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Teresa Querejazu: "Hay que enarbolar banderas que siga la gente"

Teresa Querejazu: "Hay que enarbolar banderas que siga la gente"

Bilbao. Un plato de alcachofoas y tomates secos -receta propia de la Basilicata, una región del sur de Italia...- y otro de merluza frita con pimientos rojos (no puede haber nada más bilbaino sobre una mesa...) son los agasajos con los que Teresa Querejazu recibe al periodista en su casa. De postre, queso, cerezas y txintxorta, todo ello bien regado con buen vino. Cerca, muy cerca, libros, mapas, obras de arte y recuerdos de viajes. Y en la cabeza tan bien amueblada, proyectos tallados en brezos, plumas de nogal, fresno o caoba, muebles de lujo que bullen en una mujer a la que puede definirse como llave de Bilbao. Ahora trabaja en el penúltimo proyecto, ABRA.

Si le prohibiesen un viaje más, ¿le interesaría tanto la vida?

La vida me interesa siempre, pero me gusta volar. Y si me cortasen las alas me llevaría una decepción.

Como a Fernando VII, ¿qué rincón del mundo le decepcionó más?

Grecia. La había soñado tantas veces... Es terrible ver cómo llegó la decadencia a aquella civilización.

En las antípodas, aquel lugar inolvidable fue...

San Marcos, en Venecia, un día de una terrible tempestad. Diez centímetros de agua cubrían toda la plaza y habían barrido todo lo superfluo: los turistas, las palomas... Y en medio de aquel escenario, los músicos del Café Florian seguían tocando... ¡Inolvidable, sí!

¿Qué lugar ocupa Bilbao en ese ranking?

Es una ciudad atractiva y confortable que no sabe vender su historia. Vamos tan rápido que sólo contamos lo que se ve ahora.

¿Qué secreto oculta?

¿Yo?

Ja, ja, ja. No, la ciudad

Hay ciudades que tienen algo, no sé qué, que te invita a volver. Hay que llegar al alma de Bilbao.

¿Y cómo se consigue?

Compartiendo una buena mesa con gente que te transmita algo que te interese.

Veámoslo con un ejemplo

Teresa Barrenetxea me pidió que recibiese al fotógrafo Richard Avedon en Bilbao. Fui al aeropuerto a recibirle y el hombre preguntó cómo era Bilbao. Subimos a Artxanda y le expliqué que, al igual que Roma, Bilbao está rodeado por siete montes, pero que en lugar de estar sobre una colina, estaba en un valle.

Siga, siga...

Llamó Teresa y le preguntó qué tal, a lo que contestó: he visto Roma desde Artxanda. ¡Le interesaba!

Volver, dice... ¡le aman en Turismo!

Bilbao tiene eco, algo propio de las ciudades con puerto. Yo lo llamo el Bilbao de las mareas, siempre en movimiento.

¡Aquel gran Bilbao industrial!

Transmitía un calor y una fuerza enormes. Y aquella gente, que reinventó la industrialización. Porque Bilbao sin sus gentes. Exagerándolo un poco, se hizo todo aquello en veinte años, con veinte familias y en veinte kilómetros a la redonda. ¡Fueron titanes!

Una doble: ¿Se vivía mejor o peor?, Guggenheim o Altos Hornos?

Bien dentro de las casas y menos fuera. Ahora queremos calle a todas horas, como si fuésemos Nueva York. Ni lo somos, ni queremos. Y, con todos los respetos y admiración, me quedo con Altos Hornos. Hay que darle más tiempo al museo.

¿Qué queda de aquel espíritu?

Lo de siempre: el inconformismo y la capacidad de emprender. Bilbao vuelve a ser joven.

¡Pero los jóvenes se van!

Es terrible. No se puede seguir planificando sin contar con ellos, el futuro es suyo. Es un problema que esta ciudad no se puede permitir.

¿Qué soluciones ve?

