Bilbao

En todo abandono, más allá de la inevitable imagen de desolación que lleva asociada, subyace siempre una historia de proyectos truncados, de ideas marchitas, de fracaso. La geografía peninsular se ha ido llenando en las últimas dos décadas de naturalezas muertas que, bajo el aparente esplendor del boom inmobiliario, han teñido el paisaje de construcciones vacías y sin dueño. Bilbao acoge en sus alrededores tres casos visibles de construcciones interrumpidas por diferentes motivos. Se trata de tres moles de hormigón que se quedaron en los huesos como realidades físicas deshumanizadas.

tanatorio en Basurto

Un edificio muerto

Es el más visible de todos y probablemente el caso más popular, ya que su resolución está paralizada y, pese al proyecto de habilitación que tiene pendiente, el edificio sigue reducido a un esqueleto de hormigón. Este infructuoso tanatorio se encuentra frente al hospital de Basurto, entre Olabeaga y la Avenida de Montevideo.

Su construcción se remonta a 1998, después de que Europea de Finanzas, a través de su sociedad instrumental de Funespaña, creara una sociedad mixta con el Ayuntamiento de Bilbao. La alianza competía con Funeraria Bilbaina, que por entonces estaba pendiente de la aprobación de su proyecto para edificar un tanatorio en el antiguo restaurante Lasa de Begoña. Finalmente, mientras que el proyecto de Funeraria Bilbaina quedaba truncado, Funespaña comenzaba el levantamiento del edificio de Basurto, obra que vería obligada a detenerse pocos meses después debido a problemas técnicos en la cimentación y desacuerdos entre los miembros de la sociedad mixta.

La paralización de los trabajos dejó la estructura como la conocemos hoy. En 2003, la sociedad mixta se rompió y se repartió la propiedad del inmueble. La entidad privada se adjudicó el 80% de la finca.

Los últimos planes para el edificio pasan por la construcción de un gran parking de 400 plazas que Funespaña asegura tener previsto. Sin embargo, la obra lleva desde 2008 sin plazos de ejecución, y la situación de histórico abandono ha provocado incidentes que los vecinos de la zona han denunciado en varias ocasiones. Denuncian la situación de inseguridad que sufre el entorno ante el continuo tránsito de personas sin hogar que se cobijan bajo los techos del edificio y las supuestas peleas que se producen. Recalcan asimismo que desde el Consistorio no se han tomado medidas para atender sus peticiones. Sin ir más lejos, el pasado 29 de mayo un hombre de 37 años fue encontrado muerto en el tanatorio. Actualmente, el inmueble está calificado como equipamiento público.

Viviendas en Etxebarri

Pegado a la ría

Este esqueleto de hormigón situado cerca de las vías de metro que unen Etxebarri con la estación de Bolueta y con inmejorables vistas a la ría, lleva más de 40 años viendo cómo la podredumbre y la vegetación se adueñan de su estructura. Su futuro estaba ligado a funcionar como un bloque de viviendas particulares hasta que el promotor de la cooperativa encargada de gestionar el proyecto lo abandonó defraudando a los socios y llevándose su dinero. Según explican fuentes municipales, varios vecinos de Etxebarri, afectados por la estafa, nunca llegaron a recuperar su inversión.

Como consecuencia, Agroman, la entidad que había construido el muro de contención del río, se adjudicó el solar existente con la forma que mantiene en la actualidad. La propiedad pasó después a un banco, quien lo transmitió a sus inversores. Con la aprobación de las normas subsidiarias de Etxebarri, el suelo se desclasificó a instancias de la Diputación de Bizkaia, entidad que tiene previsto que por el lugar pase el último tramo del anillo viario de Bilbao.

Sin embargo, los propietarios recurrieron el proceso y apelaron al Tribunal Supremo, que sentenció que el suelo debía ser clasificado como urbano, trámite que se efectuó con una modificación puntual de las Normas Subsidiarias por parte de la Diputación, aprobada por Orden Foral en junio de 2006. Para que el plan siguiese adelante y la autovía pudiera pasar por la zona, el solar debía ser expropiado, con lo que su futuro está ligado a la desaparición tras más de cuatro décadas siendo otro gran gigante gris abandonado.

una mansión particular

En la falda de Artxanda

Desde varios rincones de la villa puede verse la construcción, una estructura hueca de cuatro plantas en forma escalonada que podría formar parte de los delirios capitalistas urbanos presentes en las novelas de J. G. Ballard. El imponente edificio comenzó a ver la luz hace cerca de un lustro, bajo las aspiraciones de una familia bilbaina de construir una mansión con terraza y unas vistas espectaculares sobre la capital, desde la ladera de uno de los barrios más altos de la capital vizcaina. Pero los planes se truncaron y, con las obras en marcha y la estructura concluida, las normas municipales revocaron la licencia de construcción del inmueble y los trabajos tuvieron que ser inmediatamente paralizados, quedando el sueño en standby. Según los vecinos, la construcción había rebasado el número de metros concedidos en la licencia. Años más tarde, los habitantes de Ciudad Jardín ya se habían acostumbrado a ver una misteriosa mole gris cada vez que levantaban sus cabezas hacia Artxanda.

Sin embargo, tras todo este tiempo de abandono, se avecinan buenas noticias para la gran mansión. Parece que tras la celebración de un juicio en el que los propietarios del edificio obtuvieron la razón legal y con ella el permiso de construcción, las obras se reanudarán próximamente, aunque los responsables no han concretado una fecha.