BILBAO no siempre ha sido la ciudad que hoy en día es. Hubo un tiempo en que en la villa y en las localidades cercanas se edificaban y construían edificios a granel dejando de lado cualquier aspecto estilístico y tratando de alojar al mayor número posible de personas al menor coste.
Así surgieron barrios como Otxarkoaga o San Inazio, llenos de viviendas clónicas construidas para albergar a todos los chabolistas que hasta la mitad del siglo pasado se hacinaban en las laderas de los montes que rodean la villa. Este tipo de edificaciones suelen ser calificadas como commieblocks o viviendas colmena. Su nombre es la unión de dos palabras anglosajonas: commie, comunista y block, bloque. Se trata de una serie de bloques de pisos estéticamente idénticos y por lo general de gran altura. Como su propio nombre deja entrever, el nacimiento de estas construcciones está ligado a gobiernos comunistas y países de la órbita soviética, pero en la actualidad se pueden observar en casi cualquier núcleo urbano.
Aunque en Bilbao no es un tipo de construcción muy habitual, se puede encontrar un perfecto ejemplo de viviendas colmena en el barrio de Otxarkoaga. Hasta principios de la década de los sesenta, este distrito era una ladera llena de caseríos y campas. Sin embargo, en 1959 y por la presiones de distintos sectores sobre la situación de los chabolistas en la ciudad, se inició un proyecto bautizado como Poblado dirigido de Ocharcoaga y se comenzó a construir un barrio completo con el fin de albergar a todos los chabolistas de Bilbao. A pesar de que en un principio se apostó por edificar bloques de menos de cinco alturas, el Ministerio de Vivienda de entonces rechazó tal posibilidad, pues el objetivo era construir casas funcionales con el menor gasto público posible.
3.700 viviendas Así, se edificaron 3.672 francoblocks -como denominan los fans de los commies a los pisos sociales creados en el franquismo- con un coste que ascendió a 150.253 euros. La mayoría de estos pisos que se construyeron en la zona de Otxarkoaga tenían dos, tres y hasta cuatro habitaciones; sin embargo, ninguno superaba los 55 m2.
"Las casas son pequeñas, pero aquí se vive muy bien", comenta Manuel, un jubilado que lleva en Otxarkoaga desde la creación del barrio. No es para menos, pues la regeneración del barrio de los últimos años ha cambiado totalmente su aspecto: centros de día, zonas verdes, nuevos aparcamientos o parques infantiles conforman el aspecto actual de la zona.
Pero todos los commies bilbainos no se edificaron partiendo de la construcción de barrios enteros. A pocos metros de la estación de metro de Sarriko, entre las calles Islas Canarias y Larrako Torre, se erigen tres singulares bloques rojos y grises conocidos popularmente como casas americanas. Su construcción se remonta al año 1964 y fueron diseñadas por los arquitectos Rufino Basáñez, Julian Larrea y Esteban Argarate tomando como referencia al célebre Le Corbusier. Estos edificios están formados por viviendas dúplex, pero lo que más llama la atención son sus escaleras, que están segregadas del bloque principal de viviendas y se unen al mismo a través de unos pequeños puentes. Su arriesgada estética hace que estos commies resulten tan odiados como amados. Sin embargo, su atemporal estilo da como resultado una obra por la que parece que el tiempo pasa muy lentamente.
densidad poblacional Cercanos a Otxarkoaga están dos de los epícentros commie de la villa: Santutxu y Txurdinaga, dos barrios urbanizados de una manera un tanto caótica y poblados de grandes edificios de más de diez plantas. En la calle Cocherito de Bilbao de Txurdinaga se encuentra el mal llamado edificio del ajedrez. Aunque suele hablarse de él en singular, lo cierto es que esta edificación está compuesta por dos bloques idénticos. Con 15 pisos de altura, el inmueble muestra una clara estampa commieblockera y, como es de esperar, su nombre viene dado por el aspecto de tablero de ajedrez de la fachada que recubre estas construcciones. Pero la presencia de este tipo de viviendas colmena no solo afecta al aspecto de la ciudad, sino que es uno de los factores que más se deja notar en la densidad poblacional de estos barrios. Tanta es su influencia que, de hecho, Santutxu es uno de los barrios europeos con mayor número de habitantes por km2. Aunque la lectura positiva es que se trata de un barrio con una incesante vida a cualquier hora del día.
En contraposición a los commieblocks están los frankies. Estos edificios, con nombre de monstruo, suelen ser viviendas sociales de pocas alturas -tres o cuatro como máximo-, sin bajos, pero al igual que los commies carecen de elementos decorativos y suelen construirse varios edificios seguidos. Con este estilo de construcción existen barrios prácticamente enteros como San Inazio en Bilbao o Llano en Gurutzeta. Sin embargo, en el extrarradio del botxo, en San Adrián, se encuentra aún un pequeño reducto frankie rodeado de viviendas de nueva construcción. Se trata del grupo de casas de la calle Mina Julia: cuatro bloques de viviendas, que se construyeron en los años cincuenta para albergar a los mineros que trabajaban en los yacimientos de hierro de Miribilla y San Adrián. El suelo que rodea a las casas, enrojecido por el material que se extraía en la zona, deja entrever el pasado de estas construcciones cuyo futuro próximo es incierto. Así lo da a entender un cartel a la entrada de la calle que prevé la construcción de unos nuevos "edificios residenciales" mas acordes al siglo XXI.
otros barrios Aunque estas cuatro son las muestras más claras de este tipo de construcciones en todo Bizkaia se pueden encontrar ejemplos en multitud de lugares. La mayoría está concentrada en la zona del Bilbao metropolitano, pues se edificaron para dar cabida al aumento de población que sufrió la zona propiciada por la industria y minería vizcaina a lo largo del siglo pasado. El barrio bilbaino de Altamira, el edificio RAM en Matiko, los bloques de La Casilla o la zona de La Paz en Gurutzeta son otros de los ejemplos de estas viviendas, que gracias a su construcción sacaron en su día a más de una familia de un apuro y actualmente son observadas con cierto desprecio por su poco cuidada estética.