Que no hagan el viaje de Ulyses, lleno de espejismos. Hay que prepararles un viaje de ida y vuelta, que puedan regresar en condiciones para volcar lo que aprendieron. No podemos desabastecernos de nuestro mayor tesoro, el capital humano.

Les tachan de desganados...

Al joven que no le pides esfuerzo es difícil que te devuelva inconformismo.

¿Desde niños?

Los niños de hoy están superperotegidos y son vulnerables porque tienen demasiada información. Antes se domaban en torno a unas reglas. Hoy es mucho más difícil educarles porque todo es más flexible. Y la vida es un viaje muy exigente.

¿Estamos preparados para él?

No lo preparamos bien. Lo primero es saber dónde queremos ir y pasan muchos años, demasiados, hasta que sabemos cuál es el camino.

¿Y si te pierdes?

Volver a intentarlo. Hasta que sepas qué hacer y qué no hacer.

¿Qué papel juega el dinero en esa travesía?

Es un espejismo, otro más de ese viaje de Ulyses. El dinero esa una moneda de dos caras. Para explicarlo va bien la parábola de los denarios.

Hay quien tiene la fortuna de alcanzarlo

La suerte es una causalidad, no una casualidad. Tú persigues algo y un día estás en el momento y el lugar adecuado. ¿Eso es suerte o fruto de esa persecución?

Globalizar es un verbo que se conjuga hoy con frecuencia...

Alejandro Magno salió de un guerra fraticida y buscó una gran alianza fuera de su tierra. Es el primer intento de globalización en el mundo.

¿Moraleja?

Hay que intentarlo donde sea. A épocas diferentes, pasos diferentes. Estamos en una Europa llena de escándalos, de corrupción. Sal a buscar otros modelos que no enriquezcan al rico y empobrezcan al pobre.

¿Hacen falta líderes?

Mandela ha muerto con honores. La voz del Papa Francisco cada día se escucha más. Hay que enarbolar banderas que la gente siga.

Da miedo el término 'banderas' porque en su nombre se han despetado mil y un guerras...

La guerra es lo peor que existe. Y la guerra civil, lo peor de lo peor. Napoleón y Hitler intentaron imponerse por las armas y mire las consecuencias. La vida misma es una batalla, pero no me gusta el estás conmigo o estás contra mi.

¿Algún recuerdo familiar de la guerra?

Mi madre vivió el bombardeo de Gernika y se refugió en las caballerizas del palacio Allende Solano. Días después apareció en casa un pastor alemán, tuerto, en cuyo collar se leía un nombre: Cook. Jugué con él de pequeña y la leyenda dice que era el perro abandonado de la Legión Condor.

Suavicemos: ¿A que se dedicaba Teresa niña?

Espiaba.Me gustaba escuchar a mis padres cuando no miraban para enterarme de las cosas.

Jugaba, supongo...

Sí claro, en el parque. Y recuerdo los domingos en el Arenal: misa de doce en San Nicolás, gambas con mosto en Los Fueros y la pastelería del Boulevard, que parecía una joyería, llena de caramelos y espejos.

Ya de adolescente le movían inquietudes como...

Los viajes, ya lo he dicho. Pero también la música. Ópera, jazz y mis Beatles, por supuesto. Jugábamos al baloncesto y quedamos campeonas de Bizkaia con un lujo de entrenador: ¡Emiliano!

Y el Athletic

Hace poco me encontré con un sueco en Donosti. Era entrenador y venía al País Vasco para ver el último partido en San Mamés porque admiraba los valores. Eso quiero yo.

¿Es la vanidad pecado de nuestro tiempo?

¿Quién es más vanidoso, el hombre o la mujer?

Ellas compran los espejos.

Es una vanidad física. Pero la vanidad del poder es muy masculina, aunque está cambiando ese cliché.

¿Se sintió incómoda siendo mujer?

No, pero he sentido velados intentos de neutralización. He visto cocodrilos pero nunca me han mordido.

¿Qué me pide por sus memorias de la Cámara de Comercio?

¡Buf! No hay dinero para pagarlas.