El Surne Bilbao Basket es ya un morador más del Olimpo, la montaña de los grandes dioses de la mitología griega y el enclave donde la tradición deportiva ubica a los elegidos, a los campeones. A los individuos y colectivos que hacen historia. Porque este miércoles, a poco más de 120 kilómetros de distancia del mágico lugar presidido por Zeus, Apolo, Afrodita, Poseidon y demás deidades, conquistó el temible y volcánico PAOK Sports Arena, lo silenció hasta el mutismo para levantar al cielo el trofeo de la FIBA Europe Cup.
Tremenda bilbainada en tierras griegas, defendiendo como colosos el colchón de siete puntos de la ida hasta el 84-82 final ante un rival próximo a cumplir cien años de historia, con gloria continental a sus espaldas y un brutal ambiente a su favor que los ‘hombres de negro’ acabaron congelando para pasar a ser, con todo merecimiento, 'campeones de negro'.
Confianza, fe, capacidad de resistencia y extraordinario nivel de convencimiento en las posibilidades propias. Y sangre, sudor y lágrimas hasta la bocina final cuando la cosa se pudo complicadísima después de que el PAOK volteara el 39-49 al descanso hasta tener un colchón de diez puntos a cuatro minutos de la última bocina. Estas son las cualidades que han empujado a Jaume Ponsarnau y a sus tropas durante una singladura que ha durado 211 días desde que comparecieron en Lituania el ya lejano 24 de septiembre del pasado año.
Klaipeda, Tiflis, Prievidza, Botevgrad, Sassari, Cholet, Le Portel, Bursa y Dijon han sido las estaciones intermedias, con alguna que otra curva pronunciada por el camino, para poner la guinda final en Salónica a lo que no pudo ser ni en Turín ni en Gasteiz ni en Charleroi. ¡Qué sensación tan extraordinaria es ser y sentirse campeón!
¡Y cómo se saboreó en el Palataki! En la grada, donde unos 200 valientes componentes de la ‘marea negra’ no desfallecieron en ningún momento pese a verse en clara inferioridad numérica, y en la cancha, con un comportamiento titánico de los jugadores sobre todo en los peores momentos, cuando la posibilidad de la tragedia griega se cruzó por la mente de muchos.
Porque el final fue de auténtico infarto, con errores para ambos bandos, hasta que Harald Frey, con un 'dos más uno' y un triple en los últimos tres minutos, y Melwin Pantzar desde la línea de tiros libres lo decantaron de parte bilbaina para regocijo de toda la plantilla y el cuerpo técnico, con mucha gente de la casa, de Bilbao de toda la vida, que lo celebró más que nadie, desde Javi Salgado y su ikurriña en el podio hasta Erik Badiola pasando por todos y cada uno de ellos.
GRAN ARRANQUE
Pese al retraso de casi diez minutos en el arranque por el lanzamiento de rollos de papel a la cancha, el Surne Bilbao Basket le dio un buen arranque a la contienda. Las primeras ventajas en el luminoso fueron suyas (2-7) aunque los primeros problemas no tardaron en llegar con las dos faltas de Jones y Dragic.
Los de Cancellieri encontraron en los tiros libres una vía de suministro de puntos (el criterio arbitral dependiendo de qué equipo defendía fue radicalmente distinto de inicio a fin) y las constantes vitales de la cita cambiaron. Frey y el reaparecido Hlinason defendieron el fuerte con el 18-15 y Grandison respondió, pero una canasta de De Ridder permitió a los visitantes cerrar los primeros diez minutos con el choque equilibrado: 24-24.
Y la salida a escena de Gielo, con dos triples y una canasta de dos casi seguidas, disparó las posibilidades de los de Ponsarnau, hasta el punto de que Cancellieri tuvo que detener la cita con un 25-33 a 7:51 del descanso. Ante la muy bien armada defensa del conjunto vizcaino, el PAOK recurrió al talento individual de Reynolds para no desconectarse. En 29-38 se puso el colchón de los 'hombres de negro' con más de medio segundo cuarto transcurrido y la cosa fue a mejor con el base noruego acertado desde los 6,75 y Pantzar llegando a la canasta rival hasta tres veces seguidas como una tuneladora. Hasta los once puntos llegó la ventaja de los 'hombres de negro' antes del 39-49 al descanso.
Su fantástico 7 de 12 desde la larga distancia impulsaba a un Surne Bilbao Basket que tenía en los 19 puntos facturados por su pareja de bases un fantástico pilar ya que Hlinason, con otros siete, también hacía daño por dentro y el 60,7% global en el tiro servía para despejar muchísimo el horizonte.
En la reanudación, el trío arbitral decidió salir al rescate del PAOK. Señaló dos faltas en ataque a Abdur-Rahkman y Pantzar en menos de dos minutos, mientras que en el otro aro Bartley acudía a la línea de tiros libres ante el menor contacto. El suministro de puntos del conjunto vizcaino quedó limitado a un triple y dos tiros libres de Pantzar durante más de cinco minutos y los de Cancellieri iban estrechando márgenes mientras adelantaban líneas defensivas para trabar hasta el límite los ataques del rival.
En ese ecosistema, con el ruido del Palataki elevado hasta el extremo, Ponsarnau tuvo que parar el partido con el 'sorpasso' del rival hasta el 55-54. 'Mars', con un triplazo sobre la bocina de posesión y dos tiros libres, sacó a los suyos del bache, pero en el bando contrario surgió la figura de Grandison para firmar seis puntos seguidos y llevar la cita a sus diez minutos finales con un peligrosísimo 63-61.
Necesitaban los de Ponsarnau recuperar templanza y filo. Con 67-63 hubo que tirar de Abdur-Rahkman pese a sus cuatro faltas y entre él y De Ridder trataron de mantener a flote la embarcación bilbaina, pero Kreuser igualó la eliminatoria a 4:38 del final. La alarma ya no podía ser más roja cuando Katzivelis abrió la brecha hasta el 77-67, pero la sangre fría de Frey y Pantzar, MVP, dictó sentencia y llevó a Xavi Rabaseda a levantar el título continental. Hasta el cielo. Hasta los 2.917 metros del Monte Olimpo.