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Turismo de paraguas

Los visitantes capean el temporal como pueden por las calles de Bilbao Se refugian en museos y restaurantes para combatir el frío y la lluvia

Turismo de paraguasDavid de Haro

Bilbao

TAL y como pronosticaban los partes meteorológicos, ayer llovió a gusto en Bilbao. Nada novedoso para los bilbainos, pero sí para Antonio y Rosa, un matrimonio de Albacete, que han aprovechado las vacaciones de Semana Santa para conocer el Guggenheim. "No nos importa que caigan chuzos de canto", comentaba a DEIA Antonio, "porque hemos venido bien pertrechados, con paraguas y chubasqueros, y además nos gusta tener esa sensación de humedad que en nuestra tierra no la tenemos". Así que a Antonio y Rosa no les importaba atravesar a media mañana la explanada del museo Guggenheim mientras caía el diluvio sobre la capital vizcaina. Después de haber visitado la entrañas del museo diseñado por Gerhy, al que calificaban de "impresionante", el matrimonio se dirigía a otro atractivo turístico de la ciudad: La Alhóndiga. "No han dicho", señalaba Rosa, "que el edificio es muy bonito por fuera y curioso por dentro". Mientras Antonio y Rosa se alejaban, un nutrido grupo de turistas se protegía de la lluvia en la cafetería del museo. Marina, una joven estudiante de arquitectura de Madrid, esperaba a que remitiera la lluvia para ir al Casco Viejo. "Me han dicho que hay unos pintxos estupendos", decía. Así que ella y sus amigas, todas futuras arquitectas, estaban ansiosas por coger el tranvía y disfrutar de la gastronomía local.

En el Casco Viejo los bares y restaurantes mostraban sus mejores galas, es decir, las barras repletas de pintxos, para que turistas y residentes dieran buena cuenta de un buen aperitivo. Sin embargo, los ánimos no estaban para echar cohetes. "Es una pena que haga este tiempo porque a la gente le cuesta más salir de casa y los turistas no pueden hacer uso de la terrazas, que es donde les gusta estar". Así se manifestaba el dueño de uno de los restaurantes de la Plaza Nueva mientras confirmaba que "hoy va a haber poco tránsito de turistas". Donde si había movimiento era por las calles del Casco Viejo. Movimiento de paraguas. Después de dos días de fiesta, los comercios volvían a abrir, con lo cual se "recuperaba" la vida en uno de los lugares más visitados por los turistas, en general, y los bilbainos y vizcainos, en particular. El mercado de La Ribera recuperaba el trajín de un día laborable víspera de fiesta. "Hay que llenar otra vez la nevera y la despensa, que vienen otros dos días de fiesta", comentaba una parroquiana que llevaba un carro lleno de "productos de primera".

Actividades Unos metros más arriba, en el pórtico de la iglesia de San Antón, un grupo de personas esperaba la salida de la visita guiada teatralizada que ha puesto en marcha Bilbao Iniciativas Turísticas. Se trata de una de las muchas ofertas y posibilidades que el turista tiene al alcance de su mano para disfrutar de la Semana Santa en Bilbao. Por ejemplo, una que está teniendo bastante éxito es el "espectáculo participativo de danzas tradicionales vascas" que está teniendo lugar todos los días en el atrio de la Alhóndiga. En principio se pensó en la explanada del Guggenheim, pero ante las malas previsiones del tiempo se optó por trasladar el espectáculo al edificio diseñado por Phillipe Starck. Allí, en su interior, Mario, un payés del Ampurdán, disfrutaba escuchando los acordes de la trikitrixa y la txirula antes de que se iniciara el espectáculo. "El edificio me parece muy bonito, sobre todo las columnas", comentaba, "pero lo que más me ha gustado ha sido la ciudad". Mario quería recordar viejos tiempos. No había vuelto a la capital vizcaina desde finales de los años ochenta, cuando tuvo que venir a "cerrar un acuerdo comercial". "El cambio ha sido espectacular", reconocía Mario. "Y aunque hoy está lloviendo, como la última vez que vine", proseguía dando su impresión sobre Bilbao, "he visto la ciudad más alegre, menos triste, con otro espíritu". Por eso, su intención para lo que quedaba de jornada era ir a comer "a uno de esos restaurantes que están en la zona recuperada de la ría". Se despedía con un "no me voy a privar de nada".

Calada hasta los huesos entraba a la cafetería de la Alhóndiga, Alicia, que no había sido tan previsora a la hora de elegir la ropa. "Es verdad que habían dicho que iba a llover, pero no pensaba que tanto", señalaba. Alicia está acostumbrada a la lluvia, por algo es gallega. Refugiada del chaparrón, se disponía a entrar en calor y preparase para ver el espectáculo de danzas.

Gran Vía Mientras los museos y edificios donde había actividades programadas se llenaban de visitantes, la Gran Vía bilbaina era otra procesión de paraguas. Mucho movimiento de personas y vehículos, pero poca bolsas de compras. El día animaba más a quedarse en casa que a lanzarse a la calle. Aun así, Bilbao ya no es en Semana Santa la ciudad que antaño se quedaba paralizada. El turismo y el programa diseñado desde el Ayuntamiento de Bilbao han logrado dar la vuelta a la situación. Las procesiones que organizan la Hermandad de Cofradías Penitenciales de Bilbao de Semana Santa son una alternativa más al programa de ocio y cultura de Bilbao Turismo. Algunos de los turistas que han acercado hasta la capital vizcaina estos días apuraban ayer sus últimas horas. Como Mirian y José Luis, llegados desde Madrid para ver el Guggenheim. "Hemos disfrutado muchísimo, volveremos", decían.