Siete. Ese número considerado por diversas culturas, religiones y la propia numerología como el de la buena suerte coloca también la barrera de puntos de ventaja con la que el Surne Bilbao Basket comparecerá el miércoles en Salónica para tratar de levantar al cielo el primer trofeo continental de su historia. La cifra pudo ser mayor y también menor, pero en definitiva es la que es para unos hombres de negro que viajarán a Grecia con la mentalidad de dejar de lado los cálculos matemáticos e intentar ganar el partido porque eso les garantizaría al 100% estampar su nombre en el palmarés de la FIBA Europe Cup.
En la historia de esta competición, seis de sus nueves finales se han disputado bajo este formato de ida y vuelta en absoluto habitual en el baloncesto y el equipo que perdió el primer partido nunca fue capaz de darle la vuelta a la eliminatoria en el segundo. La pasada temporada, el Niners Chemnitz hizo valer la ventaja de once puntos de la ida aunque fuera a costa de disputar una agónica prórroga en la vuelta en la cancha del Bahcesehir, hace dos al Anwil Wloclawek le valió un corto +4 porque en la segunda contienda fue capaz de ganar también en Cholet, en la 2020-21 el propio Bahcesehir ya arrancó ganando en la cancha del Reggio Emilia (69-72) para arrasar posteriormente como anfitrión (90-74), en la 2018-19 el Banco di Sardegna Sassari impuso ante el Wurzburg el 89-84 con el que arrancó la final y en la 2017-18 el Reyer Venecia puso la pugna muy a su favor ya en el duelo de ida ganando en la cancha del Sidigas Scandone por 69-77. Curiosamente, la otra final a doble partido, la de la 2016-17, arrancó con empate y en la segunda cita el Nanterre aprovechó el hecho de jugar como local para triunfar ante el Elan Chalon.
De hecho, en toda la historia de la competición solo se han registrado ocho eliminatorias en las que se haya remontado una desventaja igual o superior a los siete puntos. Las dos mayores pertenecen al propio Surne Bilbao Basket, con las volteretas a déficits de 19 puntos en los cuartos de final del pasado curso ante el Legia Varsovia y en la semifinal del presente ejercicio contra el Dijon. Las dos siguiente acontecieron en octavos de final de la ya lejana temporada 2017-18: el Le Portel se sobrepuso a un -17 contra el Dinamo Sassari y el Mornar Bar a un -13 frente al Ostende. La más cercana en el tiempo ocurrió la pasada campaña, cuando el Bahcesehir arrancó los cuartos de final perdiendo por 90-80 en la cancha del Oporto para posteriormente arrasar por un inapelable 88-52 en casa.
Fortaleza y debilidad
Desde que quedaron definidos tanto la identidad de los dos finalistas como el orden de los encuentros, se ha hablado mucho de la gran importancia que puede tener el brutal factor ambiental que se genera en el Palataki, pero probablemente convendría más poner el foco en el rendimiento del propio Surne Bilbao Basket cuando compite alejado de Miribilla. De los doce encuentros que han disputado a domicilio los entrenados por Jaume Ponsarnau en el presente año 2025, han perdido nueve por siete puntos o más, aunque hay que tener en cuenta que el nivel de los rivales fue notable en líneas generales: -19 en Valencia y Dijon, -18 en la cancha del Real Madrid, -17 el pasado sábado en Málaga, -15 en Manresa, -13 en Barcelona, -11 en Tenerife, -9 en Bursa, con el triple sobre la bocina final de Muhammad-Ali Abdur-Rahkman que permitió hacer valer el +12 de la ida para clasificarse para la semifinal continental y -7 en Cholet para igualar el average particular en la segunda fase de grupos. Solo las derrotas en las visitas al Río Breogán (-5) y el Morabanc Andorra (-3) fueron inferiores a esa barrera de siete puntos, mientras que la única victoria llegó con el +4 conquistado en la cancha del Le Portel.
Evidentemente, el PAOK tiene en el factor cancha una de sus principales fortalezas, aunque su margen de contundencia ha disminuido notablemente con el avance de la competición continental. De los +19 ante el Oporto, +16 frente al Szolnoki húngaro y +18 contra el Limburg belga en la primera fase de grupos pasó a +5 ante el Oradea rumano, +14 frente al Dijon y +2 contra el Kalev/Cramo estonio en la segunda. Contra el Friburgo suizo en la vuelta de los cuartos de final ganó por seis puntos (82-76) tras el empate de la ida, mientras que en semifinales perdió por la mínima contra el Cholet (88-89) para remontar posteriormente en Francia. En cómputos generales, de los 17 encuentros que los de Massimo Cancellieri han disputado en esta FIBA Europe Cup solo han ganado seis por más de siete puntos. En sus últimas ocho citas no lo han conseguido.
Eso sí, el 94-69 que endosó al AEK Atenas hace menos de diez días en el segundo encuentro de los cuartos de final de la liga griega es todo un aviso a navegantes sobre lo que es capaz de lograr el PAOK en su pista, impulsado por su bulliciosa afición, cuando tiene el día. Y ante todo eso deberá oponer resistencia el Surne Bilbao Basket si quiere coronarse como campeón de la competición. El siete, el número de la buena fortuna, juega de momento a su favor, pero hay que hacerlo valer.