con el Palacio Euskalduna se rompió el mito. Parece que fue ayer cuando en febrero de 1999 quedó varado como centro cultural vanguardista en los antaño prolíficos astilleros Euskalduna. Aquel día, la botella -símbolo tradicional en la botadura de los barcos- no se rompió. Malos presagios. Sin embargo ha sido todo lo contrario. El pasado miércoles, uno de los actuales emblemas de Bilbao cumplió quince años. Y, de momento, la suerte no le ha dado la espalda. Ayer se demostró en un nuevo capítulo de éxito una trayectoria repleta de ellos. "Estamos encantados, la gente se lo ha pasado muy bien y las visitas han lucido mucho", explicó entusiasmado Jon Ortuzar, director del centro, exultante pero también exhausto por el tirón del palacio en una jornada de infarto que desbordó todas las previsiones. No en vano, más de diez mil personas pasaron ayer por el centro cultural. "Queremos disculparnos porque nos han desbordado las visitas guiadas. Al mediodía ya se habían agotado y a la tarde nos ha sido una locura atender a todo el público a pesar de que hemos puesto visitas especiales", indicó Ortuzar, anfitrión ayer de una marea humana -61 visitas guiadas y 2.300 personas en total- con ganas de acceder a los rincones más especiales de uno de los centros de congresos más importantes del Estado. La fiebre por visitar el Euskalduna fue tal que desde las 8.30 de la mañana ya se congregaba gente en las puertas del centro para el primer recorrido. Luego, desde las 10.00 hasta las 19.00 horas visitas cada diez minutos. Además, conciertos, espectáculos de magia, talleres y juegos. "Los más pequeños se lo han pasado en grande", destacó Ortuzar, quien quiso recordar que todos aquellos que no pudieron disfrutar en profundidad del palacio disponen "todos los sábados a las 12.00 horas de visitas gratuitas". Bendita botella.