El último mohicano
Juan Zabala sobrevive con el único puesto de venta de aves del mercado de Santo Tomás El productor getxotarra asegura que es "el día más importante del año"
Getxo
para mí, Santo Tomás ha sido, es y será el día más importante y más bonito del año". Juan Zabala lo puede decir más alto, pero no más claro. Este baserritarra de Getxo no fallará a su cita con Bilbao y hoy sus aves se convertirán en uno de los principales atractivos del mercado de Santo Tomás de la capital vizcaina, al que lleva acudiendo durante más de tres décadas. "He perdido la cuenta de cuántos años llevo yendo, pero más de 30 años, seguro", explica este hombre, mientras no para de trabajar a contrarreloj.
Su actividad es constante; no tiene tiempo que perder. En los días previos al 21 de diciembre hay multitud de cosas que hacer y el tiempo es un valor escaso. "Estos días son de muchísimo trabajo. Hay que preparar todo para el mercado, atender pedidos, cuidar al ganado y, además, dejar todo lo de los animales preparado porque mañana -por hoy- no estaré en casa", desgrana Juan, testigo de excepción de todos los cambios que está experimentando en los últimos tiempos la gran cita del agro vasco. "Antes, los animales y los puestos de frutas y verduras tenían mucho más protagonismo; pero, ahora, el talo y la sidra se han convertido en las grandes estrellas de Santo Tomás. Poco queda para el resto", se sincera Zabala.
Estos cambios han hecho que Juan Zabala sea el único productor que este año presentará un puesto de aves en la feria bilbaina. "Soy el último mohicano", señala entre risas, pero con un poso de tristeza y resignación a la nueva situación que vive el mercado bilbaino. La cita que hoy convertirá El Arenal y el Casco Viejo de la capital vizcaina en un constante ir y venir de personas también se ha visto muy afectada por la crisis. "En los últimos años se ha notado mucho que la gente no tiene dinero que gastar. Ahora vendemos mucho menos que hace unos años", indica Zabala, a la vez que da de comer a sus aves.
Pese a todo, este productor agrícola no pierde la esperanza ni la ilusión ante una cita que considera "única". Hoy espera "vender bien, dentro de lo que yo espero" y con cumplir las expectativas que se ha marcado -lejanas a las de hace un lustro- se da por conforme. "Siempre hay que venir a Santo Tomás lleno de ilusión y esperanza", declara este baserritarra de Getxo.
LOS NERVIOS DE UN NOVATO En los días previos a Santo Tomás, Juan siente un extraño cóctel de ilusión, esperanza y nervios. Cuenta con una dilatadísima experiencia en estas lides, pero aún le acompaña el nerviosismo previo a una cita clave. "Tengo que reconocer que estos días suelo andar nervioso. Hay muchas cosas que hacer y todas tienen que salir bien", explica. Esa adrenalina hizo que, en la noche de ayer, el sueño no hiciese apenas acto de presencia. "Le das vueltas a lo que tienes que hacer y, al final, apenas duermes", resume Zabala. Y es que en esta cita está en juego parte del trabajo del último medio año. "Yo empiezo a preparar todo lo de Santo Tomás en junio o julio a más tardar. Es algo que no se nos puede olvidar y en lo que hay que empezar a ponerse las pilas con mucho tiempo de antelación", señala este hombre trabajador e inquieto a partes iguales.
Su víspera al día 21 acaba muy tarde y su Santo Tomás empieza muy pronto. "Cuando duermo, me levanto a las seis para poder estar en Bilbao sobre las siete y media", declara. Con el sol aún sin hacer acto de presencia por la villa, Juan ya está trabajando en la Plaza Nueva para dar vida a su puesto. Han cambiado muchas cosas en este mercado, pero la ubicación de la caseta de Zabala sigue siendo la misma desde hace unos años. "Este año también estaré en la Plaza Nueva. Justo frente al reloj del edificio de Euskaltzaindia", comenta.
Juan cree que este año estará más cómodo, ya que los puestos de sidra, talo y txakoli han sido trasladados a El Arenal. "Para nosotros es mucho mejor porque la gente va tirando botellas y vasos al suelo y, llega un momento, en que apenas puedes pasar", dice.
De esta forma, el productor getxotarra acude hoy a Santo Tomás con ilusiones renovadas y con el mismo propósito de siempre: "Hay que atender bien al cliente y tratar de darle lo mejor". Con ese objetivo entre ceja y ceja, ha trabajado con ahínco durante medio año y se ha levantado a las seis de la mañana Juan, el último mohicano de la venta de aves en Santo Tomás.