Bilbao
cON Falk me siento más seguro", reconoce el policía municipal José Ángel. Es fácil creerle. Falk es un hermoso pastor alemán de ojos tiernos cuando está al lado de su guía, pero que atraparía al delincuente más veloz al recibir la orden de alerta de José Ángel. Un año y medio de duro entrenamiento en la empresa que compra y amaestra a los perros y seis meses de socialización en la comisaría con su cuidador, convierten a estos perros en eficientes agentes de Policía. Y es que Falk no es sólo un can, "también es un compañero", asegura el agente.
Los animales de la unidad se convierten en compañeros en doble sentido: trabajan codo con codo y establecen una relación de afecto, como ocurre entre humanos. "Pasamos juntos la jornada de trabajo, pero nos vemos más días de los que marca el calendario laboral", reconoce José Ángel. "Cuando libro, me gusta subir aquí para pasearlo por el monte", una costumbre extendida entre los agentes de la unidad canina. "La relación que estableces es muy fuerte. Llevo tres años y medio en la unidad y no he pasado por la muerte de un perro, pero los compañeros que lo han perdido lo han pasado mal. Con ellos llegamos a establecer un vínculo de cariño", reconoce.
Su mujer no se queja, ni del amor que le profesa a su segundo compañero de trabajo ni de las horas libres que le quita. "Podría ir a echar una partida, pero a veces prefiero venir aquí y salir a correr con Falk". Y Falk se queda contento, descansado y agradecido. En estos años, José Ángel no recuerda un mal mordisco dado a los sospechosos. "Su función no es la de morder, si no de controlar la situación cuando estamos realizando identificaciones y registros. Dar un mordisco es una reacción extrema, aunque algún pellizco ya ha dado. Generalmente, evitamos que se llegue a esa situación". Ahora bien, si el malhechor decide emprender la huida, a pesar de recibir el alto policial, los perros le siguen y le aplacan con sus fuertes colmillos. De eso, tras la exhibición realizada ayer, no cabe duda. Son muy eficaces. "Con él no somos dos agentes, somos tres. Nos ayuda a sentirnos más seguros patrullando y las identificaciones y cacheos resultan más fáciles. Los sospechosos ni se resisten ni se van", agrega.
Hablar con Falk es posible, aunque sólo responde a seis palabras . Andar, sentarse, tumbarse, ir pegado al agente, soltar la presa y correr hacia ella son las órdenes a las que obedece, expresadas siempre en palabras monosilábicas y en alemán. "Son perros de carácter fuerte, pero también sumisos a las órdenes de sus guías. Nunca hemos tenido que retirar un animal, sólo dos veces hemos tenido que cambiarles de cuidador", indica su adiestrador Jaime Hernantes.