Bilbao - La carta puebla marcó un antes y un después en la historia de Bilbao. Aunque, según recuerda el alcalde, Ibon Areso, “fue puerto antes que villa”, aquella pequeña aldea quizá no hubiera conocido el desarrollo comercial de los siglos posteriores de no haber sido por aquel documento que otorgó Don Diego López de Haro en 1300. La pieza reconoció a Bilbao una serie de privilegios que empujó al incipiente asentamiento de un desarrollo económico que terminó convirtiéndola en un núcleo urbano de primer orden.

“Es nuestra carta de nacimiento, nuestra Constitución”, reconoce el alcalde de Bilbao. Más que fundar una población, las cartas puebla las convertían en villas, con el estatus jurídico y los privilegios que ello suponía. Uno de los aspectos más importantes de cuantos se recogen en ella es la concesión del monopolio del tránsito mercantil por la ría: los vecinos de Bilbao podían hacer un uso libre del cauce, sin que los barcos que llegaran o zarparan de su puerto tuvieran que pagar impuestos en ninguno de los pueblos situados entre la villa y la desembocadura del Abra; un hecho que, evidentemente, impulsó su desarrollo comercial. Además, estableció que se celebrara un mercado semanal todos los martes, una cita importante para un enclave que no era especialmente agrícola.

Bilbao recibió el Fuero de Logroño y no el de Vizcaya, que crearon dos mundos jurídicos diferentes en el territorio. Con él, todos los bilbainos quedaron eximidos de tener que contribuir al sostenimiento de los ejércitos -ni personal ni dinerariamente- y quedaron exentos de muchos impuestos. Pero, sobre todo, los convirtió en hombres libres. La carta fundacional delimita también los límites de la villa: desde el puntal de Zorrotza, en la desembocadura del Kadagua, subiendo por el Pagasarri y bajando por Etxebarri para cruzar la ría a la altura de su cruce con el Ibaizabal. Desde aquí, la linde subía por Begoña hasta el monte de Santa Marina, Santo Domingo y Deusto, hasta la desembocadura del río Asua.

La carta fue firmada en Valladolid y, como curiosidad, la fecha que aparece en el documento no es 1300, año de la fundación de Bilbao, sino 1338. La razón es que este año estaba establecido por la Era Hispánica, que inició Octavio Augusto en el año 38 antes de Cristo para conmemorar la pacificación de Hispania. Ese calendario se utilizó durante toda la época visigótica y se eliminó en 1383, cuando Juan I lo abolió en las Cortes de Segovia.

Esta de Don Diego López de Haro no fue la única carta puebla que tuvo Bilbao. Diez años después, su sobrina, Doña María Díaz de Haro, al no reconocer la anterior, estableció un nuevo revulsivo para el comercio: que el camino entre Orduña y Bermeo, por el que circulaban las mercancías de Castilla, pasara obligatoriamente por Bilbao. - A. Atxutegi