Bilbao. Las bilbainadas volvieron a retumbar ayer por cada esquina del Casco Viejo, algo que se repite cada 11 de octubre desde hace más de cincuenta años. Tal y como estaba previsto, el centro de la villa aglutinó a numerosos txikiteros que celebraron ayer su esperada fiesta conmemorando a la patrona vizcaina, la amatxu de Begoña.
Como habían apuntado las cuadrillas de txikiteros, el desafortunado destrozo que sufrió hace unos días la imagen de la Virgen y el niño Jesús que engalana la hucha de estos amantes del caldo en la calle Pelota con Santa María no empañó la celebración de este día. Ya se palpaba el buen ambiente desde primera hora de la mañana de un día en que el buen tiempo acompañó a la tradicional fiesta y empujó aún más a los ciudadanos a las calles.
Numerosos txikiteros, aficionados desde hace años a mantener viva esta costumbre, se acercaban hasta las calles del Casco Viejo esperando dar comienzo a la fiesta. Ataviados con txapelas, símbolo externo de participación de esta fiesta, un goteo de amantes de esta tradición tan de la tierra fueron uniéndose a sus cuadrillas para ir de poteo.
Sobre las once de la mañana tuvo lugar la ofrenda floral a la Virgen, como cada año, al pie de la hornacina de la imagen de la patrona en la que se apoyó una escalera de tijera para alcanzar la escultura. Ramos llenos de colorido que aportan los ciudadanos o diversas entidades cívicas engalanaron el lugar en un acto que fue acompañado con la música de Bilboko Txistulariak, cantando el Agur Jaunak que suele interpretar el histórico txikitero Jose Lejarraga, más conocido como Petiso. Tras los cánticos a la Virgen que se entonaron desde el único donde se puede contemplar la basílica de Begoña en esta zona de la villa, la Asociación de Pasteleros de Bizkaia repartió a los asistentes a esta celebración porciones de la tarta Begoña, algo muy esperado, puesto que rápidamente se formó una larga cola a la espera de la distribución.
Además, se aprovechó la mañana para vender unos cancioneros con bilbainadas publicados este año, cuyos beneficios se unirán a los recogidos durante los últimos meses en la hucha de los txikiteros y que cada año destinan a una ONG o a una entidad benéfica. En esta ocasión, la calderilla recaudada por los txikiteros bilbainos irá destinada a la Casa de la Misericordia.