La bicicleta eléctrica, un transporte al alza
El vehículo de pedaleo asistido se impone en la III Carrera de Transportes durante la Semana Europea de la Movilidad
EL censo de bicicletas eléctricas suma un millón en países como Holanda, donde va camino de convertirse en el medio de transporte por excelencia. Lejos de igualar esa realidad, en Bilbao comienza a hacerse un hueco, poco a poco, conquistando a aquellos usuarios que la prueban. Alaitz Etxanobe es una ellas. Ayer, por primera vez, se subió a un vehículo de pedaleo asistido -otro de sus nombres- con el que logró ganar la III Carrera de Transporte celebrada durante la Semana Europea de la Movilidad en la que la capital vizcaina se ha implicado otro año más. No solo fue la más rápida, sino que aprobó su primera travesía en bicicleta eléctrica, un medio de transporte sostenible y aconsejable para los desplazamientos dentro de la ciudad, con un notable.
La experiencia de la alumna se pudo contrastar con la de otros ocho voluntarios de la UPV/EHU, quienes realizaron un recorrido de unos tres kilómetros -los que separan el muelle de El Arenal de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Sarriko- en diversas modalidades de transporte con el fin de comprobar la eficacia de cada uno de estos medios en términos de duración del desplazamiento, velocidad efectiva, coste económico y huella de carbono. La competición, de naturaleza reivindicativa, se realizó sin ningún incidente remarcable después de que Asier Abaunza, concejal de Circulación y Transportes del Ayuntamiento de Bilbao, apelase a la deportividad de los participantes antes de dar el pistoletazo de salida: “Espero que juguéis limpio, tenéis que respetar la señalización y a los peatones para que no haya altercados. La carrera debe ser lo más realista posible en cuanto a un itinerario normal”. Así fue. Alrededor de las once de la mañana, después de que a cada uno le fuera asignado un transporte al azar, los nueve concursantes se dirigieron a paso ligero -sin correr- a tomar el medio de transporte que les correspondía. Las normas a seguir estaban acordadas: los que fueran a coger un transporte público como Bilbobus, el metro, Bilbon Bizi o el taxi debían ir a la parada cercana, la moto eléctrica y el coche particular debían estar y, después ser, estacionados correctamente. Todos, excepto el peatón y el taxi, debían dejar sus transportes en la parada más cercana y acabar la prueba a pie.
Finalmente, el podio se completó con las tres chicas participantes. Alaitz Etxanobe realizó el recorrido y su primera experiencia en bicicleta eléctrica en 13 minutos. “Es un medio de transporte estupendo para viajar por la ciudad, aunque he pasado un poquito de miedo, porque coge gran velocidad en poco tiempo”, señaló a su llegada. Un minuto después arribó en metro su amiga Olatz Olaortua, quien apenas tuvo que esperar en la estación del Casco Viejo para tomar el suburbano. La misma fortuna hizo que Eneritz Agirre llegara a meta con un tiempo de 17 minutos: “Aunque el autobús pasa con una frecuencia de 20 minutos, solo he tenido que esperar dos”, admitió.
Alvar Gordejuela, quien condujo su propio coche y llegó en cuarta posición alucinaba en la meta: “¿Cómo habéis llegado antes que yo?”, interrogaba a sus compañeras. “Me he encontrado con un tráfico denso y mucho semáforo en rojo. También he perdido tiempo con un camión que ha salido desde el ayuntamiento”, narraba el conductor del automóvil para excusar su puesto antes de rendirse a la evidencia. “Una vez más se demuestra que el coche no es el medio más rápido”. Y, dadas las evidencias, tampoco el más barato ni ecológico.
El participante que tomó el taxi, Juan Antonio Solera, habiéndose topado con similares dificultades que Gordejuela, llegó al mismo tiempo. Poco después, con un tiempo de 22 y 26 minutos, llegaban Kepa Gezuraga -en bicicleta particular- y Markel Villamediana -en bicicleta de préstamo Bilbon Bizi-. El primero acusó su demora a las cuestas que se deben subir desde la ría, mientras que el segundo se despistó por la ciudad al seguir a otro ciclista.
El conductor de la moto eléctrica, Roger Briz, con un recorrido de 26 minutos de duración, sufrió el contratiempo de no encontrar un parking acorde a su medio de transporte. A la zaga, 32 minutos después de comenzar la carrera, llegó el peatón. “He visto cómo me adelantaban todos”, señaló Iban Ortega en la meta, mientras lucía la camiseta empapada de sudor, producto de la larga caminata realizada bajo el sofocante ambiente estival que ofrecía ayer la villa.
Opción viable
La tercera edición de la competición revalida la bicicleta como uno de los mejores vehículos para circular por la ciudad por tercer año consecutivo -en 2012 la bicicleta particular logró la mejor nota global, mientras que en 2013 ganó la carrera y la eléctrica obtuvo el segundo puesto-. El medio de las dos ruedas va calando en la conciencia mientras la red de bidegorris consigue cada vez más adeptos. En ese contexto, la bicicleta eléctrica es una opción viable. Con un precio que oscila entre los 1.500 y los 1.600 euros, los usuarios que compren una ahora cuentan con ayudas del Gobierno vasco para pagar hasta un 20% de su precio. A pesar de su elevado coste, “hay quien está haciendo cuentas para sustituir el transporte público por la bicicleta y ha llegado a la conclusión de que le sale más rentable. Para moverse por Bilbao tiene sentido: es económica y, además, se hace algo de deporte”, advirtió Javier Crespo, de Urban Bike, tienda que vende la bici que triunfó en la carrera.