El Bilbao Basket recibió ayer en Miribilla a casi un millar de aficionados, la mayoría de ellos jóvenes, para agradecerles el apoyo y mostrarles las interioridades del trabajo diario del equipo. Jaume Ponsarnau, que ejerció a ratos de maestro de ceremonias, les explicó que alguna tareas de una sesión no muy exigente en lo físico iban dirigidas a corregir algunos aspectos del partido del domingo ante el Manresa y luego involucró en las distintas series de lanzamiento al público, que demostró su buen conocimiento de los jugadores y realizaron sus apuestas ganadoras. Quedó claro en ese rato que Harald Frey está en racha y la gente lo sabe.
El club organizó perfectamente una cita que ya se ha hecho costumbre que fue amenizada con música e, incluso, contó con Aitor, un aficionado a los mates que dejó algunas acciones que merecieron el aplauso de la concurrencia. Se dispusieron varias mesas por el perímetro de la cancha por las que, tras el entrenamiento, fueron pasando ordenadamente los aficionados para que los jugadores, a los que se notó libres de tensión tras el necesario triunfo de la víspera, les firmaran autógrafos, camisetas y se hicieran fotografías. No faltó el lesionado Kristian Kullamae, que acelera en su recuperación. Pese a que tampoco pudo participar demasiado, el capitán Xavi Rabaseda, en nombre de la plantilla, agradeció a todos su presencia en un acto “que nos gustaría hacer más a menudo” y les emplazó a verse de nuevo las caras el próximo 2 de enero, cuando el Andorra visitará Miribilla en el primer partido de 2025.