscientes pero otrosno. En cuanto a los problemas que lespuede acarrear en su salud o las sancioneseconómicas a las que se enfrentan,son conscientes de las mismas,pero no son elementos disuasorios.Respecto a los beneficios del consumo,destacan “el elemento desinhibidordel alcohol” o “un cambio de percepciónrespecto a los jóvenes, ya quese les tiene en cuenta al preguntarles”.
En los espacios donde se producenlos botellones, existen contenedoresy papeleras, si bien aproximadamentela mitad de los lugares carecen debancos. “Los jóvenes tienden acudira lugares iluminados y zonas peatonalizadas.En el 78% de los casos seencuentran a menos de 250 metrosde viviendas”, añadió la responsablede Gizagune. Aunque apenas generandestrozos en el mobiliario urbano,la acumulación de la suciedad?basuras y orines? es habitual.“Los alrededores de la discotecaFever (Bolueta), el New Holiday (Deusto),Mao Mao (Zorrotzaurre), en lazona Iturrialde o la calle Fika son algunosde los focos. En función de las zonas identificadas varían los perfilesy los consumos, están asociados alambiente que se genera en el entorno”,concretó Muñoz. La mayoría deellos “no se esconde”, sino que prácticabotellón en lugares visibles, “tantoal vecindario como a la policía municipal”,quien muestra, según las técnicasdel programa, “mano izquierdacon los jóvenes”.
Respecto a la iniciativa, los jóvenes“muestran buena aceptación y eldeseo de ser escuchados”, así comouna predisposición a “modificar suscomportamientos mediante el fomentode su responsabilidad”, si bien noestán dispuestos a cambiar su hábitode hacer botellón. Por ello, no semuestran a favor de endurecer lasmedidas disuasorias; en su lugar, solicitanmejorar equipamientos comocontenedores y baños públicos.
Las propuestas de sensibilizacióndel programa mencionan la prácticaFeet-on-the-street, basada en romperesquemas creando impacto en losjóvenes, generar espacios o experienciascomunitarias en los barrios ointervenir en otros lugares que nosean sus zonas. “No hay que sacar laconclusión de que esta realidad es lade todos los jóvenes, es un sector dela población. Aunque dentro de esegrupo, a pesar de todo, hay muchosque quieren seguir haciendo botellónen la calle”, concluyó Muñoz